Aprovechando un viaje a Santiago para ver la restauración del Pórtico de la Gloria, Dios y el Diablo encuentran una excusa para reunirse. Asistimos a un desenfadado duelo dialéctico, repleto de ironía y sentido del humor, donde se desgranan la existencia misma y la compleja relación con el ser humano. Dialogan unas veces de forma divertida y otras más agria, dejándonos ser testigos de esta relación de opuestos, condenados a soportarse y necesaria, donde se fundamenta el equilibrio de la vida. PEDRO GONZÁLEZ-TREVIJANO, catedrático y autor El texto original es de 2020 bajo el título de Adonay y Belial, una velada en familia. Pedro González – Trevijano lo terminó de escribir siendo rector de la Universidad Juan Carlos y la define como
una reflexión muy personal, de creación, aunque tiene una fundamentación filosófica e histórica y entre comillas «teológica» sobre el papel del Bien y del Mal en el mundo. Como estos son principios teóricos, estos dos papeles se encardinan en dos personajes, Adonay y Belial. Busqué el nombre premeditadamente para no identificarlos necesariamente ni con Yavhé ni con el Diablo, términos más conocidos de lo que pueden serlas concepciones cristianas o católicas más clásicas. Es una obra que gira al hilo de dos secuencias diferentes, pero que, al final, de una forma u otra se cruzan. De una parte Adonay-Belial recogen la herencia mitológica de los dioses griegos y romanos, y son personajes que están humanizados. Tienen y sienten las pasiones propias del bien y del mal de los propios hombres, pero simultáneamente, al final de la obra, Adonay y Belial se convierte en su momento en una creación de los hombres que se van a ver, de una forma o de otra, obligados a sustituirlos por dos advenedizos nuevos que llevan llamando a la puerta desde hace bastante tiempo. ES UNA ADAPTACIÓN GENIAL Pedro califica esta reflexión como densa y compleja, como bien sabe mi buen amigo Gabriel (Olivares), que ha tenido una paciencia infinita en su lectura, es una obra no difícil, sino imposible y absurda de representar desde una perspectiva meramente narrativa. Pertenecería a otra época y a un teatro de otro momento. Partiendo de este presupuesto, Gabriel me propuso hacer una reflexión moderna, desenfadada, divertida, al mismo tiempo reivindicativa, de estas dos figuras a lo largo de la historia que se acomodase más a los tiempos presentes. Esta es una adaptación genial, de una persona genial como es Gabriel. Ha puesto un texto clásico en una dimensión muy moderna y le ha dado unas alas, nunca mejor dicho ya que sale el arcángel San Gabriel, que seguramente no hubiera tenido lo que es una representación de factura clásica. DE ADONAY Y BELIAL, UNA VELADA EN FAMILIA
El espectáculo que representamos sobre el escenario responde al nombre de Jubileo, ideado por Gabriel Olivares, pero el libro original ha optado por Adonay y Belial, y con un subtítulo una velada en familia. Velada en familia, lo recogí para darle una mayor calidez a la titulación de la obra. Adonay y Belial son dos conceptos clásicos del mundo antiguo, pero muy desconocidos en los tiempos actuales y me pareció que recurriendo a esa referencia de «una velada en familia» se le daba una connotación más cercana. Por otro lado también, son dos personajes antitéticos que conviven desde toda la eternidad juntos, que representan lo antitético uno con el otro, pero que conforman su vida hermanadamente, cuya comprensión, por lo menos de facto, no es fácil sin el otro y desde esa perspectiva, al menos, entre comillas, tienen un cierto aire familiar, aunque ya se sepa que donde suceden las peores pesadillas, en o pocas ocasiones, es en el ámbito de la propia familia. El que Gabriel Olivares hubiera optado por Jubileo se debe a que es lo que me gustaría que transmitiera la función: «Júbilo«. Creo que el teatro es el mayor júbilo que tenemos los seres humanos, y esta función con un texto, aparentemente tan difícil y elevado, al final, hemos conseguido hacer un buen teatro con este diálogo entre Dios y el Diablo. GABRIEL OLIVARES, director
