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ERNESTO CABALLERO
– Por edad pertenezco a los que empezaron a estrenar en los años ochenta. Ahora bien, lo de las generaciones es un invento de los periodistas muy útil para los estudiosos, aunque en realidad no obedece a ninguna razón más allá de la meramente biológica. Cada diez años, una nueva generación. ¡Qué disparate!
– Eres autor teatral, director teatral y profesor de interpretación en la RESAD (Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid), por lo tanto de alguna manera actor. Das el perfil de los antiguos autores teatrales (Shakespeare y compañía), que gestionaban todo. ¿Es más fácil dirigir una puesta en escena cuando se es el autor o ello supone una limitación a otros tratamientos?
TEXTOS VIAJANDO POR EL EXTRANJERO
No hay que buscar un motivo especial para que Ernesto venga a nuestra página web MadridTeatro. Su continua actividad escénica, siempre lo sitúan como noticia. No obstante, en este caso se añade un razón más. En este mismo año dos de sus textos han sido retomados: uno en Nueva York (Un busto en el cuerpo) y otro en Roma (Tierra de por medio). Con anterioridad, en noviembre de 2003, en Alemania la Compañía Municipal de Giessen, estrenaba, traducida al alemán Auto. – En el extranjero otros han hecho tu puesta en escena ¿Qué valoras de tales montajes o que defectos les ves?
– Ha sido muy satisfactorio comprobar cómo, a pesar de haber desplegado muchos recursos que nunca podía haber imaginado, eso que se llama “el espíritu de la obra”, la tonalidad latente del texto, su música, en última instancia, el estilo… se manifestaba con gran elocuencia.
La “camada” de Ernesto Caballero, hijos más cercanos a la incipiente democracia, convivían con temas más a ras de suelo y sus personajes dejaban de ser estilizaciones de los que pululaban por las calles. El y sus compañeros consiguieron estrenar, pero tuvieron que pagar un canon : ser olvidados por el teatro oficial o institucional y llevar sus bártulos a “garitos” -hoy “Salas Alternativas” – dispuestos a recibir una serie de textos que fuesen más allá de aquellas primeras ventanas abiertas. – El público de las Salas Alternativas es un público muy específico y minoritario en el que encuentro una gran complicidad. Es mi público natural. – Aspiro (y de hecho ya lo he hecho en varias ocasiones) a dialogar con otros espectadores. – Me da lo mismo siempre que estén garantizadas unas adecuadas condiciones de representación. Los que vemos los toros teatrales desde la barrera, siempre se nos enciende una interrogante lucecita cuando un hombre de teatro de esta “camada”, acepta encargos ajenos y algunos cercanos a lo llamado “comercial”. Es como si dejasen aparcados por unas semanas sus integérrimos principios de un teatro más comprometido. – Acepto encargos (no todos) porque soy un profesional y porque de este modo puedo rehuir cierta tendencia a la endogamia. Tengo un regusto casi masoquista de trabajar revisando y corrigiendo lo que me sugiere quien paga, aunque sus exigencias estén, en principio, en contra de mi criterio. – Y ese ir en contra de tu criterio ¿no te desasosiega? – Esto me obliga a adoptar insólitas perspectivas que a la larga percibo como muy enriquecedoras. – ¿Quiénes te llaman? – Hasta la fecha me han llamado compañías independientes, productoras comerciales y el desaparecido Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas. “Santiago de (Cuba) … y cierra España” fue un texto en 1999 para el teatro de la Abadía. En el 1992 coproducido por el CNNTE (Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas) y Madrid Capital Europea 1992 – ¡qué lejos queda ya todo aquello! – se estrena en la antigua Sala Olimpia y Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas Precipitados. Es un espectáculo puzzle de diversos autores: Leopoldo Alas (La pasión de Madame Artu), Ignacio del Moral (Papis y Oseznos) y Ernesto con Mientras Miren y A Cafarnaúm. El lugar común de todas las historias – breves – era un Madrid de barrios y seres marginales.
