Dos funcionarios se presentan en la pensión donde vive Josef K. y le comunican que debe presentarse en los juzgados para aclarar su situación. A partir de ahí Josef K. es atrapado en un absurdo e interminable proceso con la perspectiva de condena. Un tío suyo le pone en contacto con un abogado amigo, quien no consigue nada. Josef K. decide encargarse de su propio caso y contacta con el pintor de jueces Titorelli, bien en relacionado en los tribunales, el cual sólo le garantiza el prolongado aplazamiento de la causa. Un sin sentido y frustración irá en aumento. Dos guardias lo conducen a una cantera a las afueras de la ciudad donde se dictará sentencia de muerte… ERNESTO CABALLERO, dramaturgia y dirección Ernesto Caballero – ex director del CDN – considera una gran oportunidad el poder ofrecer una versión de El proceso de Franz Kafka, y más en el CDN (Centro Dramático Nacional) al que le está agradecido por la generosa colaboración de todo el equipo.
Me embarga la emoción de poder compartir con la ciudadanía este clásico del siglo XX. Más allá de la pasión que siempre me ha suscitado la literatura kafkiana, la posibilidad de llevarla al teatro para que los conciudadanos puedan acercarse a la obra de Kafka, me parece que es una ocasión que celebro antes que como artista, como ciudadano. En esta adaptación suya para teatro a partir de la novela original de Kafka, advierte que hay algunas variaciones dramatúrgicas, aunque no muchas. La idea dramatúrgica creo que es coherente con el discurso del relato. Es la idea de testimonio. La obra está escrita en tercera persona, pero en este caso la trasladamos a primera persona y todo el relato forma parte de un testimonio que se profiere ante un tribunal, en este caso es el del teatro. El método dramatúrgico Ernesto lo equipara al juego de cajas chinas (meter una historia dentro de otra y ésta dentro de otra, y así). Es el eterno retorno en una fábula de Josef K. que parece que nunca termina. Existen muchos espacios y lo hemos resuelto a través de mamparas móviles transparentes ideado por Mónica Boromello. Este elemento escenotécnico se une al trabajo de 8 actores de primer nivel, cuyo talento particular son capaces de ponerse al servicio del equipo. En este caso el equipo es la propuesta, que es de tipo coral, muy basada en el trabajo del actor. Es un montaje poético, esencialista, porque no se recrea mucho en los elementos descriptivos. Es un montaje, sobre todo dinámico, evitando el estancamiento que pueden estar en ciertos pasajes de la novela, ya que lo permite el género. Aquí la acción es permanente, y para ello nos hemos servido también de la música del eminente compositor José María Sánchez-Verdú, cuya composición muy orientada a la escena, que casi se hace escenografía y al mismo tiempo potencia el viaje mental del protagonista Josef K. OTROS PROCESOS
El proceso ha tenido su mítica versión fílmica en 1962 con guión y dirección de Orson Welles, que también interpretaba al abogado. Anthony Perkins, la eterna angustia, encarnaba a Josef K. y le secundaban en los papeles principales una prestigios pléyade de actores: Romy Schneider (Léni), Jeanne Moreau (señorita Burster), Elsa Martinelli (Hilda), Akim Tamiroff (Bloch)… Fue galardona con el Premio de los Críticos 1964 a la mejor película. Versiones teatrales se conocen menos. En marzo de 1992 comenzaron los ensayos en el Taller de Teatro de la Universidad Nacional de La Plata (Buenos Aires, Argentina), de El Proceso en adaptación del poeta uruguayo Alberto Mediza. Contaba con 50 actores y 30 personas entre equipo técnico y talleres. En mayo de 1992 se estrenaba en el Auditorio del Pasaje Dardo Rocha. La obra se mantuvo durante 5 años en cartel y fue vista en la ciudad por 20.000 espectadores. Ernesto Caballero recuerda haber visto El Proceso en el Teatro María Guerrero, dirigido por Manuel Gutiérrez Aragón hace mucho tiempo Yo todavía llevaba pantalones cortos. Lo interpretada por