Llega a Madrid al Teatro Bellas Artes, después de una exitosa gira, Los Mojigatos, una comedia de Anthony Neilson en versión y dirección de Magüi Mira. La historia que nos cuenta es aparentemente simple: Una mujer y un hombre, con 9 años de buena relación y 14 meses de sequía sexual, intentan encontrar una salida a su problema con la colaboración del público. Mucho humor, y a veces también dolor, para una pareja «en busca del sexo perdido«.
A la pareja la interpretan Gabino Diego y Cecilia Solaguren, y a través de sus avatares el autor plantea una serie de preguntas ¿Dónde están las líneas rojas de la nueva seducción? ¿Cómo sustituir los viejos códigos caducos sin convertirse en unos «mojigatos»? ¿Cómo hacer el amor con plenitud en una relación equilibrada y libre? ¿Sabremos afrontar esa necesaria renegociación de género? Los mojigatos se estrenó en el Royal Court de Londres en 2018, con una gran acogida del público y la prensa británicos. La versión española se estrenó en el Teatro Victoria Eugenia de Donosti en julio, lo cual quiere decir que hubo que ensayar en plena Pandemia. ANTHONY NEILSON
Anthony Neilson (Edimburgo (Escocia), 1967) dramaturgo y director escocés inició su trabajo profesional en el Teatro Finborough, Londres. Se le asocia con el «teatro en la cara«, expresión que no le agrada y prefiere sustituirla por «teatro experimental«. Es conocido por su forma colaborativa de escribir y trabajar en sus obras centradas en la investigación del sexo y la violencia. Su obra dramatúrgica se inicia en 1990 y hasta 2018 son unas 25 obras entre las que destacan: Welfare My Lovely (1990), Normal (1991), Penetrator (1993), The Year of the Family (1994), The Censor (1997), Edward Gant’s Amazing Feats of Loneliness (2002), The Lying Kind (2002), The Wonderful World of Dissocia (2004), Realism (2006), Relocated (2008), The Seance (2009), Stitching (2009), Get Santa! (2010), Sixty Six (2011), Narrative (2013) y Alice’s Adventures in Wonderland (2016), entre otras. También ha colaborado con guiones para la radio y el cine. También fue guionista de la popular serie de la BBC Spooks.
MAGÜI MIRA, versión y dirección Magüi Mira, cuyas última direcciones teatrales son Las Amazonas , Consentimiento (CLICK), Festen (CLICK), La Fuerza del Cariño , Penélope (CLICK) , define Los Mojigatos como
un texto mordaz, lejos de convencionalismos e impregnado de humor que nos acerca la historia de un matrimonio que, tras 9 años de relación y 14 meses de sequía sexual, busca ayuda y la complicidad del público para volver a disfrutar de su relación en pareja. Es una comedia inteligente que se convierte en un juego escénico divertido, polémico y provocador para los espectadores. Mucho humor, y a veces también dolor, para una pareja “en busca del sexo perdido”. El “Me Too”, el empoderamiento de la mujer y su nuevo estatus de libertad envuelve esta comedia. Magüi advierte que esta es una función muy especial que Anthony Neilson montó en 2018, al que califica de «iluminado«. en ese momento decidió que los pocos acercamientos físicos que hay, se hacían a distancia. Una iluminación. He versionado su texto y he potenciado esa distancia. Casi nunca están cerca salvo algunos momentitos como es el comienzo de la función que es muy particular. A LA VIDA SIN SEXO LE FALTA Magüi llegó a Los mojigatos en una de sus habituales búsquedas, ya que ve todo el teatro que puede pero
falta tiempo y a veces dinero parir a otros lugares. En esta ocasión la vi en Londres en el 2018 y quise contar esta historia, aunque no es historia porque la anécdota es lo que menos importa. Es de dónde se cuenta, desde dónde se coloca este problema que tenemos todos ahora. Primero entender que a la vida sin sexo, le falta una de las patas esenciales, porque son «dormir, comer y follar» como dice Neilson en la función. Eso está científicamente comprobado por pensadores y científicos. Efectivamente una vida sin sexo es una vida muy triste. Es de las pocas cosas que hace que nos funcione el cerebro, las hormonas, el corazón. Es multivitamínico que ahora nos vendría muy bien, además, en estos momentos porque refuerza el sistema inmunológico. Sería estupendo si folláramos todos los días y seguro que sería un modo de parar el virus estupenda. Esta visión de Neilson le llevó a Magüi a desear contarlo desde un escenario y sobre todo al proponerlo de una manera muy particular como es a través de una pareja sin sexo, la cual decide acudir a un teatro para encontrarse con el público. y resolver juntos el problema. Ellos pretenden hacer sexo con la complicidad de los espectadores.Me pareció una idea maravillosa, y sobre todo hablar de un tema que es muy necesario, porque, para mí, es palpitante absolutamente. Somos seres vivos y fíjate que hay un cortejo en pájaros, patos, felinos…antes de llegar al sexo. Algunos de ellos bellísimos, llenos de imaginación. Viven en ellos genéticamente. Nosotros igual, pero este código que hemos estado usando durante tanto tiempo para llegar al sexo esta imbricado en una sociedad patriarcal, nos ha llevado a territorios que