Soledad recibe con sorpresa la noticia de que está embarazada. No puede ser, dice. Ha tomado precauciones. Pero el médico insiste. Ella asume el hecho con resignación.
Herminia y Ana son dos mujeres inseparablemente unidas. Cuando los espectadores accedemos a la sala las encontramos sentadas en el suelo, al fondo del escenario, apoyadas contra la pared, desnudas y entrelazadas por sus cabellos.