Pepe Sacristán, pero tengo un recuerdo muy vago. Después en el ciclo Una mirada al mundo programamos en el María Guerrero un montaje de El Proceso, pero era muy gestual. El montaje de Manuel Gutiérrez Aragón con versión de Peter Weiss fue interpretado por la Compañía estable del CDN y se invitó a José Sacristán para interpretar a Josef K. Fue el gran triunfador del montaje. Tanto la película como el versión teatral están muy alejadas en la mente de Ernesto. La película de Orson Welles no he querido revisitarla, porque, siempre, cuando abordo algún gran texto de repertorio procuro descubrirlo como si lo hubiera escrito alguien ayer mismo, porque todas esas referencias se convierten en ideas, y uno termina haciendo algo horrible como es la «representación de ideas». He tratado de no representar ideas, y me he alejado mucho de otros montajes. He procurado que el texto me hablara sin todo ese «palinsesto» – manuscrito antiguo que conserva huellas de una escritura anterior borrada artificialmente – de lecturas que se han hecho en otras circunstancias con otro público y en otras épocas. He procurado estar bastante virgen. INSEGURIDAD JURÍDICA La oportunidad de traerlo de nuevo, como ha dicho Ernesto, es por ser un clásico del siglo XX… por ser un clásico de nuestro tiempo. ¡Qué narices! Como tal tiene un campo expansivo muy amplio. De la anécdota personal de Franz Kafka, pues podría ser un trasunto de Kafka, como es el laberinto burocrático administrativo que sufrió en su momento, logra hacer una metáfora de la condición del ser humano en un mundo que , según Kafka, parece que los dioses se han desentendido de nuestro lugar, la tierra. En ese sentido la explicación de la ley – ¿qué es la ley? ¿qué es la justicia? – tiene una doble lectura. Por un lado la ley terrenal es demoledora, y en este sentido es una obra demoledora que nos habla de la inseguridad jurídica, algo que estamos padeciendo en estos momentos de una manera muy lacerante, un absurdo de tipo administrativo, burocrático, pero también un sistema, que hemos intentado potenciarlo, que no permite que nos quedemos fuera de él. Nos pide nuestra propia colaboración, y nosotros colaboramos con él, en el sentido de las grandes tragedias, donde el héroe es un muñeco del Destino, pero también colabora con su suerte. En todas las tragedias no son protagonistas pasivos, y eso lo hemos resaltado. Josef K. en muchos momentos podría haberse desentendido de esta acusación que una mañana le cae, sin embargo él insiste y va labrando su propio destino. Esto nos habla de nuestra condición como víctimas y, a la vez, agentes de un sistema abstruso, absurdo, y finalmente autodestructivo. Eso es la ley en un nivel terrenal, en un nivel mundano. LA LEY TIENE TAMBIÉN Esa ley advierte Ernesto tiene también una dimensión ultramundana. Es una ley filosófica o teológica. En ese sentido la obra es muy abierta y no da respuestas unívocas, pero esa imposibilidad de acceder a una justicia o a una ley superior tiene que ver con nuestra ceguera con respecto al Misterio, lo transcendente. En ese sentido la obra es muy enigmática, y de hecho la ha reivindicado el ateísmo existencialista y también cierta visión teológica, porque el protagonista se encuentra esperando frente a las puertas de la ley, como hemos recogido en nuestro montaje, nos habla de algo que va más allá que el laberinto represor burocrático-administrativo. UN SISTEMA JURÍDICO Sin entrar en estas disquisiciones metafísicas, también la obra alude claramente a una relación certera: allá donde se produce inseguridad jurídica nace el totalitarismo. En ese sentido la obra es muy sobrecogedora porque nos está alertando también de que un sistema jurídico administrativo corrupto, arbitrario, endeble, conduce irremisiblemente al totalitarismo y por tanto al aplastamiento del ciudadano. Ese aplastamiento, en este caso apuñalamiento simbólico, es el que padece el protagonista Josef K. DIMENSION