MARÍA ADÁNEZ ES CARMELA: AMOR POR LA VIDA
María Adánez es Carmela y Pepón Nieto es Paulino, ellos son los instigadores de ¡Ay, Carmela! Eran tiempos de Pandemia y hartos del encerramiento se confabularon María y Pepón para un directo en Instagram: hablar sobe la película El tiempo de la felicidad de Manuel Iborra. Ahí surgió el «hacer algo juntos». A María le vino enseguida ¡Ay, Carmela!, función de la que se había enamorado en el estreno con Verónica Forqué y Santiago Ramos y luego al ver la película de Saura. A ello se unía el perfil de Pepón, que le iba como anillo al dedo. A Pepón le encantó la idea. Si para Pepón, Paulino era un traje hecho a medida, Carmela era un deseo por sus cualidades Me llama la atención su amor por vivir, por lo sencillo como es cantar, comer, hacer el amor y sobre todo su amor por la justicia social. Es una mujer mucho más pura y menos sofisticada que nuestra generación. Tiene una gran pasión por lo cotidiano, por los placeres y las cosas pequeñas. Por su parte Paulino, según Pepón Nieto es un personaje con muchas caras. A priori es un «cagón», tiene mucho miedo, aunque es un miedo justificado porque en cualquier momento le pueden pegar un tiro, ha mucha hambre, mucho frío y descubre que el valor de la vida es muy poco. Miedo a la guerra. Pepón Nieto advierte que Paulinos hay muchos en la vida y en la actualidad si se presentase una situación como la que refleja la función. No sabes cómo vas a reaccionar. Lo hemos visto en la Pandemia. algunos nos lo tomamos bien e incluso disfrutamos del confinamiento. A otros les ha dejado secuelas psicológicas. Nunca sabes cómo vas a reaccionar. Quienes se ríen del cagón Paulino, probablemente se comportarían como él. LAS IDEAS FRANQUISTAS ESTÁN VOLVIENDO
El que vuelva de nuevo ¡Ay, Carmela! se hace carne gracias a las dos productoras Faraute y Pentación, las cuales aceptan la propuesta de María Adánez y Pepón Nieto, y llaman a José Carlos Plaza para que aborde la dirección. Lo que motiva volverla a subir a un escenario, según José Carlos Plaza es que Uno, es una obra clásica, extraordinaria que habría que estarla poniéndola constantemente, y los es que estamos en un momento tan difícil en el fascismo, las ideas, otra vez, franquistas están volviendo de tal manera integrándose en la sociedad que es muy bueno volver a hacer un grito de ¡Ay, Carmela! para recordar y nunca olvidar lo que pasó. Cuando l ofrecieron el texto José Carlos no tuvo ninguna duda en dirigirla. Ni un segundo. Fue un «¡Sí!» inmediato. Es una función que yo quería haber hecho, pero la había hecho José Luis Gómez, de rodillas, Miguel Narros, de rodillas. Entonces ante grandes maestros nunca había pensado hacerla, pero yo la hago ahora, pero por ideología. La gente que somos de izquierdas, con todo el orgullo y con todo el amor, tenemos que dar un grito de que esto que está pasando, no puede pasar. Pongo mi pequeño granito de arena. UNA FUNCIÓN SOBRE LA CULPA Y LA MEMORIA Al tomarla José Carlos, cabe pensar que podría darle algún nuevo sesgo al texto. no tal Soy un director que creo muchísimo en el texto, y cuando hago un texto es porque creo en él. No lo toco. Lo que intento es profundizarlo. Lo que intento es olvidarme de la forma e ir hacia el contenido de cada palabra, de cada frase, de cada transición. De cada emoción del personaje. Esta función, lo que pretende ser, es lo más profunda que he podido hacerla. Además de las versiones teatrales está la película de Carlos Saura, de la cual José Carlos afirma no haberse inspirado para nada Para mí lo más importante de la función es la memoria. Es una función sobre la culpa y la memoria. Eso no lo hace la película. Te cuenta la historia que es la primera lectura de la obra, pero al ser una obra mágica sobre la culpa y la memoria, la película no me ha aportado nada. Carmela es nuestra memoria y nuestra culpa como lo es de “El Paulino”, el “cagón”. Carmela con su verdad, su vitalismo, su pasión y su valentía, con su amor hacia la vida y hacia los demás, ostenta los valores que está dentro del alma de las buenas personas. Carmela es la reivindicación de la bondad tan denostada en estos días. José Carlos ve a Carmela domo una mujer divertida, brillante y descarada. Es pura raíz, pura sangre. No piensa mucho, convive con los que la rodean, siente y padece. Un ser sin cultura, sin sofisticaciones, sin prejuicios que es carne viva, sensible al dolor de los demás. Y Carmela se sacrifica porque no puede vivir en un mundo podrido. TELONES VIEJOS Y ANBANDONADOS Llama la atención el espacio escénico, ya que las últimas versiones optaban por un cierto minimalismo. Aquí no encontramos con un teatro plagado de fragmentos de telones viejos, gasas y demás gastados artilugios de un teatro un viejo teatro, el Teatro Goya de Belchite. Lo que está es intentar hacer un gran espectáculo, muy humilde porque no se ha gastado nada de dinero, muy aparatoso, jugando mucho con la magia, con la melancolía. Es una obra profundamente mágica. Un muerto vuelve. Las banderas, la presencia del viejo teatro… UNA GIRA LLENA DE ¡BRAVOS! Esta función ya ha sido estrenada fuera de Madrid. A lo largo de estas tres décadas han sido públicos jóvenes diversos los que se han acercado a este texto. En esta ocasión la experiencia en cuanto recepción del público ha sido emocionante. Cantan el ¡Ay, Carmela!, se levantan, claman ¡Bravo!…Hasta ahora manifiestan una profundísima emoción. Una comprensión y un amor a la función, de momento, pero Madrid es muy especial. Hemos ido a muchísimos sitios y hasta ahora llenos y ¡bravos! Emoción…La función es muy profunda y no está nada cortada. Dura dos horas y diez minutos. Ha estado impresionante. El público asistente en gira es de un 25% joven, un 30% de treinta o cuarenta años, y un 50% de la generación de la función cuando se estrenó y de los años posteriores.
FUNCIÓN PRECIO
Título: ¡Ay, Carmela!
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