Natalia Menéndez, directora artística del Teatro Español, ve que este montaje combina perfectamente con el estreno de Con lo bien que estábamos (CLIKEAR), que se estrena en la Sala Principal del Teatro Español: nos estamos preguntando muchas cosas por la cultura, por la labor del periodismo, por el sentido de la crítica en cuanto tiene que afrontar las cuestiones que se le presenten. Un lugar común en esto del teatro que comienza a abrir sus puertas es tranquilizar al espectador en lo que se refiere a su seguridad. De ahí que todos antes de presentar el producto teatral, relatan las medidas de seguridad. También Natalia Menéndez.
EL PROYECTO Maruja Torres (Barcelona, 1943) y Mónica García Prieto (Badajoz, 1974), reporteras, discuten sobre periodismo, feminismo y transformación social en la Revista 5W como parte de su colección Voces de libros-diálogo en 2017.
Tal conversación terminó en un proyecto teatral nacido hace dos años. El artífice es Miguel Rellán que leyó un librito Contar para no olvidar de le Editorial 5W. Le impactó y lo resume. El primer impulso fue la urgencia de ampliar su difusión más allá de la editorial. Pensé en un cortometraje, una película y ¿por qué no una función de teatro?, pero dos mujeres hablando, sin conflicto, pues la esencia del teatro es que haya conflicto allí, el conflicto está fuera. Encontré una cierta solución y pensé que el Teatro Español era el mejor sitio para hacerlo. Lo propuso a Carme Portacelli, directora artística entonces del Teatro Español, la cual dijo: «Adelante, hay que hacerlo». Elegí a dos actrices que no preguntaran cuánto se cobra por el horario de ensayos y que me dijeran «¡Quiero hacerlo!». Y aquí están Nuria González y Nuria Mencía. Para que las cosas no sean fáciles viene la Pandemia y todos nos vamos a casa. Pasan cosas dolorosas por todas partes y hasta el Español cambia de directora que generosamente, y nunca se lo agradeceré suficiente, me dice: «Retomamos lo que estaba previsto». LO QUE ME IMPACTÓ ES QUE ES UN GRITO El por qué le impactó no es porque fuese necesario, pues no cree que hay algo necesario, pero si había algo importante:
aparte de que se habla de dos periodistas de guerra importantes, lo que me impactó es que es un grito. Lo que gritan estas dos señoras es «¿Por qué pasa todo esto?» Una de las funciones del teatro es hacer preguntas. No creo que a lo largo del libro se den muchas respuestas, pero preguntas muchísimas: ¿Qué pasa con Oriente Medio? ¿Es inexorablemente inacabable? ¿Qué pasa con la información o con la desinformación? ¿Quién decide que se hable de Venezuela y no de Guinea Ecuatorial? Ese dictador indecente. ¿Por qué no vende algo? ¿Qué nos pasa al os ciudadanos que decidimos no leer, quedarnos con el titular y mantenernos informados, ¡je! por twiter? ¿Qué pasa con las empresas de comunicación? Preguntas, preguntas, preguntas… Yo soy sobre todo espectador y lo que me gusta cuando entro en el teatro, es que salga diferente. Si me impactó la función; a las actrices; a Natalia Menéndez; a Agustín Morales, editor de la editorial; a Mónica y a Maruja y vieron interesante hacerla, pienso ingenuamente que a alguien más le tiene que impactar. No vamos a ser cuatro locos. Habrá gente que se interese por esto. Eso es lo que me gustaría que pasara. El ideal para Miguel Rellán es que el espectador salga haciéndose preguntas y procurar informarse. Comprendo que es un muy complicado porque ¿dónde vamos a encontrar una información veraz? ¿De quién nos fiamos? Hoy 4 viernes todas la empresas de comunicación y propaganda, desde El Corte Inglés hasta los partidos políticos y Ferretería Rebolledo, han mandado a todas las agencias lo que quieren que digan de ellos. La Verdad ¿cuál es? Preguntas Por eso estamos aquí. DE CORRESPONSAL A CORRESPONSABLE
