Nixon en China transcurre en un archivo lleno de información, y recrea la visita de Richard Nixon a China en 1972, acontecimiento de gran trascendencia política y repercusión mediática internacional. El libreto indaga sobre el papel real de los líderes de ambos países en el devenir del orden mundial, a través de un juego dialéctico entre la parafernalia propagandista del poder y las reflexiones íntimas de sus protagonistas. La prehistoria de Nixon en China se remonta a 1983 cuando Peter Sellars – director en el Teatro Real de Ainadamar (CLICK), Iolanta y Perséphone (CLICK), The Indian Queen (CLICK),Tristán e Isolda (CLICK) y Only the Sound Remains (CLICK) – propone al compositor John Adams escribir una partitura sobre la visita de estado de Richard Nixon a Pekín, siendo Mao Tse-Tung su gobernante. En aquel momento el telón de acero dividía al mundo en dos grandes bloques. Se intentaba un acercamiento más simbólico que real.
Dos años más tarde nace Nixon en China, con libreto en verso de la poetisa estadounidense Alice Goodman (1958). La partitura, con una exuberante orquestación y un universo sonoro muy libre al servicio de la dramaturgia, incorpora sintetizadores y un tratamiento de sonido especial para las voces de los cantantes, lo cual no deja de ofrecer cierta dificultad para la orquesta y las voces. En principio esta ópera la iba a dirigir Ivon Bolton, el director titular del Teatro Real, pero por exigencias de salud, ya que está enfermo, tiene que hacerse unos «tests». Al final hemos tenido a Olivia Lee-Gundermann, que es una gran especialista en esta obra. La conoce al dedillo y la ha dirigido de una forma magistral y Kornilios Michailidis que ha estado en la producción desde el principio, pues estaba asistiendo a Ivor Bolton, tiene una relación estrechísima con John Adams como colaborador muy cercano. Es fantástico contar con ellos dos. ALTERNANCIA EN LA DIRECCIÓN MUSICAL OLIVIA LEE-GUNDERMANN, directora musical En la dirección musical se alternan la coreana Olivia Lee-Gundermann y el griego Kornilios Michailidis. Para Olivia su objetivo en la dirección de orquesta es que
todos los músicos toquen como si fueran uno solo. John Adams es un compositor de música minimalista que emplea una multitud de escenas con ritmos repetitivos, cambiantes que respaldan el sentido del suspense o el cambio en las escenas. Creo que el público no es consciente de la enorme dificultad que tiene esta partitura. Hay continuos cambios de color en la música. La orquesta debe estar concentrada al máximo, durante dos horas y media, y especialmente los cantantes que están en el escenario. Por eso el papel de director de orquesta en esta ópera es extremadamente importante. Tiene que dirigir todo este detalle de la orquesta, y los cantantes. Hemos trabajado muy duro, y estoy segura que el resultado será perfecto. Es todo un reto. Olivia insiste en que es un trabajo muy duro tanto de la música como de los cantantes. Por ejemplo el tenor (Mao) tiene notas altísimas, y tiene que gritar. Es una dificultad técnica. La esposa de Mao, que es una soprano de coloratura, también. He de decir que tenemos unos cantantes fabulosos y hemos podido hacer ese trabajo con muy buenos resultados. Por su parte la orquesta tiene cuatro saxos, pero también cuatro clarinetes y hay que cambiar de un clarinete a otro y con notas mucho más altas, cambios que son difíciles de conjugar. Tenemos dos pícolos que cuando tocan a la vez suena terribles sino se equilibran bien. Es decir tenemos que controlar siempre la dinámica de la orquesta para que haya un equilibrio entre cantantes y músicos. Creo que lo hemos conseguido. Olivia Lee-Gundermann estudió piano en la Universidad de Suwon y acompañamiento en la Universidad Nacional de las Artes de Corea antes de formarse como directora de orquesta en la Escuela Superior de Música de Detmold. Debutó en este centro con Die Zauberflöte y en 2021 ganó el 2º premio en el Concurso Internacional de Dirección Orquestal de Malta y el premio especial en el Concurso Internacional BMI de Bucarest. Como segunda kapellmeisterin del Teatro de Dortmund ha dirigido Nixon in China, Gräfin Mariza, Romeo y Julieta y el estreno absoluto de Mädchen in Not de Michael Essl. Adicionalmente, ha dirigido la Nordwestdeutsch Philharmonie, la Orquesta de Cámara y la Orquesta Filarmónica de Detmold, la Orquesta Filarmónica Hagen, la Orquesta Filarmónica de Kiel, la Filarmónica del Sur de Westfalia y la Bergischen Symphoniker. KORNILIOS MICHAILIDIS, director de orquesta
