NN12
CADÁVERES ANÓNIMOS
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CAROLINA BUSTAMENTE / ANTONIO ROMERO
FOTO: FRANCISCO LEÓN |
Las dos “enes” mayúsculas del título de la obra son las iniciales de la expresión latina Nomen Nescio – desconocido el nombre – con la que son designados los restos de las personas cuya identidad se ignota. La cifra que figura a continuación, es la que corresponde a cada individuo concreto. Muchos de los cadáveres anónimos son víctimas de guerras o de la represión llevada a cabo por regímenes dictatoriales. Han existido siempre y es probable que esos cuerpos sigan llenando miles de fosas comunes perpetuando la historia universal de la infamia. En el último tercio del siglo pasado, la dictadura argentina convirtió el país en una inmensa tumba llena de desaparecidos y, tras ella, la labores de identificación emprendidas tuvieron un eco enorme en los medios de comunicación de todo el mundo. Tanto, que se diría que era un fenómeno netamente argentino. De alguna forma, eclipsó o redujo a simple anécdota lo sucedido en otros lugares. En España, esas historias nos horrorizaban, sin darnos cuenta de que cosas parecidas ocurrieron durante nuestra guerra civil. Nuestro modelo de transición política, que entronizó la desmemoria, unido al silencio temeroso de quienes vivieron aquellos años de terror, hicieron posible que nuestra democracia tardara tanto en abordar la cuestión y que, a día de hoy, los obstáculos sigan siendo notables. La voluntad y el esfuerzo de muchos están consiguiendo que esa página de nuestra historia reciente no se cierre en falso. Algunos medios de comunicación están desarrollando una importante labor de información y, en el campo de la creación literaria, la bibliografía sobre la materia es cada vez más rica. En el ámbito concreto del teatro, la aportación de nuestros dramaturgos a la recuperación de la memoria histórica empieza a ser significativa. La última muestra ofrecida en los escenarios madrileños es esta pieza de Gracia Morales, si bien su escritura se remonta a 2007.
Mas no se reduce la obra al tema de los cuerpos sin identificar, sino que tiene otras ramificaciones. Aborda la cuestión de las violaciones a las que son sometidas por parte de sus carceleros las presas, y también la de los hijos arrancados, tras torturarlas o asesinarlas, a esas mismas mujeres para ser entregados a familias adoptivas, frecuentemente la de los propios verdugos. La lucha declarada por las abuelas de la bonaerense plaza de Mayo para localizar a esas criaturas y devolverles su verdadera identidad sacó a la luz el robo de niños como práctica habitual. De nuevo, se trataba de un asunto argentino. Pero, como sucediera con el de las tumbas anónimas, también se vivió en España ese drama. Sucedió durante la guerra y primeros años de la postguerra y ahora sabemos que el robo de recién nacidos pasó, de tener carácter político, a convertirse en un lucrativo negocio que se ha prolongado hasta tiempos muy recientes. Este tema ha tenido hasta ahora menos eco en la escena española, de modo que su planteamiento por parte de nuestra autora es novedoso.
No ha querido Gracia Morales situar la acción en un lugar y un tiempo concretos, de modo que cada espectador es libre de hacerlo, si bien algunos datos remiten vagamente a la represión argentina. NN12 se desarrolla en un laboratorio médico forense dedicado a la identificación de desaparecidos. Una labor fascinante desde el punto de vista científico, pues a partir del examen de unos huesos hallados en enterramientos clandestinos se va dibujando el retrato de la persona a la que pertenecieron. Se averigua su edad, la causa de su muerte y otras señas de identidad, se examinan los objetos hallados junto a los cuerpos y se buscan, en la zona del hallazgo, testimonios de quiénes pueden tener alguna información al respecto. Estos primeros compases, de abundante contenido informativo, son los más áridos, aunque necesarios, de la obra. La teatralidad la aportan dos personajes cuya presencia en el escenario resulta inquietante. Se trata de un hombre mayor que, en la intimidad de su hogar, permanece ajeno a lo que sucede en el laboratorio y, sobre todo, del fantasma de una mujer que deambula alrededor de la mesa en la que reposan, para su estudio, los restos humanos identificados con el número 12. No tardaremos en saber que es la dueña de esos despojos y que fue ejecutada tras su paso por una prisión reservada a presos políticos. Otro personaje, un joven educado en un orfanato, empeñado en buscar sus raíces familiares, será el que, con la ayuda de la forense, que logra poner nombre y apellidos al esqueleto de quien resulta ser su madre, establecerá la relación entre la mujer y el hombre mayor. Ese viaje desde el laboratorio al hogar habitado por un padre de familia que basa su respetabilidad en el olvido interesado de su vida anterior, introduce en la obra nuevos elementos que enriquecen el desarrollo de la historia. No solo descubriremos el pasado militar del ahora venerable anciano, sino que asistiremos, a su negativa a reconocer su antigua condición de carcelero torturador y violador de aquella mujer. Luego, ante la imposibilidad de ahuyentar los recuerdos que, tozudos, acuden a su encuentro, tratará de justificar su repugnante conducta con el argumento de que solo intentaba prestar afecto y protección a la víctima. La incorporación de estas escenas hacen que la pieza adquiera una dimensión dramática de mayor calado.
Remiendo Teatro, la compañía creada hace poco más de una década por un grupo de profesionales de la escena, entre los que figura la propia autora de la pieza que nos ocupa, se ha consolidado como una de las más importantes referencias del actual teatro andaluz. La puesta en escena de Juan Alberto Salvatierra es respetuosa con la letra y el espíritu del texto. Cabe formular algún reparo a la utilización del espacio escénico. El funcional mobiliario del laboratorio forense que completa la buena escenografía diseñada por Carlos Monzón, se convierte en una incómoda barrera que obstaculiza la correcta y limpia visión de la escena en la que el fantasma de la mujer y el hombre mayor rememoran el pasado. En el apartado interpretativo, destaca el trabajo en el papel de hombre mayor de Jorge Molina, veterano actor argentino afincado en España.
Título: NN12 (Nemo nescio)
Autora: Gracia Morales
Espacio Escénico: Carlos Monzón
Iluminación: Fernando M. Vidal
Espacio sonoro: Juan García
Realización de vestuario: Araceli Morales
Asesor vocal y actoral: Piñaki Gómez
Fotografía: Francisco León
Ayudante dirección: Gracia Morales
Página web: Casadelocos
Diseño gráfico: Joaquín Casanova
Distribución, gestión y comunicación: Cecilia Balassa
Compañía: Remiendo Teatro
Dirección de producción: Carlos Gil Company
Intérpretes: Jorge Molina (Hombre mayor), Carolina Bustamante (NN),
Gracia Morales (Forense), Antonio Romero (Esteban)
Dirección artística: Juan Alberto Salvatierra
Estreno en Madrid: Teatro Galileo, 7 – IV – 2011
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JORGE MOLINA |
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GRACIA MORALES
FOTOS: FRANCISCO LEÓN |
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JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
Copyright©lópezmozo
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GALILEO TEATRO
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