Mónica García Prieto responde en un primer momento que cuanto más ruido mediático haya, cuantos más mensajes, más bombardeo, más medios es más complicado. No sabemos de quiénes están muchos de esos medios. No sabemos cuál es el objetivo del mensaje que nos están lanzando con un motivo detrás. Es un terreno bastante complicado, pero también lo padecemos los periodistas profesionales: el sabernos en manos de intereses que no controlamos y no conocemos. Yo llego, en un momento, en que en vez de definirme como corresponsal y he sido corresponsal, prácticamente, durante toda mi vida profesional, pero me definía como «corresponsable», porque me daba la impresión de ser corresponsable de una serie de maldades que se decidían desde muy arriba y para la que nos iban usando a todos. Llega un momento en que te sientes bastante mal. Este es uno de los grandes dilemas que tenemos Maruja y yo. Mónica deja claro que las dos aman el periodismo y la profesión. consideramos que tiene un potencial inmenso a la hora de despertar conciencias y también tiene una cantidad de ataduras terroríficas que hace que seamos presas de algo que puede ser lo contrario de lo que defendemos. Tras tantas preguntas la función termina con «¿Sirve para algo»?,desvela Miguel Rellán. Mónica García y Maruja Torres se definen mutuamente.Mónica García Prieto define a Maruja Torres como el ejemplo de mujer transgresora, profesional libre y sin complejos, alejada de todo convencionalismo en un mundo dominado por los hombres. Por su parte, Maruja Torres dice que Mónica García Prieto tiene la esencia de la reportera que ella misma querría haber sido: una periodista especializada en los conflictos internacionales y que ha observado cómo se desarrolla la Historia ante sus ojos. ME PARECÉIS DE OTRO PLANETA
Miguel Rellán añade que conoció a Maruja Torres en la época de Bocaccio y de las andanzas nocturnas, cuando los actores y demás gente del artisteo o limítrofes, se reunían en la cafetería Bocaccio. Sabía de la existencia de Mónica y la conoció posteriormente. Ha hablado con las dos formulando preguntas y preguntas, lo cual ha desembocado en un profundo homenaje a estas señoras. Se lo he dicho a ellas: «Me parecéis de otro planeta». Lo dice Maruja en boca de Nuria González. «Es que si no voy allí y no lo cuento, reviento». Esa pasión por el oficio, jugándose la vida con las tragedias que llevan en el curriculum. No lo voy a entender nunca y eso hace que mi admiración sea de verdad. Además, insisto, que sean mujeres que cuentan al final de la función unas cuantas cosas que son como para hacerse «travesti». Es ir a la guerra con plataformas – interrumpe Nuria González. Que deduzcan que en las redacciones de los periódicos haya más machismo que en el mundo árabe ¡manda narices!
EL MISTERIO DE IR A LA GUERRA Se puede pensar que además de la pasión por el oficio, hay un componente de un subidón de adrenalina que mueve hacia ese oficio de reportero de guerra. Mónica García desvela que
el factor adrenalina mueve a muchos colegas, sobre todo cuando eres muy joven. Te genera una euforia el sobrevivir. El ser inmortal. No he muerto. he estado en el conflicto y he salido airoso Es un engaño. La complicación está en saber que pertenece a la suerte. Me temo que el 99% de la cobertura del reportero es la suerte. El factor adrenalina va desapareciendo con la edad y con los compañeros caídos. Cuanto más tiempo pasas trabajando en este oficio, más caen. Entonces todos tenemos una larga lista de nombres a los que velar, y de los que acordarnos continuamente. Es un homenaje no a nosotras, sino a todos aquellos cuyos nombres, en su día, fueron simbólicos en el periodismo de guerra. En el caso de Mónica y Maruja no ha partido de la adrenalina no quiere decir que con 20 años no lo hubiéramos hecho, pero ya desde hace años no se acude por la adrenalina sino por sentido de responsabilidad por un lado y segundo porque sabes hacerlo. Qué egoístas seríamos si pudiendo denunciarlo, decidiéramos quedarnos en casa. En mi caso, como se dice en la obra y en el libro, por conocer mejor a los seres humanos porque me fascina, y a un ser humano se le conoce mejor en condiciones extremas, no en condiciones normales. Por eso la Pandemia ha sacado lo mejor y lo peor, porque es extremo. Se nos saca de la zona de confort. El hecho de que te traslades voluntariamente a una zona de conflicto y des voz a gente que no ha tenido voz en su vida y que está en una situación extraordinaria, de la que seguramente no salga con vida, nos lo agradecen de una manera tan emotiva, que tienes la responsabilidad moral de acudir y verlo. Es lo que le pasa a Maruja. Por ejemplo en el último período, cuando la conozco en el Líbano, a ella no la mandaba El País. Hacía tiempo que no la mandaban a ningún sitio. La querían como columnista. Ella se automandaba a los sitios porque tenía la necesidad de contarlo y como en el Líbano son mil situaciones cada día, requieren contarlo en los periódicos. Y luego el contarlo es para no olvidar, pero en el sentido tan poético como se dice en el libro, sino, en mi caso, yo olvido las cosas. Quiero queden por escrito y por una cuestión de principios: » los malos no pueden ganar la partida». Tenemos que dejar constancia de lo que ha pasado y, por lo menos, después de 50 años tengan la oportunidad de leer esto y no le vendan la moto lo que escriban los historiadores que, seguro, son los vencedores del conflicto. «TENEMOS LA NECESIDAD DE SALVARNOS. En la obra se narra la petición de una persona: «Tenemos la necesidad de salvarnos. Ve y cuenta lo que está pasando» y se les responde
