Enrique tiene 30 años. Una llamada inesperada de un antiguo compañero de clase le cita en una cafetería. Hace 12 años que no se ven. Enrique tiene 17 años y va al colegio con una pistola escondida en los pantalones. Está decidido a cobrarse en sangre todo el bullying que ha recibido a lo largo de todos estos años. Enrique tiene 12 años y está de excursión en un retiro espiritual con alumnos y profesores. Cuando la violencia que recibe a diario se vuelve insoportable se verá obligado a elegir entre saltar a un pozo o convertirse en Carrie ENRIQE CERVANTES
Enrique Cervantes escribe e interpreta No juegues con Carrie, pero precisa escrupulosamente: La escribo yo, pero parte de un proceso mucho más antiguo. Comencé en ella hace unos 7 años. La razón de escribirla es porque los tres hemos sufrido acoso escolar. Los tres son Enrique Cervantes (Texto), Carolina Yuste y Sara Sierra (ambas directoras del montaje). El acoso fue en el colegio, y ese recuerdo tomó un primer cuerpo como ejercicio escolar sobre el acoso en la RESAD (Real Escuela Superior de Arte Dramático). Ahí empezó a germinar la idea de hablar de este tema. Poco a poco se fue configurando más allá de mi historia personal, y se hincha con la ficción y la investigación. Creo que la única forma de contar lo universal es desde lo específico. Luego escribí el texto. Se lo dije a ellas dos y supliqué «Por favor acompañarme en esto», y aunque el texto es mío, sí que con ellas hice revisiones, correcciones, y aquí estamos hoy. Carolina y Sara dejan claro que el texto es de Enrique, a lo más se puede decir que con las revisiones conjuntas y la propia dirección en la que han participado los tres, se podría hablar de «texto colectivo«. Incluso la labor de dirección prefieren denominarla «acompañamiento«, y no tanto imponer una forma de llevarla a cabo, ya que es más importante la vivencia de Enrique, de lo que puede ser un tratamiento personal por parte de ellas dos. Carolina define esta dirección como ir poniendo un camino de baldosas – inevitable no imaginar el camino de baldosas amarillas de El mago de Oz –, en las que Enrique se sienta cómodo, seguro, y luego se estructura la función, se mueve por el espacio. Lo más importante es que se sienta seguro. Tenemos mucha confianza. Yo le proponía una cosa, Sara la contraria y Enrique hacía lo que quería. GANAS DE CURAR UN POCO
Liarse los tres para este espectáculo no es nuevo ya que lo primero fue Ansia, que Carolina define como una cosa pequeñita que era una especie de instalación performance sobre los trastornos de la conducta alimentaria. Sara y yo empezamos a estudiar juntas interpretación hace casi 13 años, y «nos pone muy contentas» generar nuestras propias historias, contar lo que nos apetece contar, y generar una especie de forma de «hacer» nuestra. En este caso, hablando del acoso y del «bullying», – aparte de haberlo vivido en nuestros cuerpos, pues yo tengo una hermana de 15 años, un hermano de 22 años – sigue en la escuela y vemos en las noticias la cantidad de suicidios, acosos y que sigue habiendo, de alguna manera, es importante y justifica lo que dice el personaje: «Si hay un solo niño que se siente un poco menos solo, habrá merecido la pena». Sara Sierra, matiza esa afirmación: Niño, niño, niña o una persona adulta, que lo haya sufrido. Si sirve para curar un poquito la herida o para evitar que esa herida se siga abriendo en otras personas es una satisfacción. También para echar un ojo a las personas pequeñitas que tenemos alrededor, porque a veces se nos olvida lo duro que llega a ser en ciertas edades, y más en un tiempo como el de ahora, para cuidarnos un poco más. Hay unas claras ganas de dar la mano y curar un poco a todas las personas que hayan podido sufrir acoso, pero también es para esas personas que lo realizan. Es decir, los agresores también pueden ver la función, pues en esas edades y con lo opresivo y angustiante que es el sistema educativo, creo que un nene de 13, 14 años que hace «bullying«, de algún modo, también está sufriendo. Quiero creer que el ser humano es bueno, no es un monstruo un chaval de 14 o 15 años, Hay que plantear también que, a lo mejor, no has ejercido «bullying» directamente, pero has callado. Eres cómplice. Al final, todos, en mayor o menor medida la hemos «cagao» en algún punto. El texto no se limita al «bullying» solamente entre niños. Los niños tienen muchos adultos alrededor. ¿CÓMO TENEMOS UN SISTEMA EDUCATIVO
