La coreógrafa Sasha Waltz regresa al Teatro Real, tras su versión de Dido y Eneas (CLICK), de Henry Purcell, en 2019, con una nueva creación ritual coreográfica, evocadora de celebraciones ancestrales, en una producción ya icónica que ha triunfado en varios teatros y festivales europeos, L’Orfeo, de Claudio Monteverdi, realizada en colaboración con la Dutch National Opera Amsterdam, el Gran Théâtre du Luxemburg, el Bergen International Festival y la Opéra de Lille.
LEONARDO GARCÍA ALARCÓN, director musical Leonardo García Alarcón (Nacionalidad suiza y argentina), proviene de una familia de bailarines, con lo cual unir ópera y danza le es algo connatural y no concibe hacer música sin que haya danza. Estudió piano en Argentina y en 1997 se afinca en Europa. Iniciado en la música barroca por Gabriel Garrido, fundó en 2005 su conjunto Cappella Mediterranea, ensemble que compagina con la dirección de la Millenium Orchestra. Su actividad concertística se concentra principalmente entre la ciudad de Ginebra, el CCR de Ambronay, la Ópera de Dijon y Versalles, Bélgica, y América del Sur. Ha dirigido Orfeo en la Staatsoper de Berlín, Eliogabalo en la Opéra de París, Il Giasone y Atys en el Grand Théâtre de Ginebra y Erismena en el Festival de Aix-en Provence y la Opéra de Dijon. En 2021 asumió la dirección de la sala La Cité Bleue, en Ginebra. Caballero de la Orden de las Artes y las Letras por el Ministerio de Cultura francés, recientemente ha dirigido L’incoronazione di Poppea en Aix-en-Provence, su propia La passione di Gesù en el Festival de Ambronay y el Victoria Hall de Ginebra y Acis and Galatea en el Concertgebouw de Ámsterdam. LAS EMOCIONES HUMANAS Como especialista en la música barroca, Leonardo piensa que Monteverdi (1567 – 1643) es uno de los compositores que no ha perdido actualidad, y ello va ligado, en buena parte, a la historia de su mundo musical
A principios del siglo XVII creó el Laboratorio de las emociones humanas, y éste le hizo desarrollar un lenguaje que él no consideraba para nada original. Simplemente pensaba que estaba desarrollando la música de los antiguos griegos: los griegos cantaban y hablaban en el mismo tono, con diferentes alturas. Monteverdi lo único que estaba haciendo es interpretar los antiguos Tratados de Platón. Consideraban que las emociones humanas deberían conducir el discurso, y para ello se rodeó e libretistas absolutamente extraordinarios que le han llevado a relatos como Orfeo y más tarde L’incoronazione di Poppea. De alguna manera han puesto las emociones en el centro de todo. Este Orfeo era para Monteverdi la tierra prometida como lo fue Jesús para Bach. Escribir el ideal absoluto de música para Orfeo, el cual representa a la música. LA MÚSICA SIGUE SIENDO LA SED Con Orfeo, Monteverdi quiso demostrar que la música está asociada a la memoria y puede vencer a la muerte. Tiene ese poder. Hoy nos damos cuenta que cuando vamos en un tren o en un bus por la calle, el único milagro cotidiano sigue siendo lo que Monteverdi ha mostrado: la música. La música sigue siendo la sed, cualquiera sea su estilo, de todos los seres humanos. Ha ido más lejos y ha demostrado hasta qué punto su música es actual, porque ha roto todos los códigos de contrapunto y de las leyes teóricas de la época. Dijo que un personaje que quiere matar a otro no podía respetar las leyes del contrapunto –la combinación coherente de distintas líneas melódicas en música, y la cualidad que mejor cumple el principio estético de la unidad en la diversidad -, no tiene que respetar las leyes de la música anteriores a él. Son las emociones humanas las que conducen el discurso. Por eso ha hablado de amor, de guerra, de odio como la pulsiones básicas del ser humano que no cambian a través de los siglos. Por eso cuando se interpreta la música de Monteverdi, muchos piensan que es una obra contemporánea y que el compositor está en la Sala. Lo que ha logrado es algo que casi ningún compositor ha seguido luego: con pequeñas obras minimalistas ha creado un microcosmos emocional muy grande, ha llegado a expresar las emociones más profundas del ser humano. L’ORFEO ESTÁ CONCEBIDA CON EL RITMO, CON LA DANZA.
