Moria narra la historia de dos refugiadas y sus familias. Tienen que huir de sus países. El texto y dramaturgia parten de testimonios reales filmados en el campamento de Moria, bajo la supervisión del reportero Nicolás Castellano, especializado durante los últimos 20 años en migraciones forzosas y derechos humanos. Como género entra en lo que se ha llamado «teatro inmersivo«, en el que el público tiene la posibilidad de construir su propia historia ya que forman parte de la puesta en escena al estar sumergidos en la acción. La líneas entre intérprete y público y entre la ficción y la vida están borrosas.
MORIA UNA DE LAS MAYORES VERGÜENZAS DE EUROPA Mario Vega ha asumido la dirección del texto multi-autoral de Moria en el que han participado Ruth Sánchez, Marta Viera, Mario Vega, Luis O´Malley, Nicolás Castellano y Valentín Rodríguez a partir de las entrevistas a Saleha Ahmadzai (Afganis[1]Tán), Zohra Amiryar (Afganistán) Y Douaa Alhavatem (Irak), cuya dramaturgia escénica es de Luis O’Malley
En el 2015 hice una andadura de teatro social con Me llamo Suleimán, que trataba de un niño que harto de la pobreza de Malí, su país, emigra y llegaba hasta las costas canarias, a partir del libro de Antonio Lozano donde decidimos tocar la realidad de los refugiados. Ahí tomamos contacto con Nicolás Castellano, amigo y especialista en crisis de este tipo, y nos fuimos a la Isla de Lesbos en Grecia, probablemente una de las mayores vergüenzas que tiene Europa. Es un campamento de refugiados terrible: 25.000 personas para un campamento diseñado para 10.000. Cuando el grupo creador fue a Moria, la idea creativa tenía la premisa de tratar sobre mujeres refugiadas por las cargas que traen: viajan solas, y por el tratamiento institucional de los gobiernos de Europa, de Grecia, que tienen diferencias con los refugiados ucranianos, absolutamente necesario, y el desprecio que tenemos con cualquier otro refugiado de guerra como puede ser afgano, sirio o de cualquier otro conflicto. COMUNICAR LO QUE ESTÁ SUCEDIENDO Desde esta perspectiva se entrevistó a 30 mujeres durante una semana y en ese proceso se eligieron los casos que parecían más narrativos y que se pudieran contar dramáticamente con la ayuda de las actrices Ruth Sánchez y Marta Viera que las iban a interpretar.
El proceso tuvo dos momentos: una primera parte del descubrimiento de entrevistas y una segunda parte del descubrimiento del espectáculo, que tiene cierta dificultad técnica para ejecutarlo por su complejidad. De las entrevistas había algunas que les resultaba difícil comunicarse, pero la tónica común era que se supiera lo que estaba pasando, el drama que se estaba viviendo, y que lo comunicáramos. Nos confundía con periodistas y nos exigían que lo contáramos o nos censuraban porque la información de los medios de comunicación no era la correcta. El que se pudieran hacer las entrevistas exigía un cierto grado de empatía y contar con traductores que vivían entre ellos y se conocían. Ese acercamiento suponía una serie de días, a veces. También ayudo el grupo de Médicos sin fronteras para buscar perfiles. DESCALZARSE PARA ENTRAR EN LA CASETA Una de las condiciones para entrar en el recito de la caseta de refugiados es descalzarse. Nos dimos cuenta que las características del espacio hacían que el público se sintiese muy dentro de la historia. De ahí el pedir que el público se descalce antes de entrar, pues cuando a uno lo secuestran lo primero que le hacen es pedirle que se descalcen, porque pierden la autoridad y en el miso momento en que quedas descalzado te conviertes en una persona mucho más vulnerable. Además, comenzada la representación, a los cinco minutos el propio público olvidaba que estaba viendo un espectáculo de teatro y la cercanía con la actrices le llevaba a sentir ese momento: sentir la angustia y sentir el miedo y así convertirse en un partícipe más del proyecto. DOS REPORTEROS AVEZZADOS Nicolás Castellano (periodista de la Cadena SER especializado en migraciones forzadas) y Anna Surinyach (fotoperiodista de la Revista 5W), han participado en la parte documental del espectáculo. Nicolás Castellano corrobora la elección de Moria como el laboratorio de la violación de derechos humanos al ser las puertas de Europa, en cuanto que se mueve por movimientos compulsivos, ante un acontecimiento como puede ser la guerra de Ukrania, se crea una gran solidaridad, lo cual me encanta, pero también lo quisiera para Ceuta, Melilla, Canarias, Lampedusa… Hacemos alusión a ello. Para Ana y para mí ha sido un privilegio el intentar otra narrativa diferente para llegar a otro tipo de público y los que nos leen acaben viendo el espectáculo, pero también la cultura y el teatro tienen que ejercitar ese compromiso. Para nosotros ha sido un privilegio participar y estar en el Teatro Fernán Gómez. Como periodistas queríamos contar todas las historias y estábamos en Grecia. Al