Un hombre de negocios (Celso), cuya hija (Lorena) ha perdido la visión, contrata a un lector por horas (Ismael) para que le lea en voz alta textos del repertorio literario universal. El encargo requiere la máxima neutralidad enunciativa por parte del lector, pero la fuerza poética de los textos escogidos y la situación misma, llevan a los tres personajes a un laberinto emocional incontrolable. AHORA QUE ESTÁS DE DIRECTOR, El que llegue al Teatro de la Abadía el montaje de El lector por horas de la Sala Beckett, no es casual. Desde hace años la colaboración entre los dos teatros es frecuente, y más recientemente viene a cumplir una promesa de Juan Mayorga, cuando fue nombrado director del Teatro de la Abadía. Me vinieron varias propuestas y una de ellas fue la de Toni Casares, director de la Sala Beckett. «Ahora que estás de director, es el momento para que hagamos algo con José…» Entendí de qué iba la cosa, e inmediatamente estábamos imaginando esta experiencia. JOSÉ SANCHIS,
José, es José Sanchis Sinisterra, el cual rechazaría eso de «Homenaje«, y por lo tanto Juan Mayorga lo denomina «No homenaje» al estilo del «No cumpleaños de Alicia en el País de las Maravillas. Es un «no homenaje«, pero para empezar hay que decir que José Sanchis Sinisterra es un extraordinario creador, un agitador, un pensador y un maestro. Es un creador fundamental. Quizá el autor teatral español más influyente de las tres últimas décadas. Es un agitador, fundador de la Sala Beckett, de Nuevo Teatro Fronterizo y de un sinnúmero de iniciativas que han tensionado y enriquecido nuestro sistema teatral. Me atrevo añadir que su esfuerzo no ha sido suficientemente reconocido. Vive en una permanente juventud y está continuamente creando e imaginando espacios para otros. Además es un pensador fundamental del teatro, con una hondura decisiva. UNA DE LAS PIEZAS MÁS INTERESANTES Otro aspecto primordial es el ser «el maestro de autores españoles y latinoamericanos». Al «no homenaje» se añaden otras actividades en torno a Sanchis Sinisterra, entre ellas un curso en la Abadía sobre la adaptación de texto no teatrales; una exposición temática sobre su obra en el Absidiolo (la Abadía); en el espacio el Faro de la Abadía, Sanchis tendrá una conversación con Montserrat Iglesias, en torno al «abismo de la lectura», y el «buque insignia» es El lector por horas que no se había montado desde 1999, que en opinión de Juan Mayorga es una de las piezas más interesantes de la dramaturgia europea, de las últimas décadas. Faltaba elegir el director. En la Abadía se había presentado Flechas del Ángel del Olvido (CLICK)(2004) y Éramos tres hermanas (CLICK) (2014), dirigida por Carles Alfaro. Parecía obligado que Carles dirigiera El lector por horas, ya que para Mayorga, es uno de los más importantes del teatro español, querido y respetado, que ha hecho producciones muy importantes y algunas en la Abadía como Éramos tres hermanas (CLICK) (2014), El arte de la Comedia (CLICK) (2010) , un espectáculo maravilloso, Las sillas, La controversia de Valladolid (CLICK) (2006), El portero (CLICK) (2006), Nacidos culpables, La caída, José K torturado (CLICK) (2019) y Petit Pierre.
