LLAMÉ MUCHAS VECES Ante este panegírico El Brujo confiesa «sentirse emocionado» y ratifica que está vez es de verdad, porque
nunca me emociono y cuando me emociono es casi, casi, pero ahora me ha tocado la fibra, porque la sensibilidad y generosidad que Lluis ha manifestado, no son habituales. Desde que estuvo en la CNTC Marsillach, no ha habido un actor como director en la CNTC. Yo llamé a la puerta, no es la primera vez, llamé otras muchas veces a la puerta, pero hay que insistir si la puerta no se abre: llamar, llamar, llamar… y hay un momento en que Lluis Homar, que rima con llamar, hace que esté aquí, y estoy maravillado en este teatro que está lleno de resonancias y de presencias. Tales resonancias son los espectáculo que El Brujo vio en el Teatro de la Comedia. Vi El Tartufo, a Nuria Espert en Yerma, Divinas palabras, Castañuela 70, que fue un espectáculo emblemático que rompió moldes en una España del franquismo. Este Teatro tiene mucha fuerza, y vine a este Teatro, después de un largo recorrido por los rincones, por los festivalillos, por los festivales, por Almagro, Cáceres, Olmedo, Almuñecar…Hay muchos Festivales de Teatro Clásico. Ahora menos. Hay muchos Ayuntamientos que se esfuerzan en tener al menos una semanita de obras clásicas, en un momento en que el teatro está muy mal, y eso hay que decirlo. EL VIAJE DE UN MONSTRUO FIERO En cuanto al espectáculo como tal, El Brujo no quiere desvelar el argumento. A lo más apunta al propio título El viaje del monstruo fiero. es el viaje a ninguna parte. Es el gran viaje del actor a través de la existencia. Hay una obra de Agustín Rojas de Villandrando (1571 – 1635) que se llama Viaje entretenido, que es el viaje de unos cómicos y es siempre la misma metáfora del viaje. El viaje es la vida misma. ¿Por qué el monstruo? Porque la Loa de Lope de Vega habla del «actor como aquel monstruo fiero que nació de nobles padres y parió una madre sola y de muchas madres nace». Va dando pistas para que lo adivines. En mi espectáculo el «monstruo fiero» es el actor que empieza siendo el actor, pero a medida que voy haciendo fragmentos, recitando versos y explicando cosas, ese concepto del actor se va dimensionando y es el fenómeno de la transformación, que es lo que es la esencia de la naturaleza. La naturaleza es una permanente transformación ,es un cambio constante. Nunca está quieta. La naturaleza es el gran actor. La vida misma en cuanto vida manifestada es el gran actor, y la potencia que hace que la vida se manifieste, pero esa potencia no se manifiesta. Es el actor y la naturaleza, el actor personal. O sea el misterio de la existencia es el actor y la manifestación de ese misterio es el personaje. HAY ELEMENTOS DE DIFERENTES ESPECTÁCULOS, El viaje del monstruo fiero es un estreno absoluto, lo cual quiere decir que al no ser rodado con anterioridad, no ha sufrido alteraciones a tenor de las diversas experiencias ante el público como es habitual en El Brujo. Lo que sí hay son elementos de diferentes espectáculos que he hecho a lo largo de estos últimos 15 años. Tiene elementos del espectáculo Teresa o el Sol por dentro en el 2014 que fue el Centenario de Teresa de Jesús; tiene elemento de u espectáculo que se estrenó en Almagro que fue Dos tablas y una pasión; otras cosas que fue La luz oscura de la Fe; tiene de El Quijote, y tiene algunas cosas toralmente inéditas como es el homenaje a Fernán Gómez. La dramaturgia es completamente nueva, completamente diferente ensamblando todo eso con la Loa de Lope de Vega. El homenaje a Fernando Fernán Gómez, consiste en un recuerdo que le ocurrió cuando Fernán Gómez murió. En el Teatro Español pusieron su féretro y en el espectáculo narra lo que le sucedió ese día, y también la relación con José Luis López Vázquez que estaba allí. ME GUSTARÍA HACER UNA VERSIÓN Son muchos los personajes y textos que ha abordado a lo largo de su carrera. ¿Qué le queda por explorar? es una pregunta que le hace temblar, pero su respuesta es siempre la misma: No he explorado nada. Todo empezará en el próximo paso. Hay