Pablo, un antropólogo forense especializado en yacimientos paleolíticos, sufre un ictus que le provoca una amnesia severa. Asistimos a una búsqueda interior por su memoria para intentar recuperar sus recuerdos, en definitiva, su identidad. La experiencia y los conocimientos de espeleólogos reales junto a testimonios de pacientes con afecciones similares sirven de base a esta ficción teatral de gran potencia visual. La señas de identidad de la Compañía Titzina – Diego Lorca y Pako Merino – se basan en un trabajo de periodismo antropológico de entrevistas y convivencias. Búho nació por un primer interés por el subsuelo y ello les llevo a la memoria, algo que no pensaron desde el principio. En la dramaturgia encontraron el puente entre el subsuelo y la memoria. PAKO MERINO, actor El nacimiento de Búho es similar al de los anteriores espectáculos, aclara Pako Merino.
Hay una serie de incógnitas que hay que resolver. En este caso surgió trabajando para un proyecto que no se llevó a cabo, pero que tenía que ver sobre la identidad, y hablando sobre la identidad nos centramos en la memoria como cimiento de la identidad, como el recuerdo, la capacidad de orientarse, nos guían y nos identifican: nuestro propio Yo. Entonces a través de la memoria encontramos un documental muy interesante, El hombre de los 7 segundos de memoria. Se trata de un compositor de orquesta que por una enfermedad, un Herpes, sólo retiene 7 segundos de memoria. Se queda en blanco y cuando lo sientas ante el piano es capaz de tocar una pieza entera. Al terminar no sabe cómo lo ha hecho. El cerebro, que no tiene nada que ver con la memoria orientativa de nombres y otros recuerdos, es capaz de tocar esa pieza. Está en un presente absoluto. Cada 7 segundos despierta, no reconoce a nadie, y está en esa especie de Limbo. Hay gente que se queda en el recuerdo de juventud. Esos recuerdos en lo general es cierto, pero no se detienen en los detalles, pues los confunden. Nos pareció muy interesante esa parte de amnesia y cómo la identidad se ve trastocada y cómo él adapta su vida y todos los familiares a ese momento tan dramático. Como él es totalmente inconsciente surgen situaciones cotidianas e incluso cómicas. UN VIAJE HACIA LO INTERIOR Otro material encontrado fueron una serie de libros sobre subterráneos, como Bajo Tierra de Robert Macfarlane. Un experto en montañismo que escribe sobre el subsuelo, donde se entierran los difuntos, los residuos nucleares…Advierte como lo más preciado y lo más odiado está bajo tierra. Pako Merino resalta cómo el ser humano ha sido capaz de recorrer todo el horizonte, llegar a la luna, casi a Marte, pero a nivel de profundidad hemos recorrido muy poco espacio. Entonces hay una serie de lugares que generan un magnetismo a nivel de fantasía – Julio Verne con Viaje al Centro de la Tierra, Alicia en el país de las Maravillas que se meten el hueco de un árbol -, o sea hay una serie de espacios, una cueva, una alcantarilla que es un agujero negro, que genera un magnetismo, pero al mismo tiempo un miedo. Al final todo eso es un viaje hacia el interior. Lo mismo cuando uno cierra los ojos, no hay luz y genera una especie de vacío. DIEGO LORCA, actor y dramaturgo Diego Lorca es el que crea la dramaturgia con todas esas informaciones. En Búho la investigación sobre la memoria se llevó a cabo en el Hospital Guttmann (Badalona y Barcelona), un hospital de Neurorehabilitación, cuya especilización es la recuperación de la memoria, ante las amnesias. En lo referente al subsuelo, la documentación fue a través de los mossos de squadra que recorren las alcantarillas para vigilar la seguridad de la ciudad y las cuevas prehistóricas a las que sólo acuden antropólogos y donde en la oscuridad al pasar la linterna, aparecen figuras y al quitarla desparecen. También está la experiencia del espeleólogo que se adentra en la oscuridad de la cueva y vuelve a salir a las 11 de la mañana siguiente, con lo cual experimenta la desorientación espacial. Todo ello sirve de metáfora para la amnesia que ve una pequeña luz y lo pequeño que alumbra es lo que recuerda, y el resto es la inmensidad del olvido – resume Pako Merino. A este respecto Diego Lorca añade lo que el personaje Pablo manifiesta:
Es una espeleología personal. La obra pretende recoger todo ese viaje que siempre hacemos de forma obsesiva. Después de la elección de ese tema, tenemos que ser sinceros con nosotros mismos, porque sabemos que vamos a estar muchos años, muchos meses dándole vueltas y contactando con gente. Entonces todas esas capas de profundidad funcionan en la memoria de Pablo, pero también en nuestra memoria. Estamos obsesionados por ver qué hemos heredado de la historia o de otras obras nuestras. Estira aún más la línea de las obras anteriores – Éxito, Distancia 7 minutos – aquí Pablo está obligado, sin ser consciente de ello, a buscarse quién es y qué es lo que ha quedado de él. Da una fase de profundización máxima, que nos ha permitido de ir a buscar esos 30.000, 40.000 de años atrás donde nuestra experiencia es capaz de provocar en mucha gente con el lenguaje escénico ese gesto que veo ahí y me fascina como cuando entramos en las Cuevas del Castillo y vemos un trazo de hace 40.000 años que hizo una persona, y ahí te transporta a algo que te pertenece y te eriza el alma porque sabes que es una etapa muy anterior. Hay algo magnético en esa forma de expresión, en ese arte compartido que hemos ido arrastrando a lo largo del tiempo. Nuestro teatro conjuga bien en Búho porque tiene esa obligación de hablar de arte en el teatro, un arte que nos pertenece y es el resultado de años de evolución. VIAJE HACIA LA PROFUNDIDAD La historia, dramatúrgicamente, está tratada a nivel de «thriller», una búsqueda para saber más. Se tiene todo almacenado, pero cuando se empieza a perder la memoria lo que dicen los científicos es «las conexiones no saben dónde están en el cajón» y todo está ahí. De forma fortuita o aleatoria, abres un cajón y encuentras algo, lo cual recuerdas que forma parte de tu vida, pero otras no. A leer tu propio pasado lo cambias. Pablo, a lo largo de este transitar por su interior, recuerda eso: recuperar momentos, y la parte más interesante de la obra es que no habla de un caso concreto de Pablo, sino que Pablo es fruto de muchas personas. Lo importante es dejarse sumergir como público en un viaje que va haciendo una inmersión, poco a poco y te encuentras en un lugar muy profundo, que puede destapar algo de tu interior de tu propio pasado y de tu memoria. El público sale, a veces, con la idea de «¿Quién soy? ¿Cuál es mi identidad?» Este es el gran ¡boom! de esta obra.