final decidimos las historia más creíbles, pues las otras pensarían que no eran reales. Todos en Europa estamos permitiendo que se pisoteen los derechos humanos. Se olvida el artículo 14 de la Declaración Universal de los derechos humanos: «En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país». Hoy estamos permitiendo en algunos sitiosque los que tienen poder intenten culpar a los que vienen de otros sitios de los males de nuestra sociedad. Desde el teatro se tiene un altavoz para decir «Esto no podemos aceptarlo como un accidente trágico, como una fatalidad». El que estemos provocando que niños se suiciden en Bosnia, por estar psicológicamente en situaciones extremas; el que se violen a mujeres; el que después de haber aceptado el silo en Europa no se pueda transitar por el continente… Nosotros como sociedad tenemos que elegir si somos puente para que la gente siga decidiendo su vida, tenga derecho a la prosperidad o somos muro. ¡Ojalá! el ejemplo de solidaridad con Ukrania ocurra siempre. EL CAMPAMENTO DE MORIA INCENDIADO El grupo creador viajó a Moria justo antes de la Pandemia, en enero del 2020. En marzo surge el decreto del gobierno sobe la Pandemia y en septiembre de 2020 arde Moria, el mayor campamento de refugiados ubicado en Lesbos (Grecia). Mario Vega recuerda que Los miles de habitantes salen huyendo, se les desampara y se construye un nuevo campamento de refugiados mucho más terrible que el anterior, en un antiguo campo de tiro. Cuando todo eso pasa, llega la situación terrible que pasa en Gran Canaria: empiezan a llegar pateras; se empieza a tratar a las personas como animales en la localidad de Arguineguín. Dentro de este proceso, nos supuso una carga de responsabilidad no sólo de teatro como espectáculo documental, sino con respecto a las voces que estábamos dando vida. Ahí cobra importancia los complementos como pañuelos y demás que utilizan las artistas que son los complementos de esas personas que piden: «Llévenselos y cuenten nuestra historia». Todo lo que pasa en la obra, exceptuando el encuentro entre ellas que es ficción, está recopilado de las entrevistas. Lo terrible de este espectáculo es que todo lo que dicen las artistas, está dicho por boca de ellas. Al momento de construir la obra ha supuesto una responsabilidad extrema para no fallar y conseguir transmitir el drama tan grande que había para que la sociedad tuviera la sensación de vivir lo terrible que se vive en esa situación. TRÁFICO DE PERSONAS, INCLUIDOS NIÑOS Con motivo de la guerra de Ukrania en los medios televisivos y de prensa se ha denunciado el tráfico de personas. Según Nicolás Castellano, eso existe en los campos de refugiados y de hecho hay muchos voluntarios en busca de los niños de orfanatos. Siempre pasa. Desgraciadamente «la trata de personas» es uno de los negocios más boyantes y el tráfico de droga junto al tráfico de armas. Está comprobado. La frontera y la violación de derechos humanos lo genera. Si las personas tuvieran acceso a los derechos humanos, al derecho de asilo, nadie estaría fuera del sistema y ningún niño sería vulnerable de ser raptado o captado. La trata existe porque la red se crea a través del incumplimiento de las leyes de los derechos humanos. Los propios estados lo condicionan, al no conceder visados. La irregularidad o la captación, o el aprovechamiento o el tráfico de personas existe porque se impide que la gente venga dignamente. Eso no ha sido así siempre: el muro de EEUU, el muro de Ceuta y Melilla se empezó a construir mediados de los años noventa. Antes en entrar en Schengen la gente se movía libremente. De África venían libremente los senegaleses a Canarias, en los Ferris todas las semanas para la compra de productos. Ahora hemos inventando un sistema en el que no consiguen impedir que entren porque la gente sigue entrando, porque la necesidad es mayor que el logro; están condicionando la muerte cada vez más de personas, 4.500 a través del Mediterráneo y el Atlántico… Nuestro espectáculo no trata exactamente el tráfico de niños, aunque en Moria existe, sí te pone ante el espejo el que no se están respetando esos derechos.
HUMOR EN MEDIO DE LA TRAGEDIA La tragedia que supone esta historia no está exenta de ciertos toques de humor que Marta los ve necesarios Se necesitan momentos de distensión para poder respirar un poco y dar al público un espacio para coger aire, porque sino sería ahogarlo en extremo ante tal tragedia. Mario Vega añade que lo que se buscaba era la cotidianidad y frescura de la relación entre esas dos mujeres que por unas circunstancias determinadas, un asesinato, se ven obligadas a compartir una noche con velas dentro de la caseta, pues, lógicamente, lleva a momentos más distendidos. La otra parte es tan apisonadora que la empatía con la obra no te permite ver esa frescura. FUNCIÓN PRECIO
Título: Moria
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