“tiene todas las características de una despedida o, al menos, de conclusión de un ciclo (…) Deseo que esta despedida escénica esté desprovista de sentido literal. Ernesto caballero, y no es la primera vez que lo escribo, dejó hace tiempo de ser una promesa para convertirse en una de las grandes realidades del teatro español joven y sus posibilidades están lejos de agotarse. No puede ser precisamente él quien se cierre el camino. Aún tiene que dar lo mejor de sí mismo.” El “san benito” que toda esta “camada” de autores teatrales nacidos con las ventanas abiertas, fue , justamente, ser considerados durante mucho tiempo como jóvenes promesas, cuando el biberón literario lo habían dejado hacía mucho tiempo. Uno de los lugares comunes de la tal “camada”, es estrenar sus textos con su grupo de actores. Ernesto y un grupo de actores jóvenes – años ha – formaron Producciones Marginales. Allí estaban Susana Hernández, Marisol Rolandi, Ascensión Ferreras, Valentín Hidalgo, Pedro Ocaña, Daniel Moreno, Rosa Savoini … El grupo ha seguido siendo fiel (bajo otros nombres como grupo) en años sucesivos – alternando con otros trabajos – y al estreno de un texto de Caballero volvía el colectivo. Venían a ser algo así como “Los tres Mosqueteros”. Cada uno en si vivienda y de pronto el “todos para uno y uno para todos”. De hecho, prácticamente, así ha sido, incluso habiendo desaparecido Producciones Marginales. – Te quiero muñeca ¿era un texto en el cajón y oportuno para ese momento y esos actores? – No, no era un texto que tuviera en ningún cajón. Albergaba la idea de escribir una comedia inspirada en “La Eva futura” de Villiers. Cuando me preguntaron si tenía alguna obra que pudiera protagonizar Maribel Verdú, expliqué la idea, se aceptó y me puse a escribir. Este Te quiero muñeca revelaba una faceta de Ernesto que hasta ahora sólo se apuntaba y que desaparecía al instante: la capacidad del humor. En la crítica de entonces se señalaba a un Ernesto capaz de emular “el estilo de la mejor comedia americana y” poseer “la originalidad de volver a reflexionar sobre el dramatismo de vivir en pareja, desde el humor y desde esquemas no convencionales”. (Reseña, diciembre 2000, n. 322, pp 29/30)
En esta ocasión además del texto, Ernesto también dirigía a Maribel Verdú y Luis Merlo, actores con cierto renombre en el mercado teatral. Posteriormente – en el 2001 – volvió a dirigir a la Verdú y a Amparo Larrañaga en Las amistades peligrosas de Christoper Hampton – Con los actores que se mueven más en el terreno comercial o de gran público ¿cómo te sientes como director? – El actor “de mercado” vive una angustiosa situación de estar permanentemente concursando en una oposición. En general se entrega sin reservas, aunque lo hace de un modo extremadamente individualista que choca frontalmente con mi manera de entender el teatro. LAS VENTANAS ABIERTAS – Después de una programación anodina en el Español ¿qué esperas del nuevo director Mario Gas? – Espero que, teatralmente hablando, pasemos del siglo XXI al siglo XXI – No ha programado, según parece ningún autor español ¿cómo lo ves? – Lógico. – En este país, al menos, cuando se cambia de gobierno el teatro, los directores y actores también sufren una convulsión e incluso se oye la frase: “Ahora suben los de izquierdas”. ¿No debería el teatro estar un poco al margen de esos cambios o esto es una quimera? – Es una quimera. Ni los teatros, ni los museos, ni las orquestas, ni, por descontado, los medios de comunicación públicos van a dejar de estar al “albur” del control del político de turno. – Me parece un nombramiento muy coherente. Es un gran creador. Le deseo suerte. REVOLUCIÓN CON LOS CLÁSICOS