ALBERTO CONEJERO, director del Festival de Otoño de Madrid
Alberto Conejero califica de «adrenalina» el haber incorporado El lector por horas al Festival de Otoño, pues lo deseó desde su llegada al Festival como director. Es imposible que este acontecimiento tenga cierto temblor de homenaje, porque su talla es inmensa, aunque siga escribiendo con pulsión un adolescente. Reclamo el apoyo de las Instituciones para que su ideas, su magisterio, su escuela, su impulso tenga una sede, tenga medios y recursos. No se trata solamente del cuidado del legado sino del cuidado del porvenir, porque somos muchos y muchas las que le debemos muchas cosas a Sinsiterra. Es maestro de maestros, que forman una constelación en torno a esta estrella central Sinisterra. En él converge un vasto conocimiento, es fiscal de sus propias ideas, poniéndolas en cuestión. En mi caso mi teatro está en deuda con sus ideas. Alberto califica El lector por horas como un texto capital de la dramaturgia, y al poder volver a él después de tantos años, produce una alegría porque es singo de que cuidamos «nuestro repertorio contemporáneo». Es un texto profundamente humanista en cuanto comprende que el teatro no sólo sucede aquí, sino también en el corazón y la mente de los espectadores que depositan su mirada en una responsabilidad poética. TONI CASARES, director de la Sala Beckett El por qué elegir El lector por horas en este Homenaje, según Toni Casares – director de la Sala Beckett – se debe a que tiene que ver
con la literatura; con algo que se escucha últimamente en los medios, donde hay una tendencia a una disminución de la capacidad lingüística general de la ciudadanía mundial. Es un problema lingüístico general. Estamos perdiendo riqueza, diversidad, capacidad lingüística. Una obra como El lector por horas que nos habla de la importancia de la capacidad generadora del lenguaje, de la literatura, de la ficción, es muy importante que esté presente en las carteleras de nuestro país, porque primero es una obra buena, segundo porque es interesante y tercero porque es una obra de José Sánchez Sinisterra, cuyas facetas son dramaturgo, pedagogo, activista. En la década de 1990 a 2000, surge una revitalización de la lengua catalana en la literatura dramática que había quedado relegada en la dictadura y en los primeros años de la transición. Gracias a los talleres de José Sanchis Sinisterra, se produjo este fenómeno de escribir teatro en catalán: Luisa Cunillé, Santi Belver, Pere Peiró …y poco a poco, fue encontrando su lugar en el panorama de la creación teatral contemporánea, la figura del autor y autora de teatro. Sanchis tiene la virtud de que no sólo es un profesor, sino que es un maestro que sabe iluminar y dar confianza a cualquiera persona que se acerque a él con voluntad de aprendizaje, que hace superar lo que se llama «el terror a la página en blanco». Referente al término activista, sucede que no se puede entender toda su obra y hacer, sin una voluntad crítica contra los poderes económicos, contra el sistema capitalista, contra el sistema y las formas de la sociedad contemporánea que anulan cualquier impulso creativo, crítico como ha sido el de Sanchis Sinisterra en Madrid en el abrir espacios, sacar adelante iniciativas culturales que siempre chocan con la ignorancia de los poderes y las administraciones públicas. OTOÑO SANCHIS En el momento del estreno de El lector por horas en la Sala Beckett, se denominó Otoño Sanchis en recuerdo de la iniciativa que tuvo Sanchis con respecto a Harold Pinter, para reivindicar la figura Pinter. Lo llamó Otoño Pinter. Trataba de transcender la figura de Pinter a otros teatros de Barcelona. Otoño Sanchis pretende la misma intención. CARLES ALFARO, director de escena A lo dicho sobre José Sanchis Sinisterra, Carles Alfaro incide el término de «Exiliado«:
valenciano, pedagogo no exactamente teatral, pero sí maestro en Cuenca, de Cuenca a Barcelona. Vuelve a exiliarse, pero más que desterrado es «Transterrado«, es decir «acogido por fin». Tengo la sensación, a veces, de que es un hombre que no ha acabado de encontrar un vuelo definitivo para llevar adelante todo lo que esperemos sea aún capaz, con esa capacidad de actividad y por lo tanto la palabra «activista» es absolutamente merecedora. Carles alaba este proyecto de la Sala Beckett que implica a la Abadía y al Institut Valencià de Cultura, y agradece que le hayan encomendado la dirección, que supone una responsabilidad. No soy nada valiente en estas cosas. Soy hombre de muchas dudas. El lector por horas es una obra muy compleja, muy difícil, pero me acojo a esa confianza en el «escuchante«. Es una obra muy característica de Sanchis, y más habiéndolo conocido. Es una pieza que trata en todo momento en que no te puedas asir de un manera confiada. Pretende en todo momento que no te acomodes. En ese sentido es una obra extrema. Él hace un ejercicio de gran recorrido sobre lo que es la «escucha», qué filtros hay o no, y por supuesto habla del filtro de un lector que puede ocasionar a una persona que escucha, pero a su vez, la persona que escucha tiene su filtros, independientemente. Aunque fuera una máquina, como ahora la inteligencia artificial, es inevitable que quien escucha tenga su filtro. OBRA MUY PINTERIANA Carles cataloga es obra como «obra muy pinteriana«, en el uso de las palabras, y de la sintaxis.