un himno maravilloso del cardenal Newman: «Dios ilumina sólo mi primer paso, un pasito nada más. Lo demás no existe». Ahora estoy en un momento delicioso de mi vida. Venir a esta Compañía, venir a este teatro, y venir con Lluis. Voy a estar aquí tres semanas, pero esto se pasará. Llegará un momento en que ninguno estará aquí, ni siquiera el teatro, polvo cósmico. Hay que asumirlo. Salgo de aquí e inmediatamente la misma lucha: verano, los festivales… y siempre hay un paso. Es paso es que me gustaría hacer una versión en solitario del Mahabharata, concretamente La partida de dados, porque son doscientos o trescientos mil versos. Ocho veces más extenso que la Biblia. La partida de dados es el juego de la vida donde tú apuestas y donde puedes perderlo todo. Si no fuera así, la vida no tendría misterio, ni fuerza, ni aventura. Eso está en los clásicos, el revestir la incertidumbre de grandeza. Si no aprendes eso en el teatro¿dónde lo vas a aprender? ¿En la Caixa? (risas) Digo esto porque mi madre, cuando yo me metí en el teatro y quería hacer teatro, me decía: «Hijo métete en la Caixa»(risas) yo decía «Teatro, teatro» Y sigo igual. CREO EN EL PODER DE LA IMAGINACIÓN
Tengo un hijo de 18 años que está con la crisis de esta gente. Han vivido en una familia en la que tienen todo. El padre tiene coche, doble casa, van a la playa, la casa es maravillosa… tampoco vamos a quitárselo, pero cuando uno tiene 21 años y se va de casa ¿Qué tiene? Nada. Tienen un mundo muy difícil. Entonces están en casa apalancados de una manera.., yo también lo estaría. El chaval está aprendiendo inglés y ni siquiera se motiva, porque todo cuesta. Le dije: «Aprende inglés con las canciones» Yo aprendí algo – nada – con las canciones de los Beatles. «Old the people…»(risas). «Yo creía en esto cuando tenía tu edad. Imagínate un mundo». El poder de la imaginación es maravilloso, aunque luego sales y el mundo no es así, pero el puñetazo mío que se ve en el cartel de El viaje del monstruo fiero, es el poder de la imaginación en el que tú crees. «Yo creía en eso y creo todavía, por lo tanto soy tan joven como tú, porque muchos que tienen tu edad, tienen 70 años, porque no creen en nada de eso.» Nosotros creemos en este puñetazo, en que los versos clásicos están llenos de ese romanticismo y ese sabor por la aventura de la vida. Como creía Lope que con 60 años y siendo cura tuvo una hija, en aquella época que era como tenerlo a los 103 años, con una chica de26 años. Y era sacerdote, pero es que el amor, el amor…, es la fuerza que mueve los planetas. Eso está en todos los clásicos, y esa teología que, desde un punto de vista un poco estrecho, nos parece un poco reaccionaria en Calderón…¡Qué va! Calderón era un teólogo, pero como se entendía teólogo en aquella época: un filósofo sobre el tema de la transcendencia. En la obra El Príncipe constante eso es lo que se ve. Se ve esa enorme rebeldía del espíritu, no solo frente a la materia, sino frente al dogmatismo de la religión con comillas. Frente al dogmatismo de lo que se entiende por religión, que es una forma de aplastar al individuo. De esta misma convicción del cristianismo de aquellos autores clásicos, surge una rebeldía que era la teología de la liberación de aquella época. Está en los clásicos. No se conocen los clásicos. Se conocen muy poco. Cuando te permeas de ellos, los haces en el escenario de otra manera. Son tuyos, te acompañan. No tienes que decir palabras que no entiendes. Decía Fernán Gómez, que (mimetiza a Fernando) en el Teatro de la Comedia la gente está muy seria porque no se les arrugue la pechera, que era la camisa de almidón que llevaban, a principios de siglo, los burgueses muy serios y si se reían, como los del gallinero, se les arrugaba. Entonces era una clase social no reírse. Desde que los críticos son los espectadores a través de las redes sociales nos hemos librado de los críticos gracias a Dios. EL GRIAL, TEMA RECURRENTE DE LOS JUGLARES, Todo lo que aglutina estos textos es una idea que tiene que ver con la tradición de los juglares.
