En la pasada temporada la Compañía Hernández & Fernández, formada por el dramaturgo Mario Hernández y el intérprete José Fernández estrenaba en el Teatro del Barrio El pecado mortal de Madame Campoamor (Premio Calamonte Joven en 2019) un monólogo inspirado en los últimos días de la mujer, Clara Campoamor, que conquistó el voto femenino en España. Ahora vuelve con un nuevo título y el mismo equipo: Hemingway. Enviado especial. Un monólogo sobre las últimas horas de Ernest Hemingway, recordando sus crónicas periodísticas de la guerra del 36. De nuevo los últimos días. Es la madrugada del 2 de julio de 1961, y un hombre sostiene en sus manos su escopeta favorita. En menos de una hora, se disparará con ella, poniendo fin a una vida llena de venturas, viajes, éxitos, libros mundialmente conocidos, películas en Hollywood, el Premio Nobel de Literatura… En estos últimos minutos, sin embargo, la mente de este hombre está en otro lugar, en otra época: Madrid en 1937, en plena guerra civil, cuando sus artículos, escritos mientras las bombas caían sobre su habitación del Hotel Florida, contaban al mundo cómo se libraba, y se perdía, la última guerra romántica. FIN DE SU LEYENDA EN ESPAÑA
Hemingway. Enviado especial, se estrenó en enero de 2022 en formato lectura dramatizada. Ahora se escenifica como montaje teatral y nos traslada también a los últimos días de quien fue Premio Nobel de Literatura. El director y dramaturgo Mario Hernández centra el momento histórico y la situación emocional de Hemingway Desde su habitación 109 del Hotel Florida, situado en la Plaza de Callao, Hemingway contó la guerra civil española mientras libraba una guerra contra sí mismo. Tras este aparente compromiso político con la libertad y la justicia, se esconde un hombre ávido de recuperar la fama perdida en la última década, un escritor capaz de servirse de todo el sensacionalismo de la tragedia para ocupar titulares, un juerguista empedernido que se divierte tanto en las trincheras como en la noche madrileña, ajeno a la muerte y el horror que le rodean. Estos últimos minutos, este hombre recordará cómo sucumbió a la leyenda. Cómo, en su querida España, Hemingway mató a Ernest. En 1936 la Guerra Civil Española atrajo el compromiso de intelectuales de todo el mundo, cada uno con sus motivaciones particulares: combatir en las milicias o en las Brigadas Internacionales, trabajar en prensa, intervenir en el Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura de 1937… Gabriela Mistral, Virginia Woolf, Dorothy Parker, Bertolt Brecht, John Dos Passos, Graham Greene, André Malraux, Thomas Mann, Pablo Neruda, George Orwell, Antoine de St. Exupéry, Jean-Paul Sartre, Tristan Tzara o Simone Weil eran «voluntarios con gafas», como los apodó Mijail Koltsov. Y en esa nómina estaba también, por supuesto, Ernest Hemingway. Mario Hernández recuerda que Se dice que la guerra española fue la última guerra romántica. Es increíble que en el Hotel Florida de la Plaza de Callao pudieran reunirse todos esos nombres de artistas, intérpretes, autores y autoras. Fue la primera guerra con corresponsales mujeres. Era el centro del mundo. Todo esto se sabe, pero no lo valoramos de verdad, porque se nos ha contado muy mal la historia, encima con la dictadura de por medio. Ha interesado mucho más reducir a Hemingway a un borracho que venía a los San Fermines. Hay un libro maravilloso, Hotel Florida de Amanda Vaill, que cuenta cómo fueron aquellos años del 36 al 39. Cómo la Plaza de Callao era el centro del mundo, y a Hemingway lo describe de forma objetiva. HOTEL FLORIDA, libro Amanda Vaill En 1936 en el hotel Florida, se reunían los periodistas extranjeros, los fotógrafos, los espías, los militares, bajo el estruendo de las bombas, en una guerra que cambió a todos para siempre. Hotel Florida no es un estudio académico ni una ficción. Es una reconstrucción basada en cartas, diarios y memorias, documentos oficiales, películas, biografías, historias y noticias de la época. Un gran fresco de la Guerra Civil española. Por ese hotel recalaron Hemingway, necesitado de un éxito. Martha Gellhorn deseoso de vivir peligrosamente. El escritor Arturo Barea quien sentía que su vida era una contradicción. Ilsa Kulcsar que vivía para sus ideas. Gerda Taro y Robert Capa que querían olvidarse de su pasado En aquel entonces Hemingway frisaba los cuarenta años y gustaba de ofrecer una imagen un tanto caricaturesca de sí mismo. Según el propio Hemingway desde los años veinte se codeaba con Gertrude Stein, James Joyce y Ezra Pound, pero en los años próximos a la guerra civil española comenzaba a alejarse de los ambientes intelectuales, y le fascinaban los deportes sanguinarios y el whisky, así como luchaba contra su propio mito literario. Paralelamente se acercaba al periodismo, y por otro lado no conseguía el éxito literario como lo fue con Adiós a las armas en 1929.