La escena española abandonó por unos años el gusto por nuestros clásicos. Se empolvaron, se hicieron pesados y era un auténtico sacrificio el ver levantarse el telón. De pronto sonaron voces de recuperación del verso, de las tramas clásicas y de que nuestro Siglo de Oro valía la pena y no solamente porque lo dijera la Historia de la Literatura. Nació la Compañía de Teatro Clásico al frente de Adolfo Marsillach. Llovieron las críticas contra el recién nombrado director. Poco a poco subieron al escenario títulos que desterraron la idea de que ir a ver un clásico era un muermo. En esta última regencia el criterio cambió. La tal Compañía Estable desapareció y fueron subiendo diversos montajes procedentes de diversos orígenes y por lo tanto de diversos creadores. Grupos y directores no encardinados oficialmente al teatro de la Comedia, trajeron a Calderón, Lope y demás autores. Ernesto lo hizo – no en la Comedia – con Eco y Narciso, Rosaura, El amor enamorado, La gran Zenobia… La peculiaridad de estos montajes era que el director iba más allá del simple texto y ofrecía nuevas visiones de eso que llamamos clásico. – ¿Cómo ves el camino que lleva la Compañía de Teatro Clásico y sus montajes? – La Compañía de Teatro Clásico como tal no existe en la actualidad. Es una de las más clamorosas deficiencias que padece la cultura española. Desearía que socialmente hubiese un poco de sensibilidad hacia esta cuestión. Sería el principio de una solución. NUEVOS DIRECTORES PARA LOS TEATROS PÚBLICOS. – No milito en ningún partido ni tengo amigos entre la clase política, por eso nunca he considerado esa posibilidad. – Vamos a fantasear: si lo fueras ¿cómo concebirías un Teatro Público? – De una manera muy concisa diré que un teatro público debe mantener vivo el teatro de repertorio, y a la vez dignificar la dramaturgia contemporánea. Esto debe hacerlo trazando objetivos artísticos a medio y largo plazo, primando siempre criterios de excelencia artística frente a las inevitables presiones del poder. Misión casi imposible. LA TELEVISIÓN, TERRENO ABONADO Hubo una época en que lo colectivos de este mundo que podemos llamar la “farándula” estaban muy especializados. Los del teatro no se rebajaban al cine. Los del cine ansiaban poder subirse a las tablas de un escenario. Y de pronto aparece la televisión, un género menor, y aglutina un tipo de gente que no son “ni chicha ni limoná”. Tienen que tener una memoria como los del teatro, por aquello de que todo va en directo. Y una fotogenia como los del cine, porque está ese horrendo primer plano que denuncia la edad o la falsedad de los sentimientos sino están bien expresados. Pasados los años y viendo lo rentable que es el invento a nivel de popularidad y de aspecto crematístico ese gremio de la farándula ya no le hace ascos. Los actores se han olvidado de la especialización y los autores comparten su inventiva literaria entre el escenario y los platós. Por eso mi pregunta. – Mi experiencia en televisión ha sido bastante frustrante. La ignorancia, la prepotencia y la zafiedad son moneda de curso en ese medio. Sin embargo, creo que es un campo apasionante que está demandando a la gente de teatro (no sólo actores). – ¿Has hecho algo como director o adaptador en el llamado teatro en Televisión de esta última hornada? – Actualmente estoy preparando el proyecto de una “sitcom” (comedia de situación) para televisión que produciría El Deseo y Media Pro. A ver qué dicen los directivos de las cadenas… LOS HIJOS PREFERIDOS
– ¿De qué montajes has quedado más satisfecho? y no me digas aquello de que “Todos eran mis hijos”, pues eso lo dejamos para Arthur Miller. – Eco y Narciso de Calderón de la Barca , Querido Ramón, sobre textos de Gómez de la Serna, Brecht cumple cien años y Auto. Uno de su últimos montajes ha sido He visto dos veces el Cometa Halley, con motivo de la conmemoración del centenario de Rafael Alberti. El espectáculo está construido a partir de los versos del poeta, pero supeditados a una idea teatral que los potencia. En palabras del crítico Eduardo Pérez-Rasilla “sorprende, muy agradablemente por su imaginación, por su elegancia, por su compromiso y por su magnífica factura formal. El trabajo de los actores se ha puesto al servicio del espectáculo (…) (es) justo destacar la sensación de homogeneidad que produce el elenco y alabar la eficacia y la entrega al proyecto de todo ellos. (Reseña, noviembre 2003, n. 354, pp.14/15)
Este “cometa” vino a denunciar el nivel elemental en el que se mueve el público español a nivel de teatro. Unanimidad de crítica e incluso de los pocos espectadores que acudieron a verlo. Pero eso, fueron pocos. FUTURO – ¿Proyectos de futuro? – Descansar. – Añade lo que se te ocurra. – No se me ocurre nada más. – Bueno, pues cerramos el chiringuito y vamos a la erudición que nunca viene mal.
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