El psiquiatra Martin Dysart recibe el encargo más difícil de su carrera profesional: deberá tratar a un joven, Alan Strang, que ha cometido un acto de una brutalidad atroz. Ha sido detenido por haberles sacado los ojos con un punzón a la media docena de caballos a los que cuidaba en un establo. A partir de aquí comienza una investigación detectivesca de tintes psicoanalíticos en la que el psiquiatra deberá averiguar qué llevó a un joven de buena familia, que jamás había dado un problema, a cometer semejante acto. El psiquiatra va indagando en la vida del muchacho, con una madre devota y religiosa y un padre estricto y trabajador. La sublimación del deseo sexual, la falta de relación con otros jóvenes de su edad y su fascinación por los caballos van revelándose como pistas, pero el propio doctor luchará también con sus propios demonios: un matrimonio sin sentido que no funciona y unas permanentes dudas sobre la utilidad de su profesión frente a los dictados de una sociedad castrante que aniquila los sueños e ilusiones de la gente.
Equus fue escrita por el dramaturgo inglés Peter Shaffer en 1973, y en ese año se estrenó en el National Theatre de Londres, con una puesta en escena que marcó las versiones posteriores: un escenario vacío, unos bancos émulos de las gradas, y un coro de actores caracterizados de caballos. Tal puesta en escena no forma parte del texto de Shaffer. AHONDAR EN EL LABERINTO Natalio Grueso se ha encargado de la versión y la adaptación de este nuevo montaje.
En nuestra versión hemos optado por circunscribirnos a la palabra para dejar en manos de la imaginación de la directora la manera más efectiva de llevarla a escena. Hemos optado, además, por hacer una adaptación ex novo, tomando como referente directamente el original, pues las traducciones existentes al castellano obedecían en muchos casos a las normas de la censura propia de tiempos más oscuros. Sin obviar la «terrible anécdota» de la trama Natalio precisa que la obra nos habla de los mitos de la razón, y de cómo nuestra cultura bebe de las fuentes de la Grecia clásica en la que nacen todas las leyendas y, por derivación, las obras teatrales. La obra es una dura reflexión sobre los patrones que dirigen nuestra conducta, en una sociedad materialista donde los temores ante nuestro desvalimiento en mitad de un universo que no entendemos se combaten con el fanatismo. EL CABALLO: SÍMBOLO Bajo la figura del caballo embridado y encadenado viene a ser, según Natalio el símbolo de nuestra propia esclavitud en una sociedad de consumo en la que nuestras afecciones son tratadas por la medicina con drogas y fármacos para adormecer el deseo. Equus es, en definitiva, un canto a la libertad y, a «sensu contrario», una denuncia sobre cómo la sublimación de esos instintos naturales nos pueden llevar a la atrocidad y la locura. La versión que nos llega al Infanta Isabel intenta aligerar el texto original de sus innumerables y repetitivas referencias al mundo clásico, largos soliloquios del psiquiatra protagonista que, por su densidad, ralentizan la trama detectivesca de infiltrarse en la mente del joven paciente para averiguar qué fue lo que lo que ocurrió realmente, pero sin que ello le reste ni un ápice de profundidad a un texto plagado de referencias a los orígenes de los mitos y al papel de la psiquiatría en nuestra sociedad. El texto invita a adentrarse en el más complejo laberinto de la creación: el de la mente humana. CAROLINA AFRICA, directora
Carolina África viene de obtener un gran éxito con El cuaderno de Pitágoras (CLICK) en el Centro Dramático Nacional. Es dramaturga, guionista, directora, actriz y productora-socia fundadora de La Belloch Teatro S.L. Su producción teatral ha sido frecuentemente galardonada: Verano en diciembre (CLICK)(Premio Nacional Calderón de la Barca 2012, finalista a los premios Max 2014), Vientos de levante (Premio Nacional Directoras de escena Torrejón 2017), La penúltima (estrenada en Berlín 2011. Premio Encinart. La Rioja 2013), Modërna (para el Frinje 2016, coescrita y codirigida junto a Julio Provencio) y Otoño en abril (CLICK)(II Beca de Creación del Pavón Teatro Kamikaze). Carolina no había nacido cuando en 1975 se estrenó el polémico Equus en el Teatro de la Comedia de Madrid, no obstante pudo verlo por primera vez en el 2014 interpretado por el grupo Arte y Desmayo en una salita. El traerlo ahora de su mano fue por una propuesta de la productora OKAPI, y el que ella la hubiera aceptado se debió a que se sentía muy cansada después de El cuaderno de Pitágoras (CLICK).
