El enfermo imaginario es un texto muy conocido pero poco representado. Esto es lo que le llevó a José María Flotats a elegirlo cuando Helena Pimenta, antigua directora artística de la CNTC, le pidió un texto para celebrar el 400 aniversario del nacimiento de Molière.
La CNTC (Compañía Nacional de Teatro Clásico) montó de Molière, en la época de Adolfo Marsillach, El Misántropo y posteriormente un Don Juan. Ahora llega El enfermo imaginario, un texto que en palabras de Lluis Homar, actual director artístico de la CNTC, es absolutamente indispensable ese diálogo entre estos grandísimos autores clásicos. En EEUU se dice que la segunda causa de muerte es el consumo de productos farmacéuticos. Esa neurosis ya hace 400 años Molière la ha tratado de una forma diáfana y el tercer acto parece que hubiera sido escrito hace 24 o 48 horas. Estamos a punto de asistir a un espectáculo magistral. Es absolutamente única en nuestro país la figura de Josep María Flotats que dirige e interpreta el espectáculo. No hay otra persona en nuestro país capaz d esa proeza y además con esos increíbles resultados. Es un espectáculo maravilloso. Fue una decisión que tomaron Helena Pimenta y Josep María. Un feliz acuerdo que nosotros hemos intentado hacer nuestro, y nos sentimos contentos y felices de este espectáculo. EL ENFERMO IMAGINARIO
El enfermo imaginario nos llega a través de una traducción de Mauro Armiño, quien recuerda que Molière se crió con los cómicos de la Commedia dell’Arte. Trabajó casi siempre con ellos o a su lado, y trató de hacer una comedia en la Comedia Francesa siempre al servicio del Rey. Tuvo problemas con una comedia que se llamó El Tartufo, y Luis XIV lo abandonó un poco, pero a los 6 años El Tartufo se pudo poner. El enfermo imaginario es emblemática porque al poco de estrenarla e interpretarla, se sintió indispuesto y murió de una neumonía. La traducción es prácticamente literal con los únicos arreglos del director de escena, al servicio de lo que Josep María pedía. El texto ha quedado muy claro, se entiende bien. Sigue siendo una de las grandes obras que en medio de este COVID viene un poco a contrapelo, porque ahora no es nada «imaginario». Conviene saber la cantidad de pastillas que nos tomamos, solamente porque nos las recetó el médico para sobrevivir a un neurosis como le pasaba al bueno de Argán. JOSEP MARÍA FLOTATS Josep María Flotats se encarga de la dirección y de dar vida a Argán, el protagonista. No ahorra palabras de agradecimiento a Lluis Homar , «por sus mimos» con este proyecto, y al Teatro de la comedia así como al fantástico equipo de actores que «ha han tomado este proyecto con una ilusión tremenda y con un don fantástico».Es fantástico porque basta sugerir algo y todos un «¡Sí!». Referente la traducción de Mauro Armiño añade a lo expuesto por él, la cualidad de ser un lenguaje muy fluido, parece un lenguaje moderno pero no lo es. No se habla así por la calle, pero todo es claro, limpio y se entiende. Quiero precisar que en Francia no se dice la lengua francesa, sino la lengua de Molière. Esto muestra hasta qué punto la escritura de Molière en la cultura francesa. Hablan la lengua de Molière y no el francés.