Jubileo es la función más indefinible que he dirigido. Creo que no tiene un género que pueda definirla. Jubileo es un encuentro tan espectacular como la propia creación, un encuentro entre dos seres que se conocen desde siempre pero que tienen mucho que decirse, tanto como lo que han callado a lo largo de la eternidad. Un diálogo eterno en el que nos hemos encontrado con el lado más humano de Adonay y Belial, de Dios y el Diablo. Descubrir las fortalezas y debilidades que tienen estos personajes es contemplar la verdadera grandiosidad que hay dentro de ellos, su verdadera humanidad. Gabriel añade que aunque es la primera obra representada de Pedro, estoy muy feliz de haberle cogido la mano y la libertad que nos ha dejado para hacer esta función. Hay un momento en que el texto literario da un salto para convertirse en un texto teatral. Muchas veces el autor o el dramaturgo no quiere soltar el texto literario, porque quiere ser fiel al autor. Como ha dicho Pedro, hay un momento en que el texto extiende las alas y hay que dejarlo volar. Desde luego yo me he sentido completamente libre. LO QUE ES EL TEATRO PARA MÍ Jubileo ha supuesto, para Gabriel, reencontrase con su método de trabajo como director cuando pone en pie un espectáculo en su grupo de teatro TeatroLAB (CLICK), en el que utiliza para el trabajo actoral como son el Método Suzuki y los Viewpoints. En este texto
he volcado mi experiencia de los 30 años de carrera a punto de cumplir. Es casi una especie de Manual de lo que he aprendido en estos 30 años. Cada cuadro es una reflexión de recursos teatrales que he aprendido: cómo afrontar una escena teatral, qué es el conflicto, qué es el protagonista, qué es el antagonista, qué es el drama frente al teatro… Todo eso, esta función me ha permitido exponerlo de principio a fin, de una manera muy canónica. Con todo esto no quiero decir qué es el teatro, sino lo que es el teatro para mí.La función tiene un prólogo, termina con un epílogo. Tiene un primer acto, un segundo acto, un tercer acto. Eso es un regalo. En una de las escenas aparece una figura femenina recorriendo una diagonal. Creo que una función tan compleja, que es el conflicto de los conflictos, el arquetipo de los arquetipos, o sea Dios y el Diablo, no hay nada más extremo. No sabía cómo meter el diente a esto. Recordé las palabras de una mujer muy sabia, directora de teatro que me formé con ella. Decía : «Cuando no sepas qué hacer en un escenario, haz una diagonal». Es lo que he hecho con esta función. Cuando digo «una diagonal» quiere decir «entrar por la puerta de atrás«. Usar eso que llaman el pensamiento lateral, en este caso el pensamiento diagonal, para enfrentarme a la puesta en escena de esta función. Una diagonal es lo que forma una balanza. Ha sido una manera de entrar, y encontrarme con estos dos personajes cómo se equilibran, armonizan, o lo contrario.
PUESTA EN ESCENA A BASE DE CUADROS
Gabriel Olivares precisa que la puesta en escena está concebida a base de cuadros muy cercano a o pictórico, pero, a veces, también a lo cinematográfico tratado a nivel teatral. Todo lo que está en la función sale directamente de la lectura del libro original Adonay y Belial, una velada en familia. Todo lo iconoclástico parece que es mío, pero está recogido del espíritu y la letra del texto. Me he puesto al servicio de él. Si se hubiera representado todo el texto que escribió Pedro, la función duraría cuatro horas y no están los tiempos para estar cuatro horas en el teatro, ¡Ojalá se pudiera! Una idea que está en el texto y me gustaba mucho tirar de ahí, para ayudar al público a que viaje con este diálogo de estos dos personajes que llevan discutiendo toda la eternidad, es plantearla como un viaje. Digo esto porque en la función se habla mucho de hacer el Camino de Santiago, y se me ocurrió que la función aterrizara en que estos dos personajes están haciendo el Camino de Santiago. A parir de aquí asistimos a todas las aventuras y desventuras que les ocurren. Ceo que es un viaje, no sé si circular o infinito, pero está plantado como una «road movie» de las películas de carretera. Me encantaría que el espectador entrara y saliera del teatro cambiado, como te cambia un buen viaje. Aunque la preeminencia actoral y hablada la tienen los dos protagonistas, la obra está arropada por cincos actores/actrices que según Abraham Arenas están haciendo un trabajo increíble del espacio escénico, que es un sello de TeatroLab y de Gabriel Olivares. Hacen un trabajo excepcional y con ellos aparece la magia. Ellos son : Raúl Peñalba, Paola Pozzo, Jésus Redondo, Violeta del Campo, Adrián Justel
FUNCIÓN PRECIO
Título: Jubileo
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