Los premios Lope de Vega han tenido, desde su lejano origen, una vida azarosa en lo que a su estreno se refiere. El compromiso de hacerlo figura en una cláusula de quita y pon. Cuando era obligatorio, no siempre se cumplía, para disgusto de los autores.
Eran ańos en que surgían nuevos autores y los textos buscaban elementos renovadores. Los actores jóvenes salidos de una RESAD, que luchaba por renovarse y actualizarse, se lanzaban a la escena mediante la formación de grupos independientes y el público se familiarizaba con las Nuevas Salas Alternativas.
¿Qué se puede decir a estas alturas de obras como Hamlet, La tempestad o cualquier otra de las del dramaturgo inglés que no se haya dicho ya? ¿Qué aporta cada nueva puesta en escena a lo ya expresado en las precedentes, varios cientos sólo en los últimos años? ¿Qué busca el espectador en cada una de ellas?