VERANO EN DICIEMBRE
Lo de Verano en diciembre viene a ser una tautología, puesto que, en Buenos Aires (Argentina), diciembre es mes de verano. De todos modos la historia se desarrolla en España en donde Diciembre es mes de invierno. El título parece tener bastante de connotación en esto del verano (futuro) y el invierno (pasado). Es obra de mujeres, la de una saga matriarcal en la que el padre está ausente. Obra de mujeres ya que Carolina África es su autora, también intérprete en el papel de Alicia, y el resto de la familia está integrado por Paloma (Almudena Mestre), Carmen (Laura Cortón/ Virginia Frutos) – sus hermanas – Teresa la madre (Pilar Manso) y la abuela Martina (Lola Cordón). En Buenos Aires está una última hermana, Noelia, que disfruta del verano en diciembre, y lanzará una invitación a través de la cámara web del ordenador. Es obra de mujeres, que no es lo mismo que para mujeres, en cuanto que asistimos a las relaciones, aventuras y desventuras de esas mujeres en el seno de una familia no muy extraña a cualquier otra, en la que la disparidad de mentalidad y anhelos no es óbice para la desunión. Un toque especial es que el hombre queda en lontananza y ausente de toda esta peripecia. Es como si se bastasen por sí mismas y el hombre queda como un estorbo. Si no he entendido mal, a través de las reacciones y relaciones de los personajes, las tales mujeres viven una tensión emocional no muy positiva. De alguna manera se sienten presas de sus destinos – unas con hombre y otras sin él – que les ha impuesto la vida y, en el fondo, la casa familiar y su entorno, los cuales se proyectan como una cárcel, cuyos barrotes lo forman los elementos culturales, las creencias y modos de entender la vida de distintas generaciones. La que más y la que menos es prisionera de todo ese mundo que han recibido. Quien ya ha volado y está fuera de la realidad – o de la verdadera realidad – es la nonagenaria abuela Martina, cuya senilidad le permite viajar al pasado, vivir en la fantasía y decir lo que le venga en gana. No obstante ella, sin darse cuenta, es la carcelera del resto de la familia que la tienen que cuidar, sobre todo Paloma, cuya poquedad y baja estima la han transformado en un pájaro con las alas cortadas. Muy sugerente y poética la narración del águila criada entre gallinas, por lo que se siente una más, y, como consecuencia, no se atreve a volar. Las otras dos hermanas, Alicia y Carmen, son mujeres más liberadas, ya que no viven en casa y tienen su propia familia, pero , por otras razones, su vida también está encorsetada. Tanto a una como a la otra, el destino, que no conviene desvelar para no destripar la función, les brindará otras posibles salidas del encerramiento en el que han caído. Incluso la madre, más acomodada a las costumbres y enseñanzas establecidas, descubrirá que el verano puede existir en el mes de diciembre. Verano en diciembre es una comedia con un punto de tristeza por la monotonía y encorsetamiento de la vida, que apunta a un rayo de luz en un posible nuevo camino. No conviene despejar más el entramado para no quitar el interés, y, por eso, la narración hay que frenarla aquí. El tono de la obra, muy centrado en la cotidianidad familiar, casi realista, tiene bastante de comedia y por lo tanto el humor, a veces con pequeñas dosis de humor negro, es una de sus claves para digerir cierto dolor de una vida que se debate entre seguir adelante o tirar la toalla. Su final es inteligente, porque queda abierto al espectador con el sonar del teléfono. Dentro de ese tono realista se encuentra la clave interpretativa de las actrices, que, realmente, son muy buenas. Saben dar el toque de naturalidad y evocar los cientos de personas que pululan en nuestro entorno. Los personajes bien perfilados en el texto, encuentra ese perfil en la interpretación, quedando bien diferenciados unos de otros. No sería justo destacar a ninguna, pero, indudablemente, llama la atención Lola Cordón en el papel de la abuela Martina. Personaje y actriz quedan perfectamente integrados en un agradable tono de comedia y senilidad. Carolina África es el todo terreno de esta función: autora, directora e intérprete. Lleva con buen ritmo una función despiezada en diversas escenas, sin que decaiga el interés. Un buen trabajo que hace que los 90 minutos no se detengan y lleven al espectador a identificarse aquí o allá a tenor de su propia vida. Carolina ha confesado que el texto lo escribió en la distancia, allá en los Buenos Aires. Entre los agradecimientos se menciona al autor y director argentino Claudio Tolcachir, que hace unos años nos sorprendió gratamente con La omisión de la familia Coleman (CLIKEAR). Era un tipo de teatro nuevo para nuestros escenarios tanto por la temática como por el modo de interpretación. Sin afirmar que Verano en Diciembre siga el dictado de ese estilo, sí tiene cierto el mejor aroma de ese tipo de teatro. Como nota, el dossier reconoce que «la autora escribió Verano en diciembre durante su estancia en Buenos Aires gracias a la beca de ampliación de estudios artísticos en el extranjero de la Comunidad de Madrid y ha sido galardonada con el premio Calderón de la Barca 2012«.
Título: Verano en Diciembre
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