TEATRAL DE KAFKA Kafka ha sido llevado al teatro con frecuencia en La metamorfosis, Informe para la Academia. Para Ernesto lo que sucede con la literatura de Kafka es que cuando la estás leyendo enseguida estás viendo personajes singulares. Todos sus personajes tiene algo de personajes arrojados en un escenario. Los personajes de Kafka apenas tienen antecedentes. No son cerrados, construidos, y eso permite al actor la capacidad de hacer unas recreaciones sobre esa base literaria. Son muy sugerentes. Al no estar muy definidos, le pasa como a Valle Inclán, que están descritos con cuatro rasgos, que inducen a completarlos con la imaginación, en este caso del actor. Por eso nos interesan tanto los personajes kafkianos. Kafka cuenta siempre el mismo cuento, que tiene que ver con el delito de haber nacido, un delito calderoniano. Todos son arrojados a un escenario y todos cargan con algo que es muy teatral y para nosotros muy familiar como es Los encantos de la culpa de Calderón. Todos están movidos por un personaje interno que se llama la Culpa. Yo personalmente siempre los he relacionado con personajes calderonianos como Segismundo, los cuales están arrojados a un mundo donde la NADA les rodea y tratan de explicarse donde están. Informe para una Academia, El artista del hambre, La muralla china, El agrimensor, Kaen en el castilllo…todos son personajes, activos, que quieren saber, como Segismundo, para «jurar mis desvelos». Todos quieren saber qué hacen en mitad de un contexto absurdo con el que entran en conflicto. A esta dimensión calderoniana se une el estar muy bien escritos. Poseen una falsa naturalidad o coloquialidad que al leerlos sientes que suena bien en el escenario.
1 HORA 35 MINUTOS
La películade OrsonWelles dura 2 horas, Ernesto la ha conseguido contar en 1 hora 35 minutos, lo cual es de alabar, aunque ya se sabe que el tiempo en el teatro como en el cine es más bien de tipo subjetivo pues no depende de un concepto objetivo. Tres horas puede ser un vuelo y una hora una eternidad. De todos modos el llegar a 1 hora y 35 minutos ha sido, en parte, fruto de los ensayos. la escena manda. Si una cosa se cae, si empieza a oler tinta y vas quitado, quitando. Me pongo en la piel del espectador. ¿Se puede contar esto en hora treinta y cinco? Pues seleccionas lo más esencial. Evidentemente habrá un purista o un crítico que diga: «¡He echado en falta el personaje de no sé qué!».Básicamente está contada la obra, los personajes fundamentales están. Además es una obra que no es Josef K. y un coro. Es Josef K. y personajes con mucha entidad con los que se va encontrando. También es verdad que hay un Coro que nos lo hemos inventado. Son una especie de funcionarios judiciales, servidores de escena, pero no son lo fundamental. Con quienes realmente se enfrenta Josef K. son los personajes principales de la obra: el abogado Huld, Titorelli, el capellán de la prisión, la señora Grubach, Léni, el estudiante. He procurado a la hora de cortar, el mantener cierta pauta estilística que tiene que ver con la obsesión, la recurrencia… En cuanto al tiempo de duración con respecto a las 2 horas de la película de Orson Welles, Ernesto advierte que es posible que las expectativas, los códigos de recepción del espectador de la época sean los adecuados a ese formato, el nuestro es otro y creo que el espectador lo agradece. Ahora creo que el tiempo es muy subjetivo. También el reducir el tiempo es predisponer a los jóvenes a que lean a Kafka, porque no saben lo que se pierden. El texto parte de muy diversas traducciones buscando la funcionalidad teatral. Salvo algunos pocos nexos de mi cosecha, todo el resto es estrictamente original, y esto es un trabajo de dramaturgia muy gozoso porque ha sido extraer, a mi modesto entender, los pasajes más significativos, y sobre todo los que contenían más gérmenes de teatralidad. FUNCIÓN PRECIO
Título: El Proceso
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