UIRAPURÚ
y
EL PÁJARO DE FUEGO
LO URBANO MÁS ALLÁ DE LAS ACERAS
Uirapurú y El Pájaro de fuego conforman un programa doble, salido de la factoría de Dani Panullo. La presentación de estos dos títulos, viene motivada por dos compositores, Heitor Villalobos e Igor Strawinsky, que compusieron sus partituras en la misma época para ballet clásico (CLIKEAR).
Dani Panullo, que desde hace unos años ha incorporado la danza urbana ("break", "hip-hop"), ha confeccionado las coreografías de ambos ballets, dándole protagonismo a la mencionada danza urbana. Los chicos serán los protagonistas con un baile tomado del "hip-hop", que va más allá del mero virtuosismo de giros o verticalidades sobre una mano. Tales movimientos, base de la danza urbana callejera, cobran sentido en manos de Dani Panullo. Con ellos consigue expresar sentimientos a través de la verticalidad y el giro. Paulatinamente ha creado un vocabulario lleno de sentido. El secreto parece estar en la sabia combinación de tales movimientos con otros de la ya tradicional danza contemporánea, en manos de tres bailarinas, y pinceladas del ballet clásico. La virtud está en que sabe entrelazar mágicamente los tres estilos, sin compartimentos estancos. Por otro lado, los chicos bailarines de "hip-hop", dominan también los estilos ajenos a su especialidad.
La razón, pues, de este programa doble va más allá de recordarnos a dos compositores coetáneos. En uno y otro se trabaja con estilo parecido, siendo más protagonista el hipo-hop en Uraipurú. Hay también otra razón, el tema del "pájaro". En Uirapurù nos cuenta una leyenda amazónica acerca de un hermoso joven, transformado en pájaro ante la imposibilidad de acceder a su amada y la traducción de tal vocablo es "el pájaro que no es pájaro". En El pájaro de fuego, ésteserá quien guíe al príncipe Iván por los vericuetos de un extraño jardín y también lo salvará.
Los dos ballets poseen, también, en común las proyecciones de Audiovisuales de Bruno Galán, los cuales resultan fascinantes en la creación de los diversos ambientes. Mágica y esperanzadora es la selva amazónica en Uraipurù con un cambiante colorido evocador, a la que se añade una fascinante iluminación. De más negrura, pero no menos fascinantes, son las proyecciones del Metro de Madrid para El pájaro de Fuego.
Ambas coreografías triunfan con la danza, el vestuario y la música que, interpreta en directo la JORCAM (Joven orquesta de la Comunidad de Madrid) con un buen sonido. Un lujo al que no estamos acostumbrados en la danza. Con todo ello, se asiste a una velada que no nos deja indiferentes.
Tanto en una como en otra coreografía la calidad de los bailarines es notable. En Uirapurù, Manuel Martín, el protagonista, es de una gran limpieza en sus movimientos y muestra una gran sensibilidad. Algo similar sucede con Mar Rodríguez como pájaro de fuego. Es una bailarina que domina el clasicismo a modo de rasgos aquí y allá, bien integrado en todo el conjunto.
De todos modos se me plantea una duda. Una cosa es que los túneles del metro proporcionen una ambientación que subyuga, y otra es la razón de trasladar la historia de El Pájaro de fuego a ese ambiente. Se pueden encontrar razones. El jardín encantado y por lo tanto ignoto, puede equipararse a los ignotos vericuetos de los túneles del metro. Las demás criaturas con las que Iván se topa en el original, cuesta trasportarlas a ese ambiente. Posiblemente no haya que intentar tanto paralelismo, pero se me escapa una razón plausible de tal traslación. Dejando de lado esta incógnita, este ballet contiene una danza muy expresiva y a la vez conserva la sensibilidad y delicadeza del original.
Los más atractivo de la propuesta de Dani Panullo es creación de un estilo propio, en el que no hace ascos a ningunos de los vocabularios dancísticos y los combina con acierto e inteligencia.
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