Una ciudad extranjera. Los de ahí habla de la vida de cuatro repartidores que esperan instrucciones de una máquina en medio de la nada donde una taquilla inteligente organiza los pedidos de los que depende su trabajo. Nuno, Munir, Dani y Eduardo esperan la señal, el sonido que les anuncia su próximo destino. La dirección del envío aparece en el mapa de sus teléfonos entre palabras ajenas y desconocidas. Recogen el paquete, se montan en la bicicleta, ignoran lo que se transporta y entregan el pedido. Luego, otra vez, al punto de partida hasta que la máquina vuelva a dar la señal. Invisibles a esa ciudad inabarcable que espera sus servicios, ellos tejen la vida, se organizan, se cuidan, desconfían. Mirja, una joven mujer oriunda del lugar se acerca al sitio. Su historia está atada irremediablemente a Nuno, uno de los repartidores. Trae con ella algo de lo que se intuye de aquella ciudad extraña. Entre todos ellos ronda Susan, superviviente profesional. Sus vivencias como «riders» (repartidores de empresas, entre 18 y 35 años) muestran el catastrofismo que les acecha y la necesidad de sobrevivir.
CLAUDIO TOLCACHIR, dramaturgo y director Claudio Tolcachir, actor, director y dramaturgo, deslumbró en España con autorías propias: La omisión de la familia Coleman (CLICK),Tercer cuerpo (CLICK) ,El viento en un violín (CLICK) ,Emilia (CLICK) , Dínamo y Próximo (CLICK). Después se centró más en la dirección, y la dramaturgia quedó un tanto marginada. La razón de tal abandono y que ha expresado en más de una ocasión es que «no es mi oficio»y por lo tanto no se siente a gusto. De todos modos tal afirmación no es de todo exacta, ya que la dificultad que tiene para escribir estriba en que necesita una motivación. Los de ahí fue posible escribirlo porque jugaron dos variables: una fecha de estreno y un espacio, el Teatro María Guerrero. Por delante tenía tres años. A estos dos baremos se añaden otros: contenido emocional, humano, ideológico, desafío técnico y no repetirse. Como autor director Claudio Tolcachir se remonta a sus inicios en su local TIMBRE. Estoy acostumbrado a trabajar en TIMBRE (Buenos Aires) que es una casa pequeña y alternativa. Todos los proyectos que hice tuve siempre antes al equipo de actores. Siempre necesité con quién iba a trabajar. En este caso pensé: «Lo voy hacer tal cual me gusta a mí». Cuando apareció el universo de esta obra que tenía que ver con los repartidores, y saber que era la Sala principal del María Guerrero, imaginé bicicletas, choques, ruedas…, vamos a romper el hielo así para yo sentirme más tranquilo. Claudio estaba imaginando los personajes cuando apareció el reparto, sin saber exactamente en qué consistía el espectáculo.
Se subió a un barco que no existía. Solamente «voy a escribir una obra». Por parte de ellos hay un respeto y un acto de confianza y de fe muy hermoso. Esto me permitió ir escribiendo, imaginándolos, preguntándoles un montón de cosas que luego no usé. Juntándonos a leer, improvisar… Tener en mi oído sus voces, para mí, era muy importante, así como pedirles cosas a estudiar porque las necesitamos para la obra. Apareció este mundo de «riders» que me conmovió y me llevó a narrar más una comunidad que una historia con un argumento central. No es una historia de «riders». Hay una realidad, el repartir y es lo que organiza su vida, pero lo que conmueve son muchas más cosas. Dentro de la obra está la supervivencia, el estar en un lugar extranjero que te hace sentirte fuera del mundo, sobre lo que escribí siempre, sean «riders», Familia Collemann (CLICK)… Lo importante es que no perteneces al sistema. Eso siempre me ha parecido conmovedor. Todos – sea una metrópoli grande o pequeña – en alguna manera, coincidimos en esto de que el mundo es una cosa que funciona ahí, uno está cerquita, lo ve desde fuera, pero nada más. Lo que me conmueve de la obra es el miedo a perder la amistad debido a la necesidad de un amigo. Hay un personaje, Eduardo, que no está, es un personaje fundamental por ausencia. Cualquier día él y nosotros podríamos algún día no volver, y eso tiene que ver con las condiciones en las que viven estos personajes. Me parecía muy interesante ver la ausencia de un personaje ausente. Todos mis signos vitales están en esta obra, y en lo personal el dolor inmenso de la pérdida de un amigo, la responsabilidad de la paternidad y el ver cómo se hace. Aquí hay una pareja que tienen un hijo y hablan idiomas distintos. Está recién nacido y es un detonante. También es un mundo nuevo. LA MARGINALIDAD DE LOS «RIDERS» Claudio perfila a estos «riders» marginales precisando que se puede caer en el prejuicio de colocar a estos personajes en extremo de la marginalidad: droga, violencia… Esa es una marginalidad lejana, la marginalidad de estos «riders» está muy cerca. Es muy parecida a la nuestra, la de los extranjeros. Es la marginalidad de de no ser parte de la vida. Otro elemento que me conmueve cómo se perdura en el amor, cómo seguirnos cuidando entre nosotros que nos amamos en la enfermedad, volver a vernos, continuar nuestra historia, ir siguiendo juntos. En la etapa en la que estoy en la vida necesito encontrar el modo de engancharme con la vida, con el deseo, con las ganas de… y saber quién es uno ahora, ya que ha cambiado. En la obra que externamente la forma los repartidores y la máquina, dentro de todo eso está la humanidad que