Esta primavera fugitiva entra dentro de un formato que sigue el lema de lo que pretende la etapa direccional de Lluis Homar: el diálogo entre el teatro clásico y lo contemporáneo. En este caso lo clásico viene representado por Calderón y lo contemporáneo por Alberto Conejero. La unión de ambos nombres viene motivada en palabas de Lluis porque conocíamos la relación tan especial, tan apasionada y tan llena de sentido que tiene Alberto Conejero con El Príncipe constante de Calderón. De ahí que le hiciéramos ese encargo dándole absolutamente carta blanca. Nos interesaba ese material y el que desde su actitud como dramaturgo y poeta hiciera lo que a él le pareciera. El resultado Lluis lo califica de «maravilloso, algo difícil de definir». Se entremezclan tantas cosas del mundo personal, pasadas por ese filtro. Cómo Calderón puede hablar a través de ese filtro de Alberto y también de los actores Susi Sánchez y José Troncoso. Nosotros estamos representando El Príncipe constante, y este texto es otra mirada que lo que hace es sumar y ayudar a dar esa inconmensurable dimensión que es Calderón de la Barca. ALBERTO CONEJERO
Alberto Conejero se muestra agradecido por la hospitalidad y el encargo de la CNTC, y confiesa que estas semanas de ensayo han sido de un gran aprendizaje. Abordar esta iniciativa le ha supuesto un «reto gozoso», que aceptó «por su amor a Calderón, a El Príncipe constante, al legado clásico, que pertenece tanto al pasado, como al presente y como al futuro». El agradecimiento se extiende a Susi Sánhez, José Troncoso y todos los que han colabora con sus voces en off. Este montaje ha sido un encuentro con Susi y José y lo he vivido como un laboratorio de búsqueda con su red, con su talento, con su cuidado, con su experiencia en las tablas, con su inteligencia escénica, han contribuido a que los materiales, que eran una escritura novedosa en mi carrera como dramaturgo, acabaran en lo que ahora es. Ellos han contribuido decisivamente en labores que exceden a la interpretación, a la dramaturgia y a la dirección. Es un proyecto que estamos haciendo los tres, y la obra es nuestro encuentro y eso reverbera en el montaje. UNA DRAMATURGIA A PARTIR DEL «NO SABER»
El texto inicial se parecía más a un collage de fragmentos sueltos. Durante los ensayos se ha ido encontrando una dramaturgia a base de idas y venidas e incluso por lo que llama Alberto «un accidente creativo», debido al no saber cómo llevarlo a cabo. Para mí ha sido muy importante el «no saber» en este proceso. Sentirme con la libertad de un niño que no comprende del todo el juego, pero quiere jugar más que otra cosa. Necesitaba desligarme de ciertas certidumbres y abandonarme en la confianza de mis compañeros y compañeras. En este sentido con Susi y José hemos terminado de dar forma a esta función. Para Alberto han sido cruciales todos los colaboradores del equipo, y, referente a los textos de El Príncipe constante, una figura clave ha sido la profesora e investigadora sobre Calderón en Polonia, BeataBacyńska, la cual ha traducido algunos pasajes de Julius Slowacki – el primer traductor al polaco de El Príncipe Constante – que se utilizan en la función. Llegó un momento en que me sentí bloqueado y le pedí ayuda, ya que ella pertenece a la cátedra de Estudios Hispánicos en la Universidad de Wrocsław, ciudad en la que se estrenó el mítico montaje de Grotowski sobre El Príncipe Constante, que utilizó el texto polaco de Slowacki. ESTA PRIMAVERA FUGITIVA