Deja muy claramente que el lenguaje de las palabras no es un lenguaje para expresarse. Es expresivo, pero no para expresarse, y probablemente ni para comunicarse. Se ha convertido – sobre todo en estos últimos tiempos cada vez más, y el lenguaje anglosajón es la cátedra de ello – en que las palabras son para especular con ellas, a partir de intereses, muchos inconscientes y otros absolutamente conscientes, pero en muy menor proporción para comunicarse. Siempre hay muchas capas previas. Por tanto la obra gira a partir de los enigmas. No para de abrir enigmas, pero no me gustaría equipararlo a «no para de abrir melones», aunque algo de eso hay, porque, a veces, Sanchis se descontrola. Abrimos, abrimos y luego el espectador ya los cerrará, porque el espectador es el coautor. Vale, vale, pero esto el actor ¿cómo se lo come? Lo tienen muy crudo, porque hay una serie de intrigas que está basadas, casi, en contradicciones constantes, y las escenas, en una pieza tan fragmentada como ésta, no podían ser hipoteca una de la otra. No podía tener la interdependencia en la que se desarrolla planteamiento, nudo y desenlace, pero hay un desarrollo, y es lo que me fascina, en el cual estas escenas son como islas, pero que tienen que formar un archipiélago. No es una interdependencia de lógicas, digamos freudianas. Esta estructura obliga al actor a salir de su rutina narrativa. Por tanto el actor no puede hacer su viaje como está acostumbrado. Aquí los por qué, por qué, por qué…¡cuidadín! Es muy evidente que hay preguntas que el autor no se las ha planteado y ni tiene respuesta. Es más, ha hilvanado todo para que provoque las preguntas, ante las cuales no va haber respuesta. Eso de cara al trabajo del actor es muy duro. Por lo tanto, algo que es muy laborioso, decidí con ellos: cada escena es una isla. Una obra en sí misma. Eso sí, son los mismos personajes. mentalmente lo son, pero la mente hay cosas que van solas y otras con voluntad. De las que van solas, somos ajenos. Es una obra donde es muy bonito en la que un espectador puede atisbar cosas de las que ni el mismo personaje es consciente. Entonces cada pieza te va configurando un universo en ese personaje. No te va dando claves. Esto es duro para el actor, pero también para el espectador. Es decir, apela a un espectador activo. No se puede acomodar, porque lo que más le interesa a Sanchis, es luchar contra el sistema binario – una de sus obsesiones – en el que este es un caradura, el otro una víctima…propio del cliché de la contemplación burguesa del drama de uno que es insoportable en escena. En este sentido es lo que me encanta de la obra, no se da descanso, sino presente, presente, presente… Dicho esto, he tenido que hacerme mucha terapia de no sentirme responsable, ya que ante tanto enigma, enigma…, el espectador va a salir con una historia que se ha hecho en la cabeza. Eso ha supuesto un trabajo de funambulismo para los actores y para mí, al tener que dar el brillo a cada escena, sin que se intente justificar o hipotecarse con la escena anterior. Ya se lo apañará el espectador. Otro aspecto de la obra es que es muy pinderiana también en otra cosa: Vemos, escuchamos y se cierra. Se vuelve a abrir, ves, escuchas…no tiene más. Es texto. La acción está ahí. ¿Contamos una historia? Sí. ¿Una historia narrativa en un sentido? No, pero es fascinante en ese sentido. Carles no descarta que Sanchis no vea lo mismo que él ha creído ver, pero su defensa es apelar que «de eso se trataba ¿no?» Cada espectador ha visto algo, y te encuentras que las opiniones van a ser muy diferentes, como está ocurriendo. No me refiero a opiniones como «¡Qué horror!» o «¡Qué estupendo!», sino qué han hecho con la experiencia. Mi intención ha sido que al reverenciar a Sanchis, la manera de justa de tenerle el respeto es intentar que el actor encarne organicidad en las palabras del texto, para que no sea solamente un juego de imaginar por parte del espectador sino que transiten entre el actor y espectador.
FUNCIÓN PRECIO
Título: El lector por horas
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