El centro de la dramaturgia Diego lo concreta en que el público haga ese viaje de la memoria. No se trata de seguir el hilo de Ariadna – mitología griega – de Pablo, el protagonista. El público se deja ir durante la obra y se implica en un viaje hacia la profundidad de uno mismo. Lo plástico, lo visual, lo ambiental y las preguntas que se lanzan te llevan a algo muy potente interior que te estalla, y no tiene el tiempo suficiente para vivirlo hasta otra pregunta que te carcoma por dentro. La obra es eso, la búsqueda hacia el interior. También se juega con la estructura de la memoria – añade Pako – . Hay algo de desorden en los recuerdos. El recuerdo no se compone de una forma lineal, sino que vienen frases, imágenes y el cerebro intenta unificarlo, al hacerlo modifica esos recuerdos con la fantasía propia. Uno comparte el mismo momento que hemos vivido juntos y, seguramente, la historia varía muchísimo. Al transportarlo al lenguaje escénico lo ordenamos y luego el espectador lo desordenará a su antojo. Aquí igual. Cuando entramos en la cabeza de Pablo se generan escenas y situaciones que rompen esa linealidad. No es un espectáculo – precisa Diego – en el que no te vas a sentar en la butaca para que me digan «Yo pienso esto». Nosotros somos provocadores, en el más amplio sentido de la palabra, con todos los elementos, para que eso haga pequeñas punzadas en ti, y luego, al final, tú seas capaz de interpretarlo. En todo teatro siempre elementos de provocación del dolor, la risa… Por ejemplo cuando yo digo «madre» y lo dejamos viajar en cada uno de nosotros surgen multitud de imágenes en la cabeza y cada uno de nosotros nos aproximamos a ese término como consideremos en ese momento. Dentro de la tragedia que supone la pérdida de la memoria, a la cual «todos estamos abocados». Pako Merino recuerda que también hay momentos cómicos. En un grupo de terapia grupal se advierte «Vamos a sentarnos uno al lado de otro y nos aprendemos el nombre del de al lado para luego repetirlo». Un paciente irrumpe: «No me acuerdo del mío, voy a recordarme del de al lado». (risas) A nivel de dirección escénica la compañía Titzina Teatro vuelve a sus origines, el lenguaje de Jaques Lecoq, en el que un sentimiento se transforma en un gesto, y el gesto provoca la palabra final, y provoca el diálogo y el conflicto con otro elemento escénico. Aquí volvemos a ese espacio que se mueve y provoca esa dinámica de movimiento hacia el público con belleza y con la música que te hace vibrar. También hemos buscado otros recursos como los audiovisuales, pero siempre en la fusión de un espectáculo total, que tiene que haga decir al público: «Tengo que sentir aquí. Tiene que pasar algo por mí». Es el teatro de compromiso que hacemos. Lo que es menos potente es lo argumental.
COMPAÑÍA TITZINA La compañía catalana Titzina, con más de 20 años de trayectoria, está formada por Diego Lorca y Pako Merino los cuales se conocieron en 1999 en la Escuela Internacional de Teatro Jacques Lecoq de París. Después de estudiar y trabajar en varias compañías internacionales, en agosto de 2001 fundan Titzina en Cerdanyola del Vallès. La señas de identidad de Titzina se basa en un trabajo de periodismo antropológico de entrevistas y convivencias. Se adentran en la vida de otras personas y abordan lo más destacable y, a veces, desconocido del ser humano. Sus obras están publicadas y su ópera prima, Folie a Deux (2002), adaptada al cine. Desde su primer estreno la compañía ha presentado Entrañas (2005), Exitus (2009), Distancia siete minutos (CLICK) (2013) y La zanja (2017). FUNCIÓN
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Título: Búho
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