Alberto Conejero reconoce que habar sobre Esta primavera fugitiva, no les fácil a la hora de describirlo Puedo decir que se entremezclan tres universos: el primero el del propio Calderón, su vida y las circunstancias de composición de El Príncipe constante. Es maravillosa. Muchos biógrafos han dicho que es «la biografía del silencio» porque está llena de huecos, omisiones y misterios. Es uno de los tres hilos fundamentales del montaje. Por ejemplo el periplo de sus restos hasta hoy día, y el universo de El Príncipe constante, del que tomamos con mucho amor las escenas más amadas que reverberan en nuestro viaje. EL CALDERÓN DE GROTOWSKI Y CIEŚLAK Luego está lo que Alberto define como «la rama polaca de El Príncipe constante« Está la figura de Julius Slowacki, el primer traductor al polaco, y la figura de Grotowski, pero sobre todo la figura de Ryszard Cieślak que encarnó al Príncipe constante de Grotowski, cuya vida es otro de los caudales de la obra. Ryszard Cieślak (1937 – 1990), actor y director de teatro, tras encarnar a Don Fernando se convirtió en un icono del teatro del siglo XX. Jerzy Grotowski (1930 – 1999) fue el creador del llamado «teatro pobre». Fundó el Teatr Laboratorium, donde en 1965 se estrenó El príncipe constante en versión polaca. La obra de Alberto, al contar con Grotowski puede parecer que sea un homenaje a este director polaco. Alberto precisa no tanto a Grotowski, que también, sino al actor Cieślak. Para mí sus entrevistas, su lección de vida, lo que le ocurrió después de interpretar El príncipe constante con 28 años, la misma edad que tenía Calderón cuando lo escribe, poder ver a Cieślak, tratar de comprender lo que supuso la experiencia de interpretar a Don Fernando, ha sido excepcional. En este sentido sí que ha sido un homenaje a este oficio de ser actor, de ser actriz. Una de las escenas conmovedoras, no por mi trabajo sino por la de los actores y los materiales, es aquella en la que podemos escuchar parte del sentido de la vida de Cieślak. Ese encuentro es fundamental, y cuando uno recuerda las imágenes de montaje de Grotowski y ve el cuerpo de ese intérprete tan frágil y tan poderoso, algo ha imantado, en la función, el recuerdo de ese cuerpo tan frágil y tan poderoso. Siempre hablar de ese montaje es un regalo. Son muy significativas las palabras de Goethe: «Si toda la poesía del mundo desapareciera, bastaría El Príncipe constante para reconstruirla». En Europa, en Polonia supieron palpar muy bien el sentido de El Príncipe constante, obra que tiene sentidos infinitos: para unos es una obra sobre la fe; para otros es un alegato contrarreformista; para otros es un canto hacia la libertad …, es todo eso y más. Alberto destaca que el tuétano de la obra es algo que tiene que ver con la fe; que tiene que ver con la persistencia también, porque es un texto que es un caudal infinito de poesía, inagotable, un pozo sin fondo. En centroeuropa supieron ver muy bien ese tuétano. Precisamente lo que hizo Grotowski fue una refundición a partir de la traducción de Slowaski, porque el texto de Grotowski son como tres aspectos de Fernando. Eso también está tematizado en la función y creo que es hermosa esa metatrealización, al decir hablemos del os que es una versión, una refundición, un plagio, un sabotaje… Algo que ha sido fundamental en la transmisión de nuestros clásicos, y que, a veces, tenemos miedo de nombrar. Ese universo me apasiona: los memoriones que iban a los Corrales de Comedias y robaban las funciones para vendérselas a otras Compañías; las refundiciones, el plagio…Eso también forma parte de la historia del teatro y de la transmisión de nuestros textos tanto escrita como escénica. Poder tematizar esto es algo que me apasiona y me obsesiona. Justamente estuve en la CNTC haciendo una versión para Fuenteovejuna (CLICK), donde había unas intervenciones sobre el texto bastante significativas y que, afortunadamente trajo su dialéctica crítica. Poder tener un espacio para plantearnos cuáles son los límites de la autoría o de la versión, para mí es muy gozoso. El montaje de Grotowski es ocasión de esto. Hay que imaginar primero la traducción al polaco a finales del s. XIX por Slowaski, y el trabajo que hicieron Grotowski y Cieślak lo que para ellos era el