Kornilios Michailidis (Grecia) se alterna en la dirección musical. Realizó sus estudios musicales en París, Indiana y Helsinki, y desarrolla su carrera igualmente en el repertorio operístico como en el sinfónico. Ha sido director residente de la Orquesta Sinfónica de Islandia y ha dirigido diversas orquestas en diversos países. Ha dirigido Falstaff y La clemenza di Tito y ha trabajado como asistente en Only the Sound Remains en la Opéra de París y en el Teatro Real. Fundador y director desde 2016 del Festival de Música Clásica de Koufonisia, es además piloto de aviación en activo. Recientemente ha participado en el Festival Scriabin 2022, donde dirigió la Orquesta Nacional Rusa en la Gran Sala del Conservatorio de Moscú, una gala con Lise Davidsen y la Orquesta Estatal de Atenas y otra con Kristján Jóhannsson en la Ópera de Islandia. En el Teatro Real ha dirigido Die Zauberflöte (CLICK) (2020). Kornilios añade que Nixon en China es un hito para su tiempo – 1987 –, es una revolución, y a la vez es innovadora y única por derecho propio. Es única por tener mucha importancia el texto, más que la acción. Sabemos que John Adams es un compositor minimalista, pero en esta ópera hay muchísimas más influencias: jazzísticas con banda de jazz, neoclásicas, postrománticas, ecos de Strawinski, ecos de Wagner, de Strauss…, pero me atrevería a decir que va aún más lejos. Hay instrumentos con influencias barrocas. Hay momentos en los que los ritmos suenan a ritmos de ópera barroca. Está hecho a propósito. Primero porque es una ópera histórica, y el compositor quiere reflejar el pasado, el presente y el futuro. También hay un tratamiento muy especial del sonido. Es una orquesta muy exigente como ha dicho Olivia, tanto para la orquesta como para los cantantes. Es un verdadero maratón. No aparecen fagots, ni trompas, pero hay cuatro saxos, dos pianos, un sintetizador eléctrico, que crea una sonoridad muy especial. Al estar muy basada en los textos, es muy importante que esos matices del texto se escuchen claramente. No es la acción sino el texto lo que importa. Hay un tratamiento especial del sonido con una amplificación para que se escuche más claramente. Eso supone otro reto para el equipo de sonido, el cual ha hecho un trabajo fantástico. SONIDO ESPECIAL PARA LAS VOCES
Junto a esta peculiaridad de instrumentos y sintetizadores se une el que hay un tratamiento de sonido especial para las voces de los cantantes. Kornilios aclara que tenemos una gran variedad de tipos de voces, como son tres barítonos diferentes entre sí; las tres secretarias de Mao cantan siempre juntas en u tono monótono y repiten lo que dice Mao en un registro muy bajo; tenemos a Mao que es un tenor que se pasa toda la ópera gritando por encima de los demás personajes; tenemos un soprano lírica y una soprano de coloratura. Es decir tenemos un espectro de voces muy variado. La particularidad es que los cantantes cantan a la vez, pero textos distintos. Cada uno repite su propia idea, y se trata de priorizar en cada momento lo que es importante escuchar. También hay una intervención importante del Coro con momentos en que, por ejemplo Nixon está cantando y escuchamos al Coro por detrás como si estuviera susurrando. en nuestro oído. Luego hay una serie de coros que no se ven, pero se escuchan, como un trasfondo sonoro. Kornilios añade que los cantantes tienen dos problemas: Uno es la memoria, porque la música minimalista se caracteriza por grandes bloques repetitivos de armonías. El cantante tiene que saber en todo momento dónde está, no se puede perder ni en un segundo. Requiere un trabajo de memoria ingente, que no sé cómo lo hacen. Un segundo problema son los conjuntos, que no son realmente conjuntos al estilo de Mozart. Son dos o cuatro cantantes que cantan a la vez, pero cada uno con sus propias reflexiones. A veces dos y dos, otras es uno y cada uno tiene su texto. Es muy difícil conjugar todo eso en algo armónico. Esta alternancia de dirección ha supuesto conversaciones entre los dos directores para unificar criterios de ritmos o cambios de cara a la orquesta y los cantantes, lo cual no quita que cada uno tenga su propia personalidad en el momento de la dirección. Una de las ventajas es que mientras uno dirige el otro controla el proceso de dirección. Es casi imposible que lo dirija uno solo.