La versión que se ofrece en el Teatro Real es la coreográfica de Sasha Waltz, y Leonardo confiesa que cuando toca L’Orfeo sin la versión de Sasha Wlatz, siente que le falta algo. Me falta algo primordial, porque Sasha entendió que esta obra está concebida con el ritmo, con la danza. Desde el inicio todo está concebido para ser interpretado por bailarines, entonces los bailarines cantan, el coro baila, los solistas no se sabe si son bailarines o coristas. Todo eso supone, no una complicación sino una complejidad, pues no todos conocen un lenguaje de la danza, los coristas; los bailarines tienen que cantar y he tenido que trabajar con ellos para que puedan cantar ciertos coros. Entonces lo que nos interesa es todos formen parte de un discurso y eso es complejo, no complicado. Eso es un objetivo y un desafío. Hoy en día, para mí, la versión de Sasha es la versión y la lectura más próxima que podemos entender de las intenciones originales del compositor, y no quiero decir que es la única lectura, pero, de alguna manera, la obra respira y revive como si hubiera sido compuesta para que la representemos en Madrid. ESTA UNIÓN ENTRE MÚSICA, POESÍA Y DANZA, Enfrentarse con una versión en la que la danza priva podría parecer que obliga a hacer alguna reestructuración de la partitura en lo que se refiere a tiempos o silencios. En opinión de Leonardo no es así en Monteverdi porque la orquestación en Monteverdi es una de las ricas en la historia de la música. Él marcó todos los instrumentos que deben acompañar cada parte. Solamente Rameau– Jean – Philippe Rameau (1683 – 17649 – mucho más tarde, en el siglo XVIII, va a tener una orquestación tan completa y tan precisa en la escritura. Todos los parámetros de tiempo está incluidos en la música a nivel rítmico, y Monteverdi no necesitaba poner «presto», «allegro», «vivace»… Bastaba simplemente observar de qué manera podemos mantener una línea continua de ritmos hasta la respiración. Sin danza por supuesto que las pulsiones existen. Monteverdi lo hizo sin danza porque lo hizo en una sala de la época muy, muy chica, pero hay que saber que en esa época todo el mundo bailaba, y bailaba esas danzas. Sabían de qué danza se trataba. Es como en mi país, la Argentina. Sabemos qué es una milonga, qué es un tango, si es una samba folklórica. Inmediatamente tomamos conciencia de qué se trata. Entonces todos los parámetros eran conocidos y la gente podía bailar al interior de sí mismos. Monteverdi estaba creando la primera gran ópera de la historia. En la época se creía que el contrapunto, cantar el coro y por tanto cantar muchas voces, era el fruto del diablo. Monteverdi no escuchó eso. Simplemente, aquí, recurre a coros de siete voces para representar los infiernos; compuso danzas y usó la más grande instrumentación que se podía pensar en el siglo XVII. De alguna manera ofreció a esta ópera toda la riqueza posible y la convirtió en una obra de teatro total, de modo que El Orfeo de Monteverdi es el ADN mismo de la ópera y de la historia de la ópera. Marcó los ideales de todas las óperas a venir. Lo que observamos con Sasha y su creación es la evidencia absoluta de esta música, que es música contemporánea, y lo que ha hecho Sasha es transcender, con una imaginación, con la poesía extraordinaria que la música puede ofrecer, e incluso ir más allá de lo que la poesía no puedo brindar. Por eso esta unión entre música, poesía y danza, para mí, no debe llamarse tres artes diferentes. Es lo mismo.
SASHA WALTZ, directora y coreógrafa
Sasha Waltz (Karlsruhe), esta coreógrafa, bailarina y directora de escena alemana estudió danza y coreografía en Ámsterdam y Nueva York. Cofundadora en 1993 junto a Jochen Sandig de la compañía Sasha Waltz & Guests, es también cofundadora de la Sophiensæle (1996) y la Radialsystem (2006) de Berlín. Entre 2000 y 2004 ha formado parte de la dirección artística del Schaubühne am Lehniner Platz y ha codirigido el Staatsballett de Berlín junto a Johannes Öhman durante la temporada 2019-20. De su enfoque artístico, basado en formas interdisciplinares de interpretación y creación han resultado coreografías como la trilogía Travelogue y Körper, óperas coreografiadas como Dido & Aeneas (CLICK). y proyectos exploratorios como Dialoge 09 – Neues Museum. Actualmente se centra en la condensación de procesos colaborativos y el desarrollo sincrónico de la coreografía y la música en producciones como Kreatur (2017). En 2021 fue nombrada Comendador de la Orden de las Artes y las Letras por el Ministerio de Cultura francés. En el Teatro Real ha dirigido Dido & Aeneas (2019) (CLICK). Volver al Teatro Real le supone un gran placer. EN UN SILENCIO TOTAL, LA MÚSICA La puesta en escena de Sasha en la que danza cobra importancia, Leonardo la equipara al trabajo de un escultor que se enfrenta al mármol y saca a la luz la figura que está oculta en ese mármol.
