JUAN DÍAZ ES LUCKY
El reparto de Esperando a Godot lo conforman: Pepe Viyuela (Estragón), Alberto Jiménez (Vladimir), Juan Díaz (Lucky), Fernando Albizu (Pozzo), Jesús Lavi (Muchacho). ME ASUSTÉ UN POCO CON EL TEXTO
Juan Díaz conocía el texto, pero nunca la había visto montada, ni siquiera el último dirigido por Alfredo Sanzol (CLIKEAR) en el Centro Dramático Nacional. Sólo la había estudiado en la Escuela y trabajado algunas escenas. Sí he visto algunas películas. En Francia mi personaje lo hizo Roman Polanski. Es un personaje muy bonito de hacer. Parece que no le está pasando nada, pero transmite un montón de cosas. Cuando le propusieron este texto y vio quién dirigía, la producción y los intérpretes Juan no lo dudó, pero me asusté un poco con el texto. Ha sido el texto más difícil que estudié en mi vida. Es muy abstracto. No tienes dónde agarrarte y me dio mucho respeto. Tengo que defender esto y a ver cómo. Por suerte empecé a trabajarlo con tiempo y luego ya durante los ensayos lo he ido afianzando lo disfruto mucho, tanto haciéndolo como viendo a mis compañeros. Ver trabajar a Pepe, Alberto o Fernando es un aprendizaje constante. Estar en escena con estos que son muy grandes ya era un estímulo. Entre los últimos trabajos teatrales de Juan Díaz están: El largo viaje del día hacia la noche (CLIKEAR), Medida por medida (CLIKEAR) e Hipólito. (CLIKEAR). JUAN DÍAZ, LUCKY el esclavo de Pozzo Lucky es el esclavo de Pozzo, que interpreta Fernando Albizu.
Mi personaje aparece siempre unido a él mediante una soga, que lleva al cuelo como si fuera su animal de compañía. Soy su mozo que acarrea sus cosas: su comida, su silla, su maleta. Vamos nadando por ese mundo creado por Beckett. que se supone son las propiedades de Pozzo. En uno de esos paseos nos encontramos a Vladimir y Estragón. Pozzo tiene un encuentro con ellos y mi personaje se dedica a obedecer. Es sumiso, pero no sabemos muy bien si está loco, si está enfermo y no sabemos si habla. Toda la primer parte está callado hasta un momento en que Pozzo exhibe a Lucky delante de Estragón y Vladimir y les pregunta: «¿Qué quieren que haga? ¿Qué piense? Qué hable? ¿Qué recite?» «Pues yo quiero que piense…, quiero que baile». Entonces bailo y al final pienso en voz alta, que son pedazos de monólogos de tres páginas, donde se ve la mente de este sujeto. Debió ser un científico…Yo tengo mi propia imaginación de lo que fue en el pasado y por qué se ha transformado en este ser tan extraño. Digamos que yo no soy nada sin Pozzo y Pozzo no es nada sin mí, igual que Vladimir no es nada sin Estragón y Estragón nada sin Vladimir. Hay una dualidad de parejas. Construir el personaje viene facilitado por las notas que el propio Beckett indica en su texto que dan pistas. Con todo Antonio nos ha dejado mucha libertad para componer y crear el personaje. Yo vine con una propuesta basada de dónde y cómo saca este tío (Lucky) el texto, que en realidad es una teoría sobre la vida, sobre el arte, sobre la ciencia, sobre los deportes…Sí que Antonio me ha reconducido y me ha dicho determinadas cosas: aquí esto es demasiado, aquí puedes hacer esto…, pero yo he ido solo explorando y dibujando el personaje. EL AROMA DEL «CLOWN» EN LOS PERSONAJES Así como Estragón y Vladimir tienen esos matices de «clown», también lo tiene Lucky. Se puede decir que somos cuatro «clowns» y uno es el contrapunto del otro. Eso hace que cuando estamos los cuatro haya también juegos cómicos que se establecen entre nosotros con Estragón y Vladimir. Hay sketches y momentos puntuales que se pueden englobar en una estructura de «clown», pero de primeras Pozzo y Lucky no son dos «clowns». Son más por las acciones. Así como Estragón y Vladimir tiene más el tipo de «clown» y todo lo que hacen rondan esa estructura, los nuestros, sin que seamos realistas pues somos más expresionistas, sí tienen esos momentos y sus gags. LA OBRA HABLA MUCHO DE LA MEMORIA
En opinión de Juan la obra tiene una estructura cíclica y de simetría. Cosas que pasan en el primer acto, pasan también en el segundo, pero de otra manera. Tiene algo de bucle y circular: empieza algo, transcurre, acaba y vuelve a empezar otra vez, y es que la obra habla mucho de la memoria. Qué retenemos en nuestra cabeza, qué se nos olvida, el paso del tiempo y eso es un juego entre el primero y el segundo acto. Creo que tiene que ver bastante con la teoría del tiempo de Einstein. Parece que la primera y segunda parte son dos obras diferentes, pero en realidad son muy parecidas. Juan ratifica el éxito en Avilés y Logroño, cuyos públicos han entrado con facilidad en la propuesta del director Antonio Simón. Es una propuesta más dirigida a la comedia a no hacerla densa y pesada, porque la obra es muy existencial. Después de tantos años desde que se estrenó y con todas las revisiones que ha habido, el público ya sabe que Godot no viene; sabe que no es una obra en la que se pretenda entender todo, son un teatro muy de emociones, sensaciones, situaciones que te pueden transportar a tu propia vida y en las que te sientes protagonista como Vladimir y Estragón. SÓLO VIVE EL ÁRBOL En ese lugar desértico el plantar esas líneas de ferrocarril pueden evocar caminos por los que puedes ir para un lado o para otro. Parece que ya no pasan trenes. A mí me sugiere un poco la época industrial con la máquina de vapor. Sugiere que se ha quedado obsoleta esa época. Es un lugar como otro cualquiera. Hay momentos en que se dice «Sólo vive el árbol». Creo que la magia de ese árbol en escena es algo vivo. Todo lo demás no deja de ser materia muerta. Si fuera una montaña o la tierra, tiene la misma naturaleza de una vía. Lo que pasa es que el uso de la vía me parece un acierto, y para nosotros, aunque es incómoda, ayuda mucho al espectáculo. Estéticamente es preciosa. MONTAR ESPERANDO A GODOT El montarla en los tiempos que corren Juan piensa que es un buen momento, porque estamos todos un poco alterados con esta cosa de que se va acabar el mundo, el cambio climático, el miedo que tenemos…En ese sentido es una obra muy actual. Plantea un mundo donde ya no hay alma viviente y está todo desértico. En ese sentido, a lo mejor, te puede hacer pensar lo visionario que era Beckett. Hoy en día es una obra que se puede entender muy bien.
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Título: Esperando a Godot
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