Pablo Fidalgo, autor y director de El libro de Sicilia, ha estado viajando por Sicilia durante años, casi siempre solo, tomando notas, escribiendo, mirando, pensando, corrigiendo. Cuando llegué esta vez a Sicilia, el 12 de marzo, el Etna estaba en erupción. Fuimos hasta las faldas del volcán para sentir la tierra, pero era un día de lluvia y niebla y no conseguimos ver mucho. Un amigo de Catania nos dijo que en esos días las personas estaban nerviosas y que la actividad del volcán se sentía completamente en el día a día, en las caras y en los cuerpos. Eso es lo que siento en Sicilia desde siempre. La isla vive todavía en esa idea del tiempo, atendiendo al sol y a las horas del día, dentro y fuera del sistema. GIBELLINA SEPULTADA BAJO
El libro de Sicilia es una propuesta de colaboración del CDN con el autor y director de este texto Pablo Fidalgo, quien propuso la historia del destructor terremoto de la ciudad de Gibellina (Sicilia, Italia): 500 muertos y los pueblos del valle destruidos. Pablo Fidalgo desde el 2018 trabaja fuera de España, en Portugal e Italia. En ese recorrido ha descubierto que el sur de Europa tiene mucho en común y por ello mucho que aprender. Una realidad muy vinculada a lo que estamos viviendo como son las migraciones y otras realidades en los últimos años. Para hablar de todo esto Pablo eligió el pueblo de Gibellina, donde existe el Cretto di Burri o Cretto di Gibellina (The Great Cretto) que Alberto Burri realizó en 1984 y acabada en 1989. Se trataba de cubrir los escombros de la ciudad de Gibellina, destruida por el terremoto de Belice de 1968. La cubrió con enormes placas blancas de cemento atravesadas por fisuras que reproducen en parte el trazado de calles de Gibellina, emulando la tierra reseca. La idea fue del alcalde Ludovico Corrao que de este modo quiso conservar la memoria y el dolor sufrido. CRETTO DI BURRI Pablo había visto el monumento Creto en imágenes.
El primer viaje que hice a Sicilia, en el 2008, la primera imagen que vi fue el Creto. Me di cuenta de lo que significaba esa escultura: la ocultación de Gibellina por el terremoto. A través de una amiga común conocí a Nicolò Stabile, un vecino de la Nuova Gibellina, y me contó la reconstrucción de la Nuova Gibellina. La vieja Gibellina estaba construida en una ladera, un terreno muy propenso a los terremotos graves, y el pueblo se reconstruyó a 15 kilómetros del lugar original. El alcalde comunista Corrao, importante en aquella época, consiguió que todo el pueblo emigrase y se mantuviese unido en la Nuova Gibellina. También en la pieza se habla de todos los dramas que vivió Gibellina después del terremoto, porque alrededor de 30.000 personas en los cinco días posteriores al terremoto, se fueron del valle de Belice, que venía a ser como las Hurdes en España. Un territorio de una pobreza extrema, muy olvidado. El último lugar de Italia. El terremoto fue el último golpe asestado a ese territorio. LA NUOVA GIBELLINA
La obra de teatro narra cómo se reconstruyó el pueblo y de qué manera el alcalde Ludovico Corrao intentó devolver a los habitantes lo que se podría denominar una ciudad del arte contemporáneo: la Nuova Gibellina. La Nuova Gibellina es fascinante, pero, para mí, es una ciudad de ciencia ficción. Calles muy anchas y largas. Una pequeña ciudad en medio de Sicilia con muchos menos habitantes de los que se esperaba. Entre la belleza de ese arte, porque hay piezas maravillosas en la ciudad, y la dificultad de conservar un patrimonio que es muy vasto, el pueblo tiene muchas dificultades, pues alberga todas las contradicciones, toda la fascinación y la alucinación, la belleza y el espanto, el esplendor y la ruina. Todo esto se cuenta en la obra, la cual ha sido muy guiada por las informaciones de Nicolò Stabile, que forma parte del reparto. Pablo clasifica este texto de teatro documento, partiendo de realidades. No es una obra de personajes. Con todo hay una parte de fábula, que convierte el documento en arte y teatro. LAUTARO REYES Los intérpretes son Cecilia Arena (México), Lautaro Reyes (Chile) y Nicolò Stabile (Italia). Nicolò Stabile es el guía que condujo el potencial informativo para que Pablo Fidalgo escribiera El libro de Sicilia. Lautaro Reyes (Chile) vive una situación similar en su sísmico país.
