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LA CALESERA CONVINCENTE INTERPRETACIÓN. |
La Calesera (1925) ha quedado en el repertorio, pero no es una zarzuela a la que se haya recurrido mucho, a excepción del brillante Pasacalle de los Chisperos, al que acuden con frecuencia las Antologías de Zarzuela. |
LA CALESERA
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Su estreno fue un apoteósico éxito, algo que al mismo Alonso le pilla de sorpresa, una vez que había puesto sus ojos en su obra, con pretensiones operísticas, Curro el de Lora, poco antes estrenada. Probablemente, a ello se añadía la sensación de – según las crónicas – haber recurrido a pasajes musicales que tenía compuestos, con anterioridad, que fue acomodando dentro del argumento, y también a la precipitación del último momento. No es que La Calesera fuera un espectáculo improvisado, pero sí con el tiempo pisándole los talones. Dos años antes se venía trabajando sobre el libreto y solamente la necesidad de estrenar la obra por el fracaso de María Sol, obra que interpretaba en el Teatro de la Zarzuela Marcos Redondo, obligó a acelerar la composición de la música y salvar la temporada. |
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En 1922 Luis Martínez Román había escrito una zarzuela que Alonso consideró poco teatral, aunque con un argumento interesante. Para paliar esta debilidad se recurre a Emilio González del Castillo, arreglista y colaborador habitual de Alonso. A pesar de este “lifting”, el libreto final resulta un tanto irregular.
Sobre la base histórica de luchas entre liberales y conservadores se entreteje la ficción de un triángulo amoroso – la comedianta Maravillas, el liberal Rafael y la marquesita Elena – y la leyenda de un cuarto personaje – el bandido Luis Candelas – trazado en la línea romántica, el cual termina por ser un Deus ex machina, en cuanto a la solución final. En derredor, una galería de personajes, unos con más peso que otros como son los comediantes Pirulí y Gangarilla, y el criado de la marquesita: Calatrava. De todos los personajes el que está mejor trazado es el de Maravillas. Los demás hacen un poco aguas.
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La idea de fondo, en principio, es sugerente. La lucha entre liberales y conservadores y la propuesta de la libertad como eje central, cuyo tema musical será recurrente. En pro de esa libertad, un puñado de comediantes, la compañía de teatro del padre de Maravillas, y dos de la clase alta: el liberal Rafael y la marquesita Elena. Pueblo y nobles unidos por el mismo sentimiento. Sólo que, como siempre, es el pueblo – Maravillas y Luis Candelas – el que en realidad se compromete con la causa, y la nobleza huye a Francia. Este tema libertario – y aquí está la dispersión del libreto – no parece ser el definitivo. Se entreteje con un endeble triángulo amoroso. Dos hembras enamoradas y enceladas que están dispuestas a todo por ser dueñas del amor de Rafael, hasta llegar a la delación. Surge así en Maravillas el complejo de culpa, algo no frecuente en el mundo de la zarzuela, a menudo, dispuesta a no ser trágica coral ni individualmente. |
Argumentalmente no se puede decir que sea un prodigio de narración, sino de gratuidades que nos pillan desprevenidos. La fortaleza y el rompe y rasga de Maravillas, se deshiela con la facilona narración melodramática de la marquesita Elena – que no voy a desvelar por eso de la intriga – y que aparece demasiado pronto en el andamiaje de la historia.
Carles Alfaro, es director no maleado por los clichés “zarzueleros”. Sus discretos conocimientos del género de zarzuela, según confesión propia, estaban en la trastienda de su memoria, implantada por las melodías entonadas por sus tías y la memoria colectiva. Elegir director con este perfil, está siendo denominador común en los últimos años. Y es bueno, porque se aborda el género sin prejuicios y con criterios teatrales originales.
Sobre este endeble libreto, Alonso incrusta sus melodías con acierto – incluso admitiendo que son de aquí y de allá – y consigue, en los temas centrales, un todo unitario. Juega con diversos estilos: el acuñado bel cantismo de la zarzuela con otros como la tonadilla o números más revisteriles que encuentran su justificación dentro del mismo argumento al ser interpretados por los comediantes como muestra de su quehacer teatral – el ¡Pin-pon! de Calatrava, dúo de Maravillas y Rafael, y el Pasaje de los chisperos – ante la autoridad intolerante, o las coplillas en la cárcel, subterfugio de santo y seña. Incluso el dúo del Ratón: Soñé yo anoche, muy heredero del cuplé malicioso, es congruente, como entretenimiento, para amenizar la impaciente espera de la diligencia. En este ardid de saber encajar los cantables, se va más allá. Hay un doble juego de teatro dentro del teatro proyectado hacia la misma vida, como sucede con el dúo de Maravillas y Rafael.
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Tienen que cantar un dúo, impuesto por la comedia que están preparando. La habilidad el texto está en que lo que se reprochan los enamorados de la comedia tiene, bastante que ver con la relación de la historia amorosa entre Maravillas y Rafael.
