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nieuwZwart (Nuevo negro) EL DESPERTAR A LA VIDA INSTINTIVA |
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Wim Vandekeybus presenta una sorprendente e impactante coreografía nieuwZwart que en neerlandés se traduce por Nuevo Negro, y con una no menos golpeante música original de Mauro Pawlowski. |
nieuwZwart(Nuevo negro)
La compañía belga Última Vez, liderada por el coreógrafo, actor y fotógrafo Wim Vandekeybus presenta una sorprendente e impactante coreografía nieuwZwart que en neerlandés se traduce por Nuevo Negro, y con una no menos golpeante música original de Mauro Pawlowski. Cuatro hombres y tres mujeres – los bailarines – sobre el escenario y en las alturas – a una discreta distancia – una plataforma alberga a los músicos: Mauro Pawloski, Elko Blijweert y Jeroen Stevens. Danza, música y un texto (en inglés) de Peter Verhelst, así como efectos de sonido y un ingenioso uso del papel metalizado con el que se cubren los cuerpos muertos de los accidentados en la vía pública, consiguen un espectáculo que no deja indiferente y que mantiene en vilo al espectador. Si en la danza el cuerpo humano, con sus movimientos y las caprichosas formas que adquiere, es el protagonista, en esta ocasión es llevado al grado superlativo. A partir de un magma informe magistralmente sugerido por el mencionado papel metalizado, surgen los cuerpos humanos en su desnudez primigenia. Es casi como un parto doloroso para esos seres que nacen. Sus movimientos son descontrolados y agresivos, hasta que se les va sometiendo paulatinamente. Se trata del ser humano en su continuo devenir en un mundo que le desconcierta y que le inyecta buena dosis de agresividad, ante una existencia que no se sabe hasta qué punto tiene sentido. Las relaciones entre unos y otros bailarines en movimientos bruscos y deformantes saltos en el vacío, nos hablan de un mundo agresivo y desconcertante. Es una danza dura, a veces muy pegada a la tierra, en la que no falta cierta acrobacia expresiva. Es danza con pocos remansos de paz, salvo al principio (el nacimiento) y el final (la muerte). En el intermedio de estas dos dimensiones el mundo que nos propone Wim Vandekeybus produce una gran intranquilidad y sabe traducir el mundo actual en el que la violencia parece haberse apoderados de calles, plazas y campiña. El papel metalizado posee un gran protagonismo y se utiliza magistralmente tanto visual como sonoramente. Vistosas y muy sugerentes las bolas con sus colas, formadas con el papel metalizado, – sugeridoras de bolas de fuego en la fantasía – que irrumpen y se desplazan aceleradamente a través del escenario. De hecho, tal papel viene a ser el magma de la creación del que nace la vida. Un acierto el haber recurrido a él. El sonido que produce complementa bien la partitura musical. Se le cataloga a este espectáculo como “danza contemporánea” y, en efecto, lo es, si es que queremos buscar una clasificación aproximada. Lo que sucede es que posee un gran salto innovador a lo que el género se refiere. Si la danza contemporánea, a lo largo del tiempo, ha ido buscando nuevas formas expresivas, a veces deformantes del movimiento, en esta ocasión la investigación sigue avanzando. A lo dicho del movimiento agresivo, se añade la velocidad en ciertos momentos que producen un efecto impactante. No parece un trabajo fácil para los bailarines, quienes muestran un buen dominio del cuerpo y una buena integración a nivel coral. Un elemento que engrandece el espectáculo es la música, en directo, tanto por su elevado volumen – al estilo de lo que mandan los cánones en los conciertos electrónicos actuales – como por la riqueza de sus acordes. Una partitura de gran efecto. A todo este derroche imaginativo y comunicativo se añade la cuidada iluminación, creadora de ambientes emocionales y evocadores. En todo este mundo de la danza contemporánea, los creadores suelen insistir ante quienes tiene miedo de no entender, que lo importante es la emoción que tales composiciones coreográficas y musicales le producen. “No hay que entender nada” reiteran una y otra vez. nieuwZwart (Nuevo negro) tiene mucho de ello, aunque también puede participar de una intelección más racional. Un buen espectáculo coreográfico que no sólo no deja indiferente “al alma” sino que hace olvidar la dimensión del tiempo. El Teatro Madrid, en el estreno, estaba a rebosar y los aplausos no escatimaron la duración.
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