Mario Hernández ve en Hemingway una figura muy polémica, y eso lo hace tan interesante. Es casi un personaje shakesperiano, porque tiene toda la tragedia del ser humano que es incapaz de asumir sus contradicciones. Tenerlo cubriendo nuestra guerra, que destilara aquí la gran literatura que escribió, es un lujo. Hay artículos, como El viejo del puente (que luego convirtió en cuento) que son auténtica literatura. EN 1936 HEMINGWAY SABÍA Llegar a España no fue una novedad, pues novelas como Fiesta, está inspirada en los encierros pamplonicas; su afición a los toros le llevó a escribir Muerte en la tarde. En 1937 la agencia NANA le contrata como corresponsal de guerra en España, nación que ya le era familiar a nivel cultural y político. Según el historiador Hugh Thomas desempeñó un papel activo en el bando republicano, excediendo los deberes de un simple corresponsal: por ejemplo, instruyó a jóvenes españoles en el manejo del fusil. De este modo traspasó el periodismo para convertirse en testigo, miliciano y activista, así como se ratificó en su postura antifascista, denunció las manipulaciones políticas, y se enemistó con escritores como Sinclair Lewis y John Dos Passos. Su presencia en el frente le llevó a decir «cuanto más cerca se está del frente mejores son las personas» Según los creadores de Hemingway. Enviado especial, la guerra española le inspiró la obra de teatro La quinta columna, le permitió participar en el documental La tierra española – de Joris Ivens- y en ella basó la que sería, posiblemente, su mejor novela: Por quién doblan las campanas, que, en 1940, resultó decisiva para crear un clima internacional antifascista. Porque el legado de Hemigway no es solo el de una narrativa excepcional, también ha contribuido a la necesaria problematización de la Historia. En nuestra obra hay extractos de todos esos títulos, pero sobre todo de sus crónicas, en las que trasladaba cómo vivió la guerra de primera mano. La obra se hace siempre a través de las palabras del autor, de su voz, llevadas a un ejercicio de autocrítica que solo puede hacerse en el amanecer del que va a ser el último día de tu vida. DEL IDEALISMO AL EGOCENTRISMO El crítico literario, autor y profesor estadounidense Lionel Trilling escribió de Hemingway la conciencia de haberse transformado en una leyenda debió de representar algo gratificante pero también una carga. Fue un hombre hecho a sí mismo de una época muy concreta de Estados Unidos. Tiene un texto precioso sobre su idealismo, sobre cómo se sacrificó por la libertad de todas las personas. Sin embargo, tras pertenecer en los años 20 a la Generación Perdida, se convirtió en un hombre secuestrado por sí mismo, egocéntrico. Nunca tuvo el mismo éxito que había alcanzado antes, y por eso permaneció siempre perseguido por su propia sombra. Posteriormente durante la Segunda Guerra Mundial estuvo presente en el desembarco de Normandía y la Liberación de París. En 1952 publica El viejo y el mar, y luego se fue de safari a África. Allí tuvo dos accidente aéreos graves que le dejo secuelas mediante dolores y problemas de salud. A lo largo de su vida residió en diversos países: Cayo Hueso, Florida, en la década de 1930; en Cuba, en las décadas de 1940 y 1950, y en 1959 compró una casa en Ketchum, Idaho, donde se suicidó el 2 de julio de 1961 a los 61 años.
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Título: Hemingway. Enviado especial
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