Musicalmente la partitura contempla dos estilos, el del bel canto con ciertas pretensiones operísticas, piénsese en el final del Acto Primero y los dúos, y otro de corte más ligero. Se trata de bellas y brillantes melodías. Ello explica el éxito del estreno, pues podía satisfacer a un variopinto público. Vocalmente juega con un conjunto e voces – soprano, mezzosoprano, soprano (la ntiguatiple cómica), barítono, tenor cómico y los llamados actores canantes – que proporcionan brillantez en el concertante o en el dúo de soprano y mezzosoprano, el cual ha sido muy utilizado en la zarzuela grande y el género chico. el mencionado dúo en clave de Gavota resulta novedoso, pues a ritmo palaciego, como es la gavota, seentabla la dispua de plebeya y aristócrata en una risueña ironía, que Carlos Alfaro sabe utilizar muy ingeniosamente.
Carles aborda La Calesera bajo el prisma del realismo e intentando que el texto sea lo más creíble posible. Lo consigue a través de la interpretación de la parte hablada y también de la cantada, en la que busca el movimiento y el gesto alejado de lo enfático o lo estilizado, como, a veces, intenta el musical. Ayuda también el vestuario – en progresivos tonos ocres, lo mismo que el decorado –que prefiere la reproducción histórica, huyendo del trillado folklorismo clónico en el coro y demás personajes. En conjunto funciona bien.
A destacar en la puesta en escena musical del ya mencionado enfrentamiento de Maravillas y Elena, a ritmo de Gavota, al que, visualmente, barniza con humorismo. Entre pulla y pulla musical, se intercala un lingotazo alcohólico hasta que el cuerpo aguante. Emotiva la puesta en escena del Himno a la libertad.
Una de las expectativas, en cuanto a puesta en escena, era el Pasacalle de los Chisperos. En el original se trata de un fin de fiesta brillante en el que intervienen todos y rompe la historia verista que se nos cuenta. Su justificación argumental viene dada por ser un número de la Compañía de Comedias ante la policía. En él se dan todos los tópicos visuales y convencionales con el que ya jugaba el género chico y su coqueteo con la opereta y revista: el travestismo de los guardias de corps al interpretarlo mujeres – Los Cadetes de la Reina, La Viejecita, La Zapaterita… – insinuando un cierto erotismo; las majas, la rondalla y las diversas profesiones… Venía a ser un cuadro folklórico y castizo, en el que de nuevo hay un doble juego: Alonso y sus libretistas aprovechan el teatro dentro del teatro. |
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Ese rompe y rasga es el perfil del personaje de la comedia que piensan representar los cómicos, pero al mismo tiempo para nosotros es también el perfil de Maravillas. Una mujer bien “plantá”, en el amor y en la libertad. Y ello en clave arrevistada, con sus toques de picardía e imágenes y texto de doble sentido.
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FOTO: JESÚS ALCÁNTARA |
Sí hay que destacar, muy favorablemente, el aspecto interpretativo en todos. En la obra hay muchos personajes con palabra y no cantan. Ha recurrido a actores. No es que no tengan mérito, pero ya se sabe: recitar bien y hacer creíbles sus personajes es la obligación de los actores de prosa. Somos más condescendientes con los cantantes, pero en este caso su buen hacer interpretativo nos llena de satisfacción. Es cierto que, en la actualidad, esos que llamábamos cantantes poseen un buen “bagage” interpretativo, pero siempre nos sorprendemos cuando además de cantar nos hacen creíbles sus personajes.
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El reparto al que asistí fue el del sábado 4 de julio. Amparo Navarro (Maravillas), buena en su interpretación, resulta excelente junto a Leticia Rodríguez (Pirulí) en su cómico diálogo ante la cárcel. Las dos están brillantes. Enrique E. del Portal (Gangarilla), cantante lírico muy avezado en zarzuelas y comedias musicales, posee una gran soltura interpretativa y vocal. Curiosamente hizo su debut en el mundo de la lírica con La Calesera. Él y Leticia Rodríguez – el dúo cómico – forman una convincente pareja.