¿Dónde comienza el bucle de la violencia?– se pregunta Enrique Cervantes. Está claro que el agresor ejerce violencia contra el agredido, pero el agresor, probablemente, lo haya vivido de alguna forma. Este texto mezcla diversos imaginarios: el mío propio, que es el haber crecido en un colegio del Opus Dei, donde fui triturado metódicamente, pero también me llamaron la atención las noticias sobre el «Shool Shooting» (los tiroteos escolares) y siempre me preguntaba: «¿En qué mundo hemos convertido a una persona de 13 años en un monstruo con pistolas?» ¿Por qué seguimos poniendo la llave inglesa en detectores de metales en los colegios? ¿Porqué no resolvemos el problema antes? ¿Por qué no resolvemos la violencia en las aulas?» Cuando has puesto un detector de metales en un colegio, el problema ya existe. Ya has convertido a una persona en una papelera de violencia durante años. Ahora dile: «No seas violento, corazón». No se puede. Este bucle de la violencia también tiene como otro referente, Carrie– película de Brian de Palma 1976 basada en la novela de Stephen King (1974)-, que no es un «Shool Shooting» tradicional, pero sí u «Shool Shooting» mágico, telequinético. Vemos la noticia «Han muerto 20 alumnos», ¡Qué horror!», pero «¿cómo hemos llegado a convertir a un chico de 12, 13…¡11 años! en un asesino en serie? ¿Cómo hemos permitido eso en la sociedad?¿Cómo tenemos un sistema educativo que tritura a la gente y los convierte en asesinos?» El texto va de eso. El análisis de las causas de por qué se genera esa psicología violenta, cuya traca final es liarse a tiros, según Carolina parte del sistema educativo que genera individuos que compiten entre sí para ver quién gana. Eso existe desde que eres superpequeña, y vas al cole para aprender materias y ser productiva en un sistema, no para generar una sociedad justa, equilibrada, igualitaria, en la que la diversidad forme parte de la vida. Esa es nuestra reflexión: la violencia que hemos podido sentir cuando éramos pequeñas en el cole, esa frustración, esa angustia genera violencia. Esta última tesis parece contradecirse con el resultado no violento de Enrique, Carolina y Sara. De eso también habla la función – añade Enrique. En la vida Las cosas generan consecuencias, pero también hay una cosa que es «tomar decisiones«. También, como es mi caso, he tenido a mi lado que me ha querido mucho y me ha sabido dar la mano cuando no tenía otra mano, y he podido sublimar muchas cosas, pero no todo el mundo tiene esta suerte. De todos modos – insiste Carolina – la violencia genera violencia. Parar en seco y tirar por otra vía, es lo difícil, porque es ir contra ti misma. Muchas chavalas que han sufrido «bullying» en el cole, eso se puede convertir en un trastorno en la conducta alimentaria, como ya tratamos en el primer montaje que he mencionado: Ansia. Por eso siempre digo que eso trastornos alimentarios son un síntoma de lo que hay por debajo. En mi caso toda mi vida, toda mi violencia, todo mi enfado que tengo, porque soy un ser humano, yo he elegido transformarlo en este montaje. En coger a la gente que quiero muchísimo, y toda esta energía agresiva poderosísima de la ira, para mí, ha sido un motor en vez de un actitud depresiva. Lo que pasa es que esa ira la tienes que transformar en algo que genere luz, porque si no entramos en un bucle, con el que haces daño a la persona que tienes enfrente. Creo en el poder transformador del Arte. El teatro, el cine, la música, tiene la capacidad de coger emociones, transformarlas en otra cosa y que el público la reciba. Que se derriben estructuras mentales. No es cambiar el mundo, pues sería muy pretencioso, pero si, de repente, aquí en chiquito sucede algo que hace que puedas mirar a tu compañera de trabajo de una manera diferente «¡joder!», merece la pena. UNA PIZARRA CINEMASCÓICA El espacio escénico es un aula con pizarra «cinemascope», que acepta la tradicional tiza blanca y pupitres, evocadores de un tiempo atrás. En esa aula escolar el personaje desgrana sus vivencias mediante un monólogo, cuya estructura dramática juega con dos líneas temporales. El personaje tiene 33 años, que recibe una llamada telefónica de un antiguo compañero que le invita a tomar un café y recorre el camino desde que recibe la llamada hasta que llega a la cafetería. Después otra línea temporal de ese mismo personaje con 17 años, camino al colegio, con una pistola guardada en los pantalones. A través de esas líneas hablamos de los padres, los profesores, desde la perspectiva del personaje En escena la pistola no existe de modo realista– precisa Carolina –, sino que la reproduce con la mano. Todo el simbolismo que tiene la mano, incluso está en el cartel, evoca los tiroteos escolares que en España no se dan, pero sí se da el uso de la navaja. Un elemento escénico importante es esa pizarra cinemascópica. La mayoría de la sociedad no es consciente del acoso escolar, si eres gay, gordita/o…, ya que la sociedad lo tapa. Porque es un gran fracaso de la sociedad. Hay una comparsa de Cádiz que hicieron un pasodoble sobre Diego, uno más entre los nombres que van llenado la pizarra de fondo. Son nombres de «nenes y nenas» que se han suicidado. Por eso no se trata de una historia particular, sólo se parte de ella. Estuvimos días y días leyendo no sólo los nombres del los suicidas, sino sus historias. Hubo momentos en que tuvimos que parar de leer, porque era dolorosísimo imaginar que hay un ser humano chiquito de 10 u 11 años que decide suicidarse. Yo peté. El suicidio es el precio de este sistema que tiene «hueco» para la gente que tiene «hueco». Al final hay gente que es desechada, de una forma u otra o triturada, porque hay «hueco para los que hay hueco».
FUNCIÓN PRECIO
Título: No juegues con Carrie
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No juegues con Carrie. E. Cervantes. Carolina. Sara. TQSF