LOS ENEMIGOS DE MOLIÈRE La importancia de Moliére, Flotats la refleja en una anécdota de la época: A la muerte de Molière,Luis XIV, ya mayor, cansado y enfermo, se paseaba por los jardines de Versalles al lado del gran escritor Nicolás Boileau, amigo íntimo y defensor de Molière hasta el último momento. Luis XIV le dice«¿Cuál ha sido el mejor escritor de mi reino?» «Moliére, señor». «¡Ah!» «Sí, mejor que La Fontaine, Corneille, Malherbe, Sí es Moliere» «No lo hubiera creído nunca, pero ya que usted entiende mucho más en eso, no le voy a contradecir.» Eso explica hasta qué punto Luis XIV, influenciado por los enemigos de Molière: la Iglesia de un lado, a través del arzobispo de París, de Jean Baptiste Lully, director de la Académi Royale de Musique de la Ópera de París, con un contrato que especificaba que en ningún otro teatro se podían tener más de tres músicos, cuando Moliére con El burgués Gentilhombre lo había hecho con Lully e inventado el teatro con ballet y por tanto inventado la comedia musical. Lully se quedó con la potestad de sólo yo tengo derecho a tener bailarines y músicos en mi teatro. Los demás solo tres o cuatro músicos. Estas son las traiciones a Moliére, junto con la de su mujer. MOLIÈRE ACOSADO FAMILIARMENTE
Cuando escribe El enfermo imaginario está en una situación terrible de dinero para pagar a la compañía. A ello se une el engaño de su mujer con uno de los nobles más poderosos del momento y con otros; la Iglesia que no le perdona; el director de la Compañía de Bourbon lo denuncia porque Moliére está casado con Armande Béjart que decían que era la hermana pequeña de Madeleine Béjart. Moliére vive la primera parte de su vida con Madeleine, aunque no están casados. Luego se enamora de Armande. Se llevan 20 años de diferencia. Las malas lenguas dicen que Armande no es hermana de Madeleine, sino que es hija, por lo cual Molière se habría casado con su hija. Eso en aquella época quería decir «condenado a galeras«. Entonces toda la Iglesia, a causa de El Tartufo, aprovecha para ir atacando a Molière y cierre la protección del Rey. En esta situación es cuando Moliére escribe y representa El enfermo imaginario. Todo esto viene a cuento, según Flotats, para comprender que en el teatro de Molière hay que buscar «lo absurdo». No hay que hacer de Molière un teatro psicológico, ni comedia burguesa o de costumbres. Es un teatro de denuncia a través de la comedia heredada de la Commedia dell’Arte, y, al mismo tiempo, sin lógica y me atrevo a decir entrecomillas mu pequeñas, casi del «absurdo«. Ese «sin sentido» que hace que los personaje se contesten cosas que «no analizo bien lo que me has dicho y contesto otra cosa». Es casi un contrasentido. Eso hace que todo lo que era drama en la vida de Molière, y es lo que he pretendido al dirigirla, son bofetadas a lo social, crítica por aquí y por allá, pero no en general, sino de los malos médicos; la mala praxis; de las enfermedades mentales; las obsesiones; del abuso del padre queriendo casar a la hija por fuerza; de qué relación social hay entre la gente, entre el dueño y Tonina, la criada; la relación entre los hermanos. Es un retrato de esa sociedad. Siempre con su propia máxima: «el deber de la comedia es corregir a los hombres distrayéndolos». Es un poco Bertold Brecht, pero me hace reír más Molière que Brecht. RAZONES PARA MONTAR El enfermo imaginario aparece en el horizonte de Flotats cuando Helena Pimenta le propone lo que quiere hacer. Yo estaba de gira con el Voltaire/Rousseau (CLICK) y estaba releyendo Molière en esos largos viajes que todavía son interminables, cuando vas de bolos a La Coruña o a El Ferrol, o a San Sebastián. Tienes tiempo de leer, es una ventaja. Me encontré que Molière nació en el 1622, estamos en 2019, me proponen una obra en el 2020, será la temporada 2020/2021, todo el mundo celebrará obras de Molière y yo no tendré ningún teatro público a disposición. Será una temporada antes, pero yo como Sociétaire de la Comédie Française quiero celebrar los 400 años de mi «patrón», porque los Societaire llamamos a Molière «Patron» y la Comedie se llama la Casa de Molière. Todas las mañanas cuando los actores entramos en la Comedie, hay un magnífico, sublime y extraordinario busto de Molière, hecho por Jean Antoine Houdon, y le pellizcamos la nariz y le decimos «Bonjour patron». Es como signarse en la Iglesias, lo mismo. Si no lo haces a lo mejor todo te sale mal. Huelga decir que , con los siglos, le brilla la nariz. El 15 de enero de 1622 es la fecha del nacimiento de Molière que se lee en las Enciclopedias, pero Flotats precisa que esa fecha es cuando lo bautizan. No se sabe la del nacimiento. Yo añado que los bautizaban tres días después porque los niños morían enseguida. Entonces nacería el 12 de enero. Yo nací un 12 de enero, no del mismo año (risas), y entonces coincido con él. Entonces me dije «Voy a montar El enfermo