Rechacé otros proyectos, pero cuando me ofrecieron Equus, es una obra que siempre me ha producido una catarsis y he salido emocionada. Al oír Equus me dio mucho vértigo, porque es un texto enorme, pero dije un ¡Sí! rotundo. Sabía que tenía un pura sangre entre manos. Yo me he educado en un colegio de monjas, y me interpeló en muchos rincones de mi alma, de mi ser, y me hizo cuestionarme muchas cosas. Me daba la oportunidad de ofrecer ese viaje al espectador aportando mi creatividad. Fue un regalo y un reto al que decir ¿Sí! con mayúsculas. UNA ADAPTACIÓN AL TIEMPO REAL Hasta el momento, en esto del teatro Carolina ha sido dueña y señora de los textos – eran suyos -, e incluso de los actores, pues eran amigos. En Equus se enfrenta con un texto cuyo autor le susurra «¡Cuidado!» y con algunos actores de amplio recorrido. Era un modo nuevo de enfrentarse al teatro. Lo he resuelto con las mismas herramientas que lo hago con mi Compañía. Aunque la versión es de Natalio, me ha dejado generosamente meter mano a la función. Le propuse hacer una adaptación al tiempo real, presente absoluto, y me permitió modificar el cuestionamiento que hay con la televisión y ponerlo en Internet; el cine X trasladarlo a una Sala de Intercambio de parejas; el coro de caballos que, al principio, estaba eliminado porque sólo había 5 actores, conseguí recuperarlo para jugar con las cabezas, un juego que ya hago con mi Compañía, que es la teatralidad; el poder duplicar personajes con el elenco. A Roberto lo conocía por Festen (CLICK), pues habíamos sido compañeros de reparto. He trabajado de la misma manera, con mucha exigencia, pero siempre desde el juego y desde buscar que los actores estén maleables y «ponibles» para dejar que la emoción pueda aflorar, pero que, desde el juego, encuentren un terreno cómodo para arriesgarse y poder probarse para ser coro de caballos, camareros, doblar personajes como es el caso de Manuela Paso (Dora Strang – Hesther)…El proceso ha sido muy bonito, porque todos se han puesto en mis manos con mucha entrega y generosidad. Aunque en este juego, los actores han ido proponiendo soluciones como pueden ser los desplazamientos de los módulos en los cambios de escenario o el modo de pasar de un personaje a otro, las últimas determinaciones las he decidido Carolina. Una de las virtudes de El cuaderno de Pitágoras (CLICK)era la naturalidad interpretativa de todos los actores, algo que cree haber conseguido también en este montaje. El elenco juega, mueve módulos como en El cuaderno de Pitágoras (CLICK), pasa rápido de un personaje a otro, y hay verdad y naturalidad. Aquí también tenemos, como en El cuaderno (CLICK), un niño cuando es la infancia de Alan, que interpreta el propio Alex. Natalio lo había suprimido, pero yo lo he recuperado. Hemos intentado darle credibilidad como lo hicimos con el niño de El cuaderno de Pitágoras (CLICK).
EL ESPACIO ESCÉNICO El Espacio escénico es de Bengoa Vázquez a partir de una idea de Carolina como es el concepto de circularidad para la doma del caballo. También quería generar muchos espacios desde la teatralidad. Bengoa me propuso unos módulos, que en principio iban a ser menos, pero vi que podía replicar una grada del teatro romano. Nos entendíamos muy bien a medida que yo le daba ideas. No pudimos poner suelo, porque compartimos escenario con otros montajes. Lo que me pareció maravillosa fue su idea de un telón de paja.Yo estaba obsesionada con un potro en escena y no veía la manera de cómo un potro podría estar en una consulta de un psiquiátrico. Buscando, buscando encontré un sofá de «tantra», y le dije: «Bengoa, creo que tengo la pieza clave»: un sofá tántrico donde se hacen posturas sexuales, que no dejan de ser deseos ocultos. Ella encontró este sofá tántrico que parece un poco un caballo que está al aire hadado mucho juego. Bengoa y yo nos hemos sentido muy bien: yo he podido soñar y ella plasmar.
FUNCIÓN PRECIODe 25 € a 16 €
Título: Equus
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