«No te preocupes que lo voy a contar». Sé que les estoy engañando, porque, a lo mejor, ni me lo publican y si lo publican no va a cambiar nada. Es muy doloroso por muchos motivos – añade Mónica. La diferencia de que tú estés allí contándolo, investigando, halando con ellos y que no estés para ellos representa el estar solos o acompañados por el mundo. De pronto el reportero era la humanidad, cuando la humanidad ni tiene humanidad, ni es humana y le importa un bledo que meran todos o no. En Siria y regímenes cerrados donde no acceden los periodistas, el hecho de uno solo se meta en las calles y consiga hacer la foto del cadáver del tipo al que acaban de asesinar para ellos les cambia la vida. Es muy emocional. TRANSMITE MUY BIEN EL MOTOR El libro Contarlo para no olvidar es fruto de varias conversaciones entre Mónica García Prieto y Maruja Torres, que la Editorial posteriormente redactó a una versión legible y que no hubiera repeticiones. La adaptación al teatro es de Miguel Rellán, de modo que ninguna de las dos reporteras han entrado en ninguna de las dos fases. En opinión de Mónica la adaptación es muy bonita. Realmente está muy bien concretado y muy bien sintetizada en las cosas que más pueden llamar la atención al espectador, una persona ajena al periodismo de guerra y al periodismo internacional que es lo que más se manejaba en el libro. Me parece muy emotivo porque transmite muy bien el motor que nos mueve a ambas para ese periodismo. Al transmitir cualquier noticia sea escrita o gráfica acecha siempre el peligro del subjetivismo que lucha contra el objetivismo que tendría que tener la narración de lo transmitido. Mónica piensa que hay que quitarse el marchamo de la objetividad. La objetividad no existe. Podemos ver una cinco personas la misma escena y tener una visión cada una diferente, por su experiencia… Creo que hay que tratar de relatarlo de la manera más honesta posible. Que llegue el fondo de lo que hemos visto con todo el contexto posible. No se pueden descontextualizar las acciones. Hay que intentar comprender lo que pasa alrededor para que tenga su sentido, porque sacarlo del contexto significa una cosa diferente. La base es la honestidad y ver que has hecho bien tu trabajo. No has maquillado una realidad. No la has intentado cambiar. No has intentado manipularla, dar una imagen que no existía. Has intentado transmitir con la máxima fidelidad posible lo que tú has visto. HABRÁ QUE EMPEZAR A HACER Los titulares deberían ser la parte de la información más objetiva, pero frecuentemente usan un lenguaje connotativo, para impactar e intrigar, y están fuera de contexto. Mónica está de acuerdo en esa contradicción. Totalmente de acuerdo. Me encantaría que el lector supiera que el titular nunca lo ponen los periodistas, lo pone los medios. Depende de multitud de motivos. El adjetivo puede estar buscado por motivos más o menos maliciosos, la longitud depende de los caracteres que hay libre en la página; el del formato…Es decir hay una serie de factores por los que el titular no tenga por qué representar el artículo, que puede estar tergiversado y por supuesto no representa a la persona que lo ha escrito. En ese sentido hace un flaco favor. Todo este momento de prisas, de producir y producir sin pensar lo que estamos produciendo a toda velocidad está repercutiendo en el periodismo, y eso se traslada al titular que es lo que nos llega, por supuesto, y ya lo leemos en el twit como un titular, y nos creemos que eso es la realidad, y no tiene nada que ver ni con la realidad ni con el periodismo. Habrá que empezar a hacer alfabetización digital. Alfabetización en los colegios. Que los chavales sepan distinguir entre qué es un artículo periodístico bien basados en fuentes y testimonios bien preparados, y lo que es un titular redactado por un director. Creo que esa es la clave.
FUNCIÓN PRECIO
Título: Contarlo para no olvidar
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