corazón de la función. Eso es tan hermoso, que dicen «¿qué sabemos nosotros de los clásicos?», pero yo creo que es «qué saben los clásicos de nosotros?» y está tan sorprendido por El Príncipe constante que diría ¿cómo me está leyendo esta función? ¿Me está leyendo como un amigo, como una amiga? ¿Me está desnudando con lo que añade? En eso Grotowski nos dio un buen de la libertad y de la idolatría hacia los clásicos, y, sobre todo, el trabajo que hizo con Ryszard Cieślak. LA FAMILIA DE ALBERTO CONEJERO Finamente la parte de autoficción. Es la parte que tiene que ver con mi vínculo personal e íntimo con El Príncipe constante.. Mi conexión con Calderón es el tema de la fe, el refugio de la fe más allá de los vaivenes mundanos, del abandono de la fe. Luego hay una historia familiar que tiene que ver con Ceuta, que tiene que ver con que mi padre hizo la mili en Ceuta, y que tiene que ver con la figura de un Alberto que no soy yo, el cual tiene que ver con la fe también. También hay una conexión con un ejemplar de El Príncipe constante que encuentro en casa de mis padres, pero no quiero hacer «spoiler» y prefiero que los espectadores lo descubran. Estas tres líneas conforman, según Alberto, una especie de paisaje o puzzle, hasta formar una unidad posible con sentido. Alberto se había lanzado a la dirección y aquí también, pero hay una novedad es la primera vez que estoy en escena. Lo he querido hacer, primero porque tenía la compañera (Susi Sánchez) y el compañero (José Troncoso) adecuados para esa aventura. No es ser intérprete, y nunca me atrevería a llamarme así, por devoción y amor al oficio de los actores y actrices, pero, para mí, era sustancial poner mi cuerpo en escena. Estar con ellos, nombrar ciertas cosas desde lo que soy y sin ninguna otra pretensión de ocupar otro lugar más que poner el cuerpo en esto como «hombre de teatro» si me permitís que me nombre así.
EL HOMBRE CALDERÓN
En este montaje hay un elemento nuevo, en cuanto que va a mostrar al «hombre Calderón». Nos olvidamos que tras esas grandes estatuas, figuras, mitos y leyendas hubo hombres y mujeres con sus gozos, con su padecimientos, con sus miserias. El montaje habla mucho de la vida del propio Calderón: su infancia, su adolescencia, con 28 años escribe El Príncipe constante, eso es un vértigo. Es coger la piqueta y picar la estatua para verla carne que había debajo y qué temblor, qué emoción y todo los avatares que tuvo en su vida, porque la biografía de Calderón es apasionante. Lo peor que puedes hacerle a un clásico es no considerarlo tu compañero o compañera de camino. El Príncipe constante es un texto que venero, idolatro. Esta visión de la CNTC de tener en una sala el texto original y, a la vez, generar un diálogo que no pretende usurparlo, me parece un hallazgo porque así nos hacemos contemporáneos de los clásicos. Me emociona saber que por estas calles alrededor del Teatro de la Comedia anduvieron los clásicos. Me gustaría que hubiera políticas que ayudaran, tanto a los turistas y visitantes como a los propios madrileños y madrileñas a comprender qué cadena imanta ha habido aquí. TRANSMITIR LOS CLÁSICOS Alberto manifiesta su agradecimiento por incentivar esa convivencia de la transmisión de los clásicos como un corpus que hay que amar, proteger y transmitir a las nuevas generaciones, y, a la vez, su comprensión como un disparador para nuevas propuestas que no pretenden ni cuestionarlos, ni someterlos, ni invisivilizarlos. Al revés, acompañarlos desde, en este caso, mi pequeñez, porque es como suspirar en una catedral. Ese suspiro, para mí, en estos momentos es importante y sustancial, y por eso me he atrevido a hacerlo
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Título: Esta primavera fugitiva (variaciones sobre El Príncipe constante de Calderón de la Barca)
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