Mi lugar en la pieza es algo que me pregunto constantemente, sobre todo por el origen. Las primeras conversaciones con Pablo fueron sobre la naturaleza del trabajo y de qué manera yo podía entrar en este imaginario, que por otro lado es una cosa muy real en lo que toca a la parte documental. Yo soy chileno y la realidad de Chile es una realidad sísmica activa. Eso genera una memoria del cuerpo que es diferente a la de los que no sufren este movimiento tectónico. El lugar en el que conformo este trabajo es ese eco sísmico desde donde se inicia el movimiento y cómo, en este caso, se va ampliando, primero Nicolò, luego Cecilia y después yo. De alguna manera mi lugar en la pieza hago de transmisor o traductor de esa información en este Teatro. Es como una resonancia de lenguajes. También esa es mi experiencia de cómo se ha construido esta operación de historias. NECESIDAD DE LA REALIDAD La formación del equipo para montar esta obra no ha sido al uso. Pablo declara que fue un proceso muy «bonito y el más bonito de los que he hecho». En el equipo hay diversidad de naciones. Dado la temática era inevitable y necesario que hubiera varias personas de Italia, pero también Lautaro de Chile, Cecilia de México, de Venezuela Cecilia Molano(escenografía, vestuario y video), y Paloma Parra(Luces) de España. Para construir lo que quería construir, necesitaba la experiencia del cuerpo de la que hablaba Lautaro y podríamos hablar mucho. Debían tener esas marcas en el cuerpo, esa memoria corporal del terremoto. También es verdad que yo viví el terremoto de la ciudad de México del 2017, y eso se me quedó ahí. Eso me llevó, probablemente, a sentir que comprendía lo suficiente como para afrontar el trabajo de Gibellina. Sentía que tenía una autoridad o algo dentro. Lázaro (Gabino Rodríguez, dramaturgista) también es mexicano y como Lautaro tiene esa experiencia. Es una vivencia que está ahí y cuando Nicolò nos cuenta esa historia, que forma parte de él y que luego ha elaborado, no hace falta que explique demasiado, porque lo llevamos dentro, sobre todo ellos, ya que yo viví el terremoto de México por pura casualidad, pero sí, siento de lo que ellos están hablando.
Ligado a los terremotos está lo que Pablo denomina el poder de la tierra. Ahora estamos viviendo el volcán de la Palma, que es muy diferente porque no hay pérdidas de vidas humanas, pero hay mucho dolor también. La tierra habla, ha hablado siempre. Seguirá y seguirá hablando… Nuestra responsabilidad es leerla, atenderla y entenderla. SICILIA, UN LUGAR OLVIDADO El libro de Sicilia se enrola en el llamado teatro documento, adobado por experiencias personales de sus intérpretes y de parte del equipo, como algo consustancial al espectáculo. Eso implica que amén del aspecto informativo del terremoto de Gibellina, símbolo de tantos terremotos, la obra va más allá. Yo puedo decir mi experiencia personal. He vivido, al menos, tres meses en Gibellina con parte del equipo, y lo que nos fascinó en este territorio – aparentemente olvidado por Europa, por el Estado italiano; un territorio completamente marginal; también, de alguna manera, un territorio de mafia, aunque la pieza no trata de la mafia – es que, de pronto, hay vidas y personas que se organizan para intentar proteger formas de vida muy específicas del sur de Europa, que tienen que ver con un clima, una geografía, una manera de habitar las ciudades y los pueblos como es verse, tocarse, de hacer fiestas…La pieza tiene que ver mucho con una fiesta raíz que Nicolò organizó en el 2017 en el Cretto di Burri. Me encontré con una serie de experiencias y formas de vida que, para mí, merecen ser vividas porque están el pueblo presente como es el tocarse, en el hablar, en el verse, en la lucha para que ese territorio no sea completamente engullido por la mafia y por tantos poderes que operan en un lugar tan complicado como es Sicilia que aparece como un lugar ultraperiférico de Italia, pero, al final, es el lugar que recoge a todos los emigrantes que vienen de la otra orilla. Entonces es un territorio que tiene mucho interés políticamente y por eso hace falta qué vidas hay ahí en ese lugar tan olvidado, tan marginado y que al mismo tiempo tiene tantísima importancia. SI UNA IDEA DE EUROPA EXISTE TODAVÍA, A juzgar por la obra el terremoto de Sicilia viene a ser un microcosmos, y por lo tanto metáfora, a nivel económico, social y político. Sicilia es el terremoto y todo lo que vino después del terremoto. Es la epopeya de un pueblo que es arrancado de su lugar y es trasladado de una manera artificial a otro territorio. En realidad pierde todos sus orígenes. Gibellina era un pueblo, prácticamente, campesino. Ahora no quedan campesinos. Es un valle que lleva 53 años de luchas para encontrar su identidad. Eso es lo que me movió estar allí. Tanto en Cretto como en la Nuova Gibellina hay un problema económico, ya que el dinero se les acabó. Lo único que pueden salvar es el pueblo mediante las iniciativas personales. Nicolò es una persona muy activa en todo esto, y el espectáculo está construido a partir de los eventos que Nicolò ha organizado para salvar esas obras de arte y su testimonio personal, expresado a través del relato de su vida en un monólogo ante el cual nos preguntamos: ¿Qué significa hoy hacer memoria, reconstruirse o renacer? ¿Cómo nos define la geografía donde vivimos? ¿Qué puede hoy el teatro? ¿Qué puede hoy el Mediterráneo?
Pablo resume la estructura de la obra como una historia en la que hay mucho dolor, pero mucha fiesta también.
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Título: El libro de Sicilia Dirección: Pablo Fidalgo
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