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A Luis Varela, le corresponde el personaje de Calatrava. A estas alturas de la vida Luis, por decirlo con un tópico, se mueve como pez en el agua. Y hay algo más: el público le adora y de ahí los fervientes aplausos al final, y tras su interpretación cantada ¡Pin pon!, salto de mi carabela… Luis ha coqueteado mucho con la zarzuela en la tesitura de tenor cómico o actor cantante. En esta ocasión su voz está más cascada, lo cual aumenta la comicidad y no desentona argumentalmente, una vez que está fingiendo ser cómico de la compañía, ante la policía, cuando, en realidad, es el criado de la marquesita Elena. En cuanto a José Julián Frontal (Rafael) y Beatriz Lanza (Elena) sus intervenciones habladas son escasas y en ellas se mantienen creíbles. |
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Musicalmente los solistas muestran un buen empaste de conjunto. Amparo Navarro (Maravillas) es soprano, cuya tesitura tiende a mezzo en algunos momentos. Es voz agradable, segura y con un empaque que proporciona fuerza al personaje. Beatriz Lanza (Elena), mezzosoprano de extenso y seguro registro, junto a Amparo Navarro, construye un delicioso y combativo dúo Usía no recuerda…José Julián Frontal, barítono de voz clara, bien empastada y potente, encarna a Rafael. Su Himno a la libertad tiene fuerza y a destacar el dúo con Amparo Navarro, así como sus breves y sustancionsas carceleras. Enrique R. del Portal y Lucía Rodríguez, además de haber destacado su habilidad y frescura como “cómicos”, hay que subrayar lo mismo en sus intervenciones musicales y el buen acomodamiento a un tipo de cantable, tipo “cuplé”, como es el Soñé yo anoche…
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Coro y orquesta bien proporcionados de volumen, sobre todo ésta última, lo cual no siempre ha sucedido en otras representaciones, hasta el punto de dudar sobre la acústica del teatro.
A nivel de espacio escénico la versión original cuenta con 4 espacios: Acto I: el conspirador café; Acto II: el Teatro Príncipe (hoy Teatro Español); Acto III: 1º cuadro: la cárcel, y 2º cuadro: la posada en la frontera camino de Francia. Esta versión ha eliminado el Teatro Príncipe y el Acto Primero y Segundo se desarrollan en el café. Para evocar el escenario del teatro se recurren a descolgar unos teloncillos pintados. Funciona suficientemente, pero siempre la recreación de un teatro de la época no deja de ser apetitoso y se echa de menos. Fuera de esta apostilla, la escenografía es atractiva en una línea expresionista de luces tanto el café como la cárcel y la posada en la carretera de Francia. Al final, escenográficamente parece haber un último mensaje con el girar de la posada y mostrarnos de nuevo el café donde queda aprisionada Maravillas, mientras el liberal y la nobleza huyen.
Título: La Calesera Libreto: Emilio González del Castillo/Luis Martínez Román Edición crítica: Juan de Udaeta (Ediciones Iberautor, Promociones culturales SRL/ Instituto Complutense de Ciencias Musicales, 2008) Adaptación del texto: Ferrán Catalá/Carles Alfaro Escenografía: Paco Azorín Figurines: María Araujo Iluminación: Pedro Yagüe Coreografía: Fuensanta Morales Ayudante de escenografía: Alfonso Díez Ayudante de vestuario: Teresa Rodrigo Asistente de movimiento escénico: Inma Garrido Realización de escenografía: Baeza, Bigprintshop service, Dycae, Mambo decorados, Sfumato Realización de vestuario: Atuendo Sombreros: Charo iglesias, Sombrerería medrano Calzado: Campera salmantina, Descans, Maty Utilería: Mateos (Titular del Teatro de la Zarzuela) Coro del Teatro de la Zarzuela Ayudantes de dirección: Rafael Diez-Labín/ José Antonio Gutiérrez |
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Ballet: Vicente Bustamante, Elena Cabezas, Leticia Castro, Joaquín León, Gemma Morado, José Manuel Sánchez, Fran Vilchez
Figuración: Sergio Castelar, Máximo Esteban, Virginia Flores, Óscar de la Fuente, José Herrero, Alberto Huici, Santiago Roldán, Victorio Sanz
Rondalla:
Raceli Yustas Ruiz (bandurria), Rafael Martínez Fernández (laúd), Juan Antonio Yustas Ruiz (laúd), Iguel Iniesta López (guitarra), José María López Gómez (guitarra), Ené Mora (guitarra)
Intérpretes:
Dirección del coro: Antonio Fauró
Dirección musical: Álvaro Albiach/ Santiago Serrate
Dirección de escena: Carles Alfaro
Estreno en Madrid: Teatro de la Zarzuela, 4 – VII -2009
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![]() TEATRO DE LA ZARZUELA Dirección: Luis Olmos Aforo:1.250 (1.140, visibilidad total, 108: Visibilidad media o nula) C/ Jovellanos, 4 28024 – Madrid Tf.: 91 480 03 00. Metro: Banco de España y Sevilla. Autobuses: 5-9-10-14-15-20-27-34-37-45-51-52-53-150 Parking: Las Cortes, Sevilla, Villa y Plaza del Rey TF. 34 91 525 54 00 Fax.: 34 91 429 71 57/ 34 91 523 30 59 Entradas telefónica: Servicaixa: 902 33 22 11 Entradas Internet: www.servicaixa.com www.ticketcredit.com e-mail: comunicacion.tz@inaem.mcu.es Internet: http://teatrodelazarzuela.mcu.es (sin teclear www) |
José Ramón Garcia (bandurria), Santiago Pollán Sampayo (bandurria),