Los juglares son los parientes lejanos anteriores al Bululú. En la Edad Media los juglares siempre hablaban del Grial, que era uno de los referentes constantes en los Cuentos del Grial que siempre contaban las mismas historias. ¿Qué es realmente el Grial? Hay mucha historiase investigaciones sobre el Grial. El Grial como metáfora es el Corazón, no en el sentido fisiológico sino como centro radial de la vida. Una potencia que hace que la vida sea vida. Los juglares hablaban del Grial y creo que eso es lo que después se convierte en la esencia del glorioso teatro del siglo de oro, porque, en realidad, todo el teatro del siglo de oro tiene el corazón como misterio. En las comedias de Lope de Vega está en todas sus variantes; en las comedias de Calderón; en los místicos es una metáfora de la aventura de la existencia. Es el Grial, tema recurrente de los juglares. MI ARTE HA SURGIDO DE LA NECESIDAD Yo a lo largo de todos estos años he ido defendiéndome, sobreviviendo, y mi arte ha surgido de la necesidad, como siempre ocurre en la Ley de la evolución natural de la vida. Ya le dice el bufón al Rey Lear en la obra de Shakespeare: «¡Qué maravillosa es la necesidad, que convierte una cabaña en un palacio» cuando en la noche, con la tormenta, va Lear con frío. Ya no tiene palacio y es un vagabundo, y el bufón lo lleva a una cabaña, Lear dice «¡Coño! (cosecha de El Brujo) ¡qué bien se está aquí!». Es un palacio, pero porque lo ha pasado muy mal. Eso es lo que yo he hecho. He tenido que sobrevivir en Getafe, En Almagro… y hacer un espectáculo que, de repente, iba a un pueblo donde la gente no entiende esos versos, ni siquiera en Madrid porque el barroquismo de los versos de Lope en El caballero de Olmedo, dime tú a mí, de una atacada quién se entera de lo que está pasando. En el pueblecito he tenido que alternar los versos de Lope con un chiste de algo que ocurría allí en aquel momento. Así ha surgido mi estilo. Una vez en Dos Hermanas fui a hacer El Lazarillo, que era la época en que yo decía El lazarillo tal como lo escribió Fernando Fernán Gómez. Todavía no me había atrevido a meter muchas interrupciones…, a mí no me gusta lo de «morcillas» porque los autores no hacen morcillas, son creativos. Los actores son los que hacen morcillas. Yo soy vegano (risas). Estaba haciendo El Lazarillo en un parque, y cuando el padrastro del Lazarillo llega a la puerta de la casa y hago «¡pum, pum!», en ese lenguaje teatral-mimo u onomatopeya, captado del teatro catalán, donde yo me forjé – la Sala Villarroel, el Joglars, el Dagon Dagón, el Tricicle, la Cubana, gente de mi generación -, llamo a la puerta «¡pum, pum!» y dice uno de Dos Hermanas, «¡Pasa! si está abierto» (risas). Me dio una gran lección. Todo eso te va creando como una segunda piel. LA INSPIRACIÓN Un motor de arranque en El Brujo ha sido la necesidad, pero es consciente que sólo ella no basta. Es necesaria la inspiración. Si sólo fuera la necesidad, todo sería a ras de tierra y triste, en el fondo, lóbrego. La inspiración, esa que convierte la Choza en un Palacio, en mi vida ha venido también. Una vez llegue a Valencia y salí del tren, y me cogió una señora: «¿El Brujo?» «Sí». Yo iba al Teatro Olimpia, hace 30 años, a representar El Lazarillo de Tormes, y la señora me dice «Voy a ir a verle al Teatro. Soy vidente». «Yo no»(risas), le dije. «¿Me permite que le diga algo?», «¡ Cómo no!» «Usted ha nacido para darle a los clásicos una cosa especial» Me lo dijo hace 30 años. Se me pusieron los pelos de punta. «No sé la cosa especial que le puedo dar a los clásicos y con cobrar ya tengo bastante». «Usted ha nacido para dar a los clásicos una interpretación personal y hacerlos más vivos en esta época en que estamos viviendo. Yo voy con mi marido a verlo…» No lo entendí, pero me gustó. A los años entendí lo que decía esa mujer. Eso se ha cumplido, y es con los clásicos hacer una revelación. Los clásicos como las Sagradas Escrituras de todas las religiones: los Vedas, los Evangelios, los Clásicos están muertos, como está muerto El Quijote. Solamente viven cuando alguien tiene una revelación a partir de ese lenguaje. Cuando eso te dice algo a ti que conecta directa y exclusivamente con tu vida. Entonces es cuando los clásicos viven. Los clásicos, aunque los dramaturgos, los eruditos grandes sabios, hagan exégesis y pongan a pie de página muchas notitas, eso es filología, una ciencia que se estudia en las Universidades, pero en el arte del teatro, en la exégesis de la carne, los clásicos están muertos hasta que tú no le encuentras un sentido que tiene que ver con tu vida. Te están bañando, limpiando, cada vez que dices esos textos. Te están transformando tu energía y te están elevando como el que reza una plegaria, como el que recita un mantra. Están llenos de poder. FUNCIÓN PRECIO
Título: El viaje del monstruo fiero
|