no queremos: al acoso sexual, «Me Too» a violencia, también a violencia de género… Otra cosa es cuando lo pacta la pareja que puede pactar el juego que quiera y no entramos en eso. Lo que es verdad es que ahora estos códigos como es «te doy un bofetón tipo Gilda porque soy más macho y es más excitante para la mujer», eso pertenece a otro momento y no es lo que las mujeres queremos y creo que los hombres tampoco, porque si no lo queremos las mujeres, sólo les queda el reducto de la violencia. Tal situación plantea un nuevo momento que Magüi califica de fascinante porque hay que encontrar otros códigos. Son códigos en los que la imaginación sea tan poderosa que nos den placer, y nos haga llegar a ese sexo tan querido y bueno. El que suma y que queremos todos. Que te lleva al éxtasis, que es el colmo de la máxima entrega entre un hombre y una mujer, o entre dos hombres y dos mujeres. La máxima entrega para un placer que sólo te da beneficios positivos y que no entra en la sociedad mercantil, en el liberalismo económico. Es algo mágico, maravilloso, que nos pertenece como especie y que tenemos ahora muy maltratado. Todo esto es lo que le movió para llevarlo al escenario. UN TEXTO ABIERTO Una de la características de Neilson es construir sus textos con los intérpretes que tiene enfrente y según lo que ocurre ante los espectadores va cambiando. Eso proporciona una espita para que el versionador o el director haga algo parecido. En el caso de Magüi
he respetado muchísimo la última versión que él me envió y que hizo en el escenario, pero me dijo que es un texto abierto y así lo estamos trabajando. De repente encontramos cosas que desarrollamos un poquito más porque vemos que fluye y conecta con el espectador y con lo que queremos contar al espectador. Contar algo tan maravilloso y tan sencillo. Queremos contar que el sexo es cultura, igual que el comer. Hemos pasado de comer como fieras a las estrella Michelín. Es hacer cultura del hecho del comer. El sexo ha hecho un viaje parecido. No es sólo para procrear, «aquí te pillo y aquí te mato» ¡No! Entra en un deseo cuya fuente es la imaginación también, y estamos llegando a unos lugares en los que el placer es mayor, los «tempos» pueden ser mayores, precisamente porque el sexo es cultura ya que entra la imaginación, la cual modifica el estado real. Por ejemplo una silla no es la piedra antigua de nuestros antiquísimos, alguien la ha imaginado. Con el sexo pasa lo mismo. Eso me parece muy, muy interesante. Esta concepción ideal Magüi reconoce que se encuentra en una fase inestable porque no nos gusta lo que había antes y ante la situación nueva, hombres y mujeres estamos un poco perdidos, porque, para mí, hay que abordarlo como pareja. Una palabra tan bonita… PAR, es decir dos iguales, hombre-mujer. Eso es lo que estamos buscando también: una sociedad en la que podamos entendernos como pareja hombres y mujeres. Como seres humanos de iguales a iguales que nos respetamos. Si lo enfocamos desde cómo salimos del vientre de nuestra madre como sexo-hembra o sexo-macho, eso es algo hormonal, pero no quiere decir que tengamos que encontrarnos desde un lugar de poder, sino desde un lugar paritario. Esla sociedad que buscamos, y con el sexo pasa lo mismo. EL PÚBLICO ENTRA EN EL JUEGO TEATRAL Tras la gira ya se tiene una cierta experiencia en cuanto a la participación del público, el cual entra en ese juego cuando y como quiera. Es más, les coge desprevenidos a los actores. Es fascinante. Hay un momento en que él tiene un momento de falta de erección y no quiere tomar viagra. Pide un preservativo y, en Zaragoza, una chica selo dio. Es fascinante para los espectadores por ver cómo actúan desde su propio ser como personajes. Claro que estamos hablando de Gabino Diego y Cecilia Solaguren que son dos grandes. Gabino respondió «No, yo eso no me lo pongo» y la espectadora «¿Por qué no te lo vas a poner?» «Porque no» y la espectadora «Pues tengo otro». Para este juego interactivo necesitas actores con mucho talento e inteligencia, porque tienes que ser muy mediático, resolverlo muy mediáticamente y tener mucho sentido del humor, ya que entre ellos también improvisan. Los ensayos los comenzamos en Mayo, en plena Pandemia y yo me quedaba embobada con ellos. No ha sido nada fácil porque al estar el escenario tan desnudo, es muy difícil. Me quedaba tan fascinada por la calidad de lo que ellos estaban haciendo que me olvidaba de que yo era la que tenía que trabajar y dirigir. No ha sido fácil, pero los tres y todo el equipo artístico queríamos contar la misma historia que es fascinante.
LOS ACTORES Gabino Diego (Nuestras mujeres, Los 39 escalones, Una noche con Gabino) y Cecilia Solaguren (Los otros Gondra (CLICK), La dama duende (CLICK)) se meten en la piel de este matrimonio en el que no faltan dosis de realidad, de descaro y de ternura. Porque como sucede en todas las relaciones hay distintas aristas y perspectivas y el espectador ocupa un puesto de honor en este juego.
FUNCIÓN PRECIO
Título: Los mojigatos
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