imaginario«, y de ahí hacer un homenaje, pensando que al estar a finales del 2020, yo no tendría mi disposición un teatro público para hacer mi homenaje al «patrón». Esa motivación de raíz sentimental no le bastan a Flotats para justificar el montaje. Por ello surgen interrogantes: ¿Por qué lo quiero montar? ¿Qué quiero decir? ¿Cómo? ¿De qué manera? ¿Con quién? A partir de ahí comienza mi diálogo con el escenógrafo Ezio Frigerio y con la figurinista Franca Squarciapino. Me informé y no hay en Madrid personas de 60 años que hayan visto una representación en Madrid de El enfermo imaginario. No hay una memoria de una escenificación reciente de la obra. Me han contado que ha habido alguna compañía pequeña que la han hecho uno o dos días en teatros pequeños en Madrid. Probablemente luego se hizo de gira mucho, pero en Madrid no. (1) Pensé, ya que estoy en la Compañía Nacional de Teatro Clásico, vengo de la Comedie y tengo una cierta convivencia con una tradición de cierto estilo, que no quiere decir caspa o polvo, es la ocasión de hacer un espectáculo, que, al menos, sea la referencia a los cánones del siglo XVII, de Molière. GRABADOS DEL S. XVII EN 3D
El problema era definir los cánones de esa estética y que no fuese una representación de cartón piedra. Ello provocó el diálogo con Frigerio y Franca Squarciapino durante muchas semanas. Lo que no cabía duda era que lo que idease Ezio sería exquisito, pero el peligro era caer en una casa del siglo XVII con un realismo de tipo cinematográfico. El dilema planteado era cómo conseguir estar dentro de los cánones artísticos del siglo XVII y mantener la distancia entre esos son los cánones de Molière, pero los actores son del s. XXI, y ese lenguaje tan fantástico que es la lengua de Molière que hablan los franceses, reproducirla con la interpretación dramática más contemporánea, más vedad, más real, dentro del estilo molieresco de un «sin sentido». Se llegó a la idea de los grabados del s. XVII como fuente increíble de información: platos, trajes, chimeneas, sábanas, colchones… Ezio, me dijo, como un libro de grabados. Sí, pero entran los actores y lo transforman en las tres dimensiones. Ese es el mundo poético que hemos querido dar. Personalmente me satisface mucho porque me da lo que yo deseaba: estamos siempre en un mundo que no es real, no es reproducción histórica, no es copia de una época. Es contemporáneo y al mismo tiempo de la época. Para entender esto me remonto a Proust con su novela En busca del tiempo perdido. Los actores y directores siempre estamos en busca del tiempo perdido en todos nuestros trabajos. Ahora yo estoy en busca del tiempo perdido de hace 400 años. Esa búsqueda del tiempo pasado es algo natural en nosotros, menos cuando frecuentamos un autor vivo de teatro contemporáneo que tenemos al lado. Así todo cuando tengo a Jean Claude Grumberg de Serlo no serlo (CLICK) que hicimos en el Teatro Español sobre el tema de ser judío o no, claro que es contemporáneo, pero me habla de 45 años atrás. Entonces también tengo que buscar un tiempo pasado para meterme en él. Este es el espíritu en el que hemos trabajado. EL ENFERMO IMAGINARIO En principio El enfermo imaginario es un ser que resulta ridículo y con el que nos reímos por su obsesión. No obstante muchas obsesiones enfermizas proceden de una raíz psicológica o de una somatización de los conflictos personales. De ahí que el final en el que queda un tanto abandonado y ridiculizado por el resto de los personajes convierte la comedia en tragicomedia. Flotats afirma es que es una tragicomedia. El misántropo ya es una tragicomedia, y en la vida real es vivida por el propio Molière. Aquí es una tragicomedia: «¿Cómo está maestro?» «Muy mal». «¿El público está aquí?» «Sí» «Pues hay que hacerlo reír», y se entra en escena. Es ese contraste voluntario. A mi entender hay una voluntad de no querer enseñar en la puesta en escena el personaje decaído, porque obligación profesional es el estar bien delante del público a pesar de estar mal. Intento jugar con estas dos cosas: A pesar de estar mal, hacer reír al público y tener la energía para hacerlo. Podemos pensar también que Argán es mucho Molière, pero a la vez un hombre un poco inmaduro, que por el pánico a la muerte y su obsesión de resolverlo todo con pastillas, se deja convencer a la primera. No se da cuenta de su mujer ni de todo su entorno. Es egoísta. Los actores somos egoístas, pero en el buen sentido porque queremos proteger entre comillas, y quiero que se me entienda, la pequeña obra de arte que estamos construyendo con el personaje. Entonces ¡Ay! de quien me moleste o me rompa un poco esa construcción que tanto nos cuesta.
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FUNCIÓN PRECIO Personas con discapacidad igual o superior al 33% Grupos 20-29 personas
Título: El enfermo imaginario
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