atraviesa las historias de cada uno de ellos. Eso se puede entender en cualquier parte, sea en una metrópoli grande o pequeña. Surgió la idea de una comunidad de personas que conocemos, porque los vemos pasar, pero, en realidad, no sabemos quiénes son. No sabemos sus nombres, no tenemos idea de sus historias. Era una oportunidad de acercar «el lente» a ese mundo que es un poco anónimo y del cual formamos parte aunque nosotros estamos del otro lado: pedimos la comida, nos traen cosas, nos los cruzamos en la calle… Se trataba de saber quiénes son: ponerles nombres, ponerles ojos, ponerles cara, saber si extrañan, si aman, si están enfermos…Que sean personas. Esas personas aunque tienen historias distintas y venir de lugares distintos y no como conjunto, también forman una comunidad: se protegen, se pelean, se enfrentan, construyen redes… Por otro lado es una historia real. Al leerla puede sonar como algo futurista, en cuanto una máquina decide sobre nosotros: me da paquetes que no sé qué llevan, me da direcciones que no elijo, no sé cuánto me va a pagar, cuándo quiere…No me puedo comunicar con ella. Hay una comunicación solamente direccional, de la máquina hacia mí. Esos personajes no son extranjeros que están aquí, sino que son extranjeros en otro lado. No es tan importante la nacionalidad concreta. Lo que me interesaba es lo difícil que es cuando uno no entiende el idioma, no entiende los códigos de la ciudad, si es festivo o no… Son meros raíles y quería ahondar en lo que son, quién decide por mí y cuánto decido yo. Esa historia, ese amor, es manera de vivir de estos personajes, ojalá no esté tan lejana, pues en el fondo todas las historias se parecen en cuanto que están llenas de dificultades y de dignidad. No se trata de elaborar un discurso sino conocer la experiencia del universo de estos personajes. PARA ESCRIBIR NECESITO DOS COSAS: Claudio precisa que no se siente autor como tal en cuanto escritor, sino que hurga en situaciones que le conmueven y por otro lado el desafío técnico. Necesito la conmoción y el poder contarlo. Si me encanta una historia y siento que al contarla me estoy repitiendo desde el punto de vista formal, no puedo hacerlo. Necesito las dos cosas: un universo que me fascine y un desafío técnico teatral que me ponga problemas. Me ha pasado con Próximo(CLICK). ¿Esto tendrá interés? La Pandemia nos ha afectado a todos, y a mí el hecho de ser padre me ha transformado por completo. Me ha inaugurado nuevos miedos, aunque también muchos amores. Algo que me estimula para crear es el estar un poco desconcertado, por ejemplo con mi país (Argentina). Uno puede entender ciertas cosas, pero cuando no las entiendes, decisiones que toma el mundo, decisiones que toma tu país, no invasiones sino decisiones, ese desconcierto es, también, impulsor para los que, por suerte, podemos escribir. Esta obra, para mí, nace de una sensación que nos están invitando a no ver. El sálvate, el que no te importe, el que creas más lo que ves en la pantalla que lo que ves en la calle…Todo eso está en la obra, aunque no lo pongo como discurso, pero si yo diera «¿qué siento?» es que no nos estamos viendo, que no nos importe por más que tengamos un montón de información, cómo uno puede pasar fácilmente a otra cosa algo se va viendo como desconectado como sociedad. También está el festejar la Navidad, bombas aquí y allá…, pero tengo que seguir y amar y por momentos puedes y por momentos necesito desconectar. Me da mucho miedo que nos dé lo mismo el dolor del otro. No soy la persona más activa y solidaria. Conozco y admiro a los que se dedican a salvar vidas de otros y veo peligroso que nos dé lo mismo lo que está pasando y se justifique. Algo que está en esta obra y sucede en el mundo y está en mi país, es que circularmente hay un sacrificio de la juventud, porque son muchos, son bronca o decimos que «se ganen su lugar» o por dictaduras, por enfermedad o por crisis económicas…hay un momento en que se anula una generación. La pregunta es ¿en qué mundo van a poder desarrollarse estos chicos?, ¿mis hijos? ¿otros chicos? Eso siempre me ha interesado, pero desde un lugar honesto. Lo importante es que uno tiene que ser genuino con la historia que quiere contar. Como espectador soy más abierto. «SI NO TE GUSTA, MIRA LA A lo largo de la obra va apareciendo su situación social en lo que atañe a sus derechos. Los personajes no se sienten con derechos y la posibilidad de «esto no puede ser». Primero que no hay que decirle nada en este sistema. Además está la idea de hacernos sentir descartables: «Si no te gusta, mira la fila de gente que tengo». Algo que está en todos gremios laborales. Esto hace que yo pierda todos mis derechos laborables. Ello te vuelve individual, porque los derechos también son para los otros en competitividad. En un momento de la obra que cambia un poco la situación, ellos siguen pensando en sostenerla: que siga este trabajo. Es lo que tienen. Obtener «plata» para poder tener una habitación. Aparte de esto, lo que me conmueve es la vitalidad, la esperanza de estos personajes. Uno los ve, a pesar de esta situación, jugando, cantando y peleando, porque hay algo de la dignidad, que es lo que me conmueve, como es el sobrevivir, de reponerse y seguir, que creo que es muy humana también.
FUNCIÓN PRECIO
Título: Los de ahí
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