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BÉSAME MUCHO
CUBA CONSTUMBRISTA A RITMO CARIBEÑO |
Para saber lo que es, lo mejor es ir a verlo |
BÉSAME MUCHO
CUBA CONSTUMBRISTA A RITMO CARIBEÑO
Bésame Mucho, además de ser un bolero de años ha, es un musical cubano que se ha descolgado en Madrid, en los Teatros del Canal. Viene de Barcelona y después seguirá su gira por Europa y América. Información sobre sus entretelas las pueden obtener en nuestra página www.madridteatro.net. Para saber lo que es Bésame mucho, el musical de las pasiones, lo mejor es ir a verlo, pues, de lo contrario, se pierde lo que tiene de más importante: los ritmos y las contorsiones caribeñas que contagian al público en su butaca. Vayan y se lo pasarán bien. Aquí podría terminar esta reseña crítica, pero se pueden airear algunas reflexiones. Bésame mucho pertenece a este tipo de Comedias musicales que inventó Mamma mía, y se continuó en: Hoy no me puedo levantar, Enamorados anónimos y El Musical. El invento consistió en acudir a composiciones musicales de grupos o solistas y con ellas, cambiando las letras, si era preciso, confeccionar una comedia musical argumental. Es decir, no se compone – salvo pequeños fragmentos que llaman “música incidental” – una partitura para esa historia como ha hecho la ópera, la zarzuela, la opereta o la comedia musical anglosajona. Mamma mía se nutría de las canciones del grupo ABBA, Hoy no me puedo levantar del mundo musical de Nacho Cano, Enamorados anónimos de la Copla española y El musical de composiciones de última hornada. En esa línea está Bésame Mucho, que recupera boleros, mambos, salsa, conga, balada, guaracha, funky ska, bachata y otros ritmos caribeños para contarnos una historia de amor y desamor. Esta fórmula tiene la ventaja de que el público reconoce muchas de las canciones y esto, siempre, es de agradecer. Es más, en su interior la canta, salvo algún desaprensivo que la corea en “voz queda o más que queda”. En Bésame mucho estas partes musicales están impregnadas de baile: el que piden los ritmos a los que se ha acudido. La historia de amor y desamor, que no vamos a desvelar, tiene como punto de partida la sin razón de intervenir en el amor de dos jóvenes, al estilo Romeo y Julieta. Aquí no son dos familias poderosas enemistadas, sino la diferencia de clases entre Ernesto, más humilde, y Camila, de mayor poder adquisitivo. Camila, aprovechando una beca para estudiar en Madrid tiene que abandonar La Habana durante unos dos años. Para Camila y Ernesto es doloroso, pero su amor podrá aguantar esos dos años. Para la madre de Camila – opuesta a ese matrimonio – la ida de Camila a Madrid, es la panacea para que ese amor termine, por aquello de que la “distancia es el olvido”. Camila desde Madrid enviará a La Habana encendidas cartas de amor, que Ernesto nunca leerá por aquello de que la madre de Camila intercepta el correo. Si desean conocer el desenlace, vayan a ver Bésame Mucho. La historia, como sucede en muchas comedias musicales, no es de una gran trascendencia. Es una disculpa para hilvanar los números musicales, que están bien entretejidos en la trama argumental, y sobre todo para ofrecernos una visión coral y juvenil de La Habana con muchos elementos costumbristas: los bicitaxis, el barrendero, la brujería, el chismorreo, el gusto por el baile, la vida en la calle… Sólo conozco Cuba a través de las dispares y contradictorias informaciones que nos llegan, según la tendencia ideológica de quien lo cuenta: valoración positiva de la educación y el mundo de la medicina; los encarcelados por su ideología opuesta al sistema; las madres de blanco; el apetitoso turismo para los extranjeros; los larguísimos discursos de otros tiempos de Fidel; el Ballet Clásico de La Habana de Alicia Alonso y el ballet clásico de Camagüey; los emprendedores cubanos en Miami; el vistoso y alegre baile innato de los cubanos; el escaso cine cubano que nos ha llegado; el espectáculo de Tropicana que nos visitó hace años en el Teatro Nuevo Alcázar etc… La Cuba de Bésame mucho presenta una juventud que sabe encontrar el lado positivo y optimista en la dicha y la desgracia. No se mete en jerigonzas ideológicas y sólo un cartel del Ché Guevara sobre uno de los edificios – ¿homenaje testimonial o reproducción fotográfica de La Habana? – proporciona una pincelada ideológica. Lo más notable de este musical es la abundancia de números musicales y el contagioso baile de los ritmos caribeños que se coreografían en dos modalidades: la reproducción de los ritmos tal cual son, y otros, sobre la base de ellos, la fusión con movimientos de danza contemporánea y con alguna pincelada de clásico. Esta última modalidad abunda en los conjuntos corales. La Compañía cuenta con un buen conjunto balletístico, que proporcionan a toda la escena ritmo, precisión de movimientos y un gran derroche vital. Las canciones han sido reelaboradas musicalmente, dotándolas de un nuevo estilo, evitando la simple clonación de estilos de otras épocas. Ello le aporta cierta originalidad y frescura. Cabe destacar la calidad vocal de los cantantes dentro del estilo. Chistian y Rey Alonso muestran su gran capacidad comunicativa, que llega a cotas altas en su interacción con el público. Una novedad a la que no estamos acostumbrados en el género de teatro musical es la forma de los saludos finales: Christian y Rey se encargan de ir presentando y ponderando al elenco, prolongando el espectáculo en una fiesta y en una comunicación con el público que ya ha entrado al trapo, entusiasmado con las anteriores participaciones de movimiento de brazos para hacer la ola, tatareos, levantarse de la butaca y mover el cuerpo a ritmo. Por eso en eta fase final el público es capaz de cantar a coro el Bésame mucho. Toda una fiesta. Bésame mucho es un especial teatro musical que bebe del género y del actual mundo de los Conciertos en los que el público participa de mil modos y se lo pasa en grande. Hay un interrogante: esos ritmos en auge en los años cuarenta del siglo XX ¿son capaces de fascinar a la juventud de de hoy? A juzgar por ciertos jóvenes que había en la sala: Sí. Tal vez el secreto de tales ritmos, que en su tiempo fueron universales, está en que no han perdido dicha universalidad y nos transportan a la esencia del cuerpo en movimiento.
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