Sasha ha escuchado la música y ésta le ha propuesto movimientos, que van acordes a la música. Esta es mi gran admiración de algunos coreógrafos que, a veces, observan la línea musical mucho mejor que muchos músicos, porque nosotros estamos condicionados por el compás y por la escritura, pero ellos pueden tener una línea coreográfica que muestra exactamente cuál fue la idea en el compositor. Sasha ha tenido ideas fantásticas como es el representar el rapto de Proserpina antes que Plutón y Proserpina aparezcan en el cuarto acto. Eso, para mí, fue algo extraordinario, porque en un silencio total, la música comenzaba a través de sus movimientos, luego Monteverdi actuaba con lo que ella había creado. Obras como éstas están demostrando qué fue antes la danza o la música. Sasha y Monteverdi se tocan, porque la música y la danza no tienen edad. Eso es lo que este espectáculo demuestra. CANTANTES QUE BAILAN Para Sasha este Orfeo es un gran momento, después de la Pandemia. Ya estuve en el Teatro Real con Dido & Aeneas (CLICK). Cuando comencé a hacer ópera siempre he tratado de romper todas las fronteras entre las diferente disciplinas y que fuera todo más fluido. Así que los cantantes se han convertido en bailarines y en L’Orfeo al revés, los bailarines se han convertido en cantantes. Es un hito pues es la primera vez que ocurre. Esto implica un trabajo extra y también ensayos extras. Se trata de llevar el trabajo a un siguiente nivel: todos están creando. Es cierto que diversas personas tienen diferentes capacidades, pero creo que, al final, me fijo en que se trata de un solo cuerpo. Todo el mundo participa para el convenido objetivo principal de la obra. UNA MEDITACIÓN SOBRE Sin negar todo lo que se ha dicho sobre L’Orfeo, particularmente para Sasha esta obra es «una meditación sobre la existencia humana«. La ópera tiene un poder catártico, y por eso hoy, todavía, es importante que hagamos ópera. Nos da el sentido de lo que significa la vida y la muerte. Nos proporciona de manera muy fáciles, imágenes sobre la sociedad que podemos observar: los altibajos de la vida, nos lleva, también, hasta lo más bajo, la destrucción, al horror, a la muerte, a las tensiones que experimenta el ser humano porque sabe que va a morir. Todo esto lo hace esta ópera de una manera muy sencilla.
LA ACTUALIDAD PARA UN PÚBLICO JOVEN El calificativo de «actualidad» no siempre es garantía para que sea aceptado por un público joven más cercano al multimedia visual y de efectos que a la música en sí misma. Leonardo advierte que
músicos como Monteverdi nunca han desechado una música existente. Si Monteverdi estuviera hoy le dieran un libreto iría a observar qué es el «rap», el «blues», el flamenco, y diversos personajes de su ópera estarían cantando en diferentes estilos de hoy. No desecha nada. Hay que saber todos los estilos existentes, para poder comunicar con las personas que lo escuchan. Lo vemos en todas las ópera que compuso. A veces, utiliza música de taberna, danzas que todo el mundo baila y no solamente danzas de la corte. Todo lo que existía como material musical Monteverdi lo utilizó. En este sentido es un humanista, un músico universal. Las personas que escuchan su obra, incluso si no están acostumbrados al «bel canto» o a la música del siglo XIX que la ven lejos de ellos, en Monteverdi van a encontrar una proximidad directa, porque es una música que está escrita para que el ser humano la entienda y la valore y se emocione de manera inmediata y sin ningún tipo de explicación. Por eso sigue siendo hoy en día una música que toca a todos más allá del conocimiento. Para Sasha el atraer al público joven piensa que si escuchamos estas piezas y cambiamos un poquito la instrumentación, estoy segura de que se convertirían en las piezas más populares de nuestro tiempo. Se trata de melodías muy pegadizas. Más allá de que la ópera es contemporánea, es relevante porque nunca perderá su significado, pues nos recuerda que somos humanos y nos enfrentamos a un destino. COMO DIRECTORA NO PRETENDO L’Orfeo se Monteverdi-Sasha se estrenó en el Teatro Real de Madrid el 2 de octubre de 1999. En 2014, tras una revisión, se estrenaba en Amsterdam la versión que ahora nos llega a Madrid y con parte del reparto. En total han pasado 23 años. Desde Amsterdam 2014 y 2022, no han pasado tantos años y las cosas no han cambiado tanto. Yo he sido una de las pocas directoras en el mundo de la ópera, y hay que fijarse en las directoras en el mundo de la ópera y del ballet, no son tantas. Hay que procurar colaborar más entre todos. Hemos afrontado el COVID y ahora estamos atravesando una guerra. Vemos muerte y confrontación todos los días en las noticias. Hay temas de los que hay que hablar, pero también hay que ser fieles a la obra artística. Yo como directora no pretendo destruir la obra, pero sí traer mis valores esenciales. Creo que en mi obra siempre apoyo mis valores.
FUNCIÓN PRECIO
Título: L’Orfeo (Favola in musica en un prólogo y cinco actos) Dirección musical: Leonardo García Alarcón Intérpretes: SASHA WALTZ & GUESTS
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