John Fulljames (Inglaterra) fue director asociado de la Royal Opera House de Londres entre 2011 y 2017 y director de la Ópera Real Danesa entre 2017 y 2022. Es cofundador y director artístico de la compañía The Opera Group. Ha dirigido diversos títulos del repertorio en Londres, Copenhague, Montecarlo, Colonia, París, Barclona, Madrid. En la ópera de Lyon ha dirigido el estreno mundial de Benjamin dernière nuit (Michel Tabachnik). En el Teatro Real ha dirigido Street Scene (CLICK) (2018). Director de Nixon en China en 1987, se ha encargado de su reposición para la producción del Teatro Real. Se manifiesta como muy apasionado, durante mucho tiempo, de la música de John Adams. De esta música fantástica, surge el minimalismo de la costa oeste de EEUU, pero con un trasfondo rico y complejo. Lo más importante para un equipo que aborde este proyecto, es que se trata de hechos reales. Ahora nos situamos 50 años después de los hechos acaecidos. Está pasando de la memoria y de las mentes del público, las nuestras, a la historia. Con el tiempo pueden convertirse en hechos míticos. Esta conciencia de la historia y el modo en que actos concretos como el apretón de manos histórico, la bajada de Nixon del avión y poner su pie en China que se convierten en hechos históricos, son claves para entender por qué John Adams quería escribir esta obra y por qué es pertinente ponerla en escena hoy. Para un equipo creativo es realmente agradable recrear personajes históricos. HEMOS REUNIDO TODOS ESTOS MATERIALES Contábamos con una cantidad ingente de trabajo realizado, no sólo en cuanto filmaciones históricas, sino también fotografía histórica, lo que nos ha permitido recrear con precisión los trajes, la peluca, el maquillaje, y también cómo se desenvuelven físicamente los personajes. En nuestra investigación de la producción nos fascinó la cantidad de material de archivo. Hay tanto material documental, fotografías, películas, periódicos que recogen lo ocurrido, y nos pareció que era un archivo válido para extraer de cara a la producción, porque la producción se interesa por lo que nos cuenta el archivo. Hemos reunido todos estos materiales para crear la fantasía de un archivo, en el que un conjunto de historiadores, archiveros tratan de dilucidar que ocurrió en aquel 1972. Al final toda la ópera habla de la muerte, de cómo afrontamos nuestra propia muerte, y cuál es nuestro legado. Y en esta obra la esencia emocional está en el tercer acto. Estos políticos que en el primer acto parecen ser los más poderosos del mundo, de repente parecen indefensos ante nada menos que su mortalidad. Y parecen tan poco en el contexto de su legado y la ansiedad e inseguridad que sienten con respecto a lo que dejan ellos. DICK BIRD, escenógrafo y figurinista
Dick Bird (Inglaterra) se formó en el Goldsmiths’ College de Londres. Ha trabajado principalmente en la ópera, el ballet y el teatro. Ha aparecido en numerosas producciones en los principales coliseos de ópera: Falstaff, Otello, Don Giovanni, Les pêcheurs de perles, La donna del lago, Béatrice et Bénedict, Der Freischütz, Nabucco, Poil de carotte. En el ámbito de la danza ha diseñado Giselle, El pájaro de fuego, Wright y Aladdin. En el Teatro Real ha participado en Street Scene (CLICK) (2018). En Nixon en China es responsable de la escenografía y del vestuario, reafirmando la idea de John Adams, se trataba de buscar un puente entre los hechos históricos y el modo en que el público de aquella época podía sentir, esos hechos históricos recientes para ellos y el modo en que nosotros apreciamos ahora estos hechos, que ya pertenecen a una historia más lejana. Cuando se empezó a investigar sobre los hechos para esta producción, se pensó en la idea de que lo ocurrido estaba metido en todo el material fílmico y fotográfico, en un archivo dentro de cajas polvorientas. El público y nosotros podríamos llegar a abrir esa cajas, quitarles el polvo y tener la impresión de los hechos desde nuestra mirada actual. En este archivo hemos encontrado una serie d películas en superocho que de por sí ya tienen un toque histórico con un toque retro al visionarlos. Se trataba de eso, percibir los hechos desde nuestra mirada actual. La puesta en escena lo que propone es que veamos las figuras como construcciones mediáticas y no como personas reales.
NO ESTÁ AUSENTE EL SENTIDO DEL HUMOR, En esta ópera no está ausente el sentido del humor, lo cual no común en la ópera contemporánea. Como ejemplo tenemos esas tres secretarias que van repitiendo en un tono muy grave todo lo que va diciendo Mao, como si fuese el aparato del partido que va tomando nota de todo lo que él comenta. A veces a Mao se le va la cabeza y empieza a decir cosas que no están en el guión, y entonces las secretarias anticipan lo que va a decir para que Mao no se extralimite y se sitúe en los raíles en los que debe estar el Presidente de China. Eso lleva a un estilo musical muy irónico, aunque muy sutil.
FUNCIÓN PRECIO
Título: Nixon in China (Ópera en tres actos) Intérpretes: Bailarines: Laura Conchuela, Clémentine Dumas, Laura García Carrasco, Clara Navarro, Xiao Ortega, Chiara Mordeglia, Paula Simón Cantantes: Dirección del coro: Andrés Máspero
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