Alberto Conejero, director del 38 Festival de Otoño, manifiesta su alegría de que La Estampida esté presente en el Festival. Reitero mi alegría de contar con un talento como el de La Estampida. Este año por las circunstancias y el convencimiento hemos tenido especial atención con nuestros creadores nacionales y especialmente con aquellos, como José Troncoso, que están buscando nueva poéticas, nuevos lenguajes y que son capaces de las vanguardias con una raíz propia. La cresta de la ola surge de la idea del deseo de convertirnos en el otro. ¿Qué pasaría? Cada vez más acomplejada por el sueño inalcanzable de llegar ser “alguien”, y harta de un presente de fango y servidumbre, Victoria desea con todas sus fuerzas la vida de los demás: la vida de Stella. Es el día de la fiesta contra el hambre de los niños en el mundo. Victoria sirve mientras Stella baila. Es el día en que una “mágica oportunidad” intercambie sus vidas para siempre, haciendo que la una pase a ser la otra, y la otra, la una. Para siempre. ¿Es oro todo lo que reluce? Intercambiadas sus vidas, Victoria vivirá en la cresta de la ola, mientras Stella probará las mieles del desencanto junto a un marido, al que no conoce y que no entiende sus ínfulas de grandeza, en una casa que se le cae encima como una enorme montaña de tierra. Victoria, por su parte, se adentra en la trastienda del éxito más absoluto. Y no permitirá que nada ni nadie le arrebate lo que por fin ya es suyo. Qué más da. Qué más da todo: la una, la otra y los demás. Una gran ola se acerca. Una ola inmensa, que hará que tomen conciencia quienes la tengan y que la pierdan del todo quienes nunca la tuvieron. ¿De qué sirven unos pendientes de brillantes en el fondo del mar? ¿Para qué sufrir, si todo terminará siendo arrasado por las aguas? Un tsunami revelador se acerca, hundiendo lo absurdo de nuestros comportamientos y sacando a flote la gran y única verdad: no somos nadie. Y esta epifanía se lo tragará todo. También las risas de los que nos miran. Todo. ¿De qué sirve el éxito en el fondo del mar?
La Estampida es el resultado de unificar las energías y trayectorias de un conjunto de creadores con un lenguaje y unas ideas comunes, unificándose bajo un lenguaje común: la técnica de “El Juego” del maestro Philippe Gaulier. José Troncoso, formado en esta escuela y con una amplia trayectoria como director y docente a nivel nacional e internacional, es el encargado de dirigir La Estampida, generando un espacio de investigación desde el que lanzar las propuestas de este colectivo o “fábrica de expresión”. Su primer espectáculo, Las Princesas del Pacífico (2015) lleva ininterrumpidamente en cartel desde entonces. Alabada por el público y la crítica, fue candidata a dos Premios Max en su XIX edición (Mejor Espectáculo Revelación y Mejor Autoría Revelación). En 2016, Igual que si en la luna, escrita por José Troncoso y José Bustos, fue estrenada en «work in progress» en el Festival Surge 2017, realizando temporada, posteriormente, en la Sala Mirador de Madrid. Su último montaje, Lo nunca visto, hizo temporada en el Teatro Español en 2019, tras visitar el Festival Internacional de Teatro de Caracas en 2018. LA CRESTA DE LA OLA
La última creación de José Troncoso, también director de este montaje, es La cresta de la ola. En la escena el marco de un atractivo Teatro en tonos verdes y dorados que evocan cierto orientalismo así como la Commedia dell’arte. No faltan dos macetones con ramas de palmeras doradas. José Troncoso concede que Hay algo de la Commedia dell’arte. Hemos cogido a personajes arquetípicos. Igual que se hace Commedia dell’arte nosotros hemos hecho Commedia dell’arte contemporánea. De los personajes como andan y como se expresan, hemos hecho otros cuerpos. El hecho de que haya un teatro, en el lenguaje de la Compañía es el teatro dentro del teatro. Todo es un gran teatro. Pensamos que no podíamos hablar del éxito de la exposición sin exponernos nosotros mismos, sin que haya un juego especular de espejos que van hacia el fondo del teatro. Al final sigues estando tú por mucho que se multiplique la imagen. Otro elemento que interesaba era pisar nuestra propia imagen. Y para ello el escenógrafo Meloni creó un suelo de espejos. Algo que, a lo mejor, el público no iba a ver, pero no podíamos hablar de los demás sin estar pisándonos nosotros a nosotros mismos. LA LOCURA DE QUERER SER
La historia o tema de la función sigue lo habitual en La Estampida: partir de una fábula reconocible que yo llamo «fabulita», y ahí podemos nosotros meter nuestras cosas. Queremos que cualquier espectador entiende el espectáculo y se reconozca en nosotros. Que nos siga, pero queremos aprovechar la oportunidad de estar subidos aquí para hablar de lo que nos importa y de lo que nos recome por dentro. En este caso el éxito y más allá del éxito la identidad. Cuando miramos a alguien con éxito y lo deseamos, de alguna forma, nos estamos machacando a nosotros mismos. Nos estamos haciendo daño. Una cosa sobre la que tenemos curiosidad es que ahora la gente que va a operarse no lleva ya la foto de un famoso, sino que lleva la propia foto con los filtros: «quiero que me pongas como a éste». Esa locura de querer ser y querer ser es la que nos ocupa en esta ocasión y la que intentamos mostrar. La concepción del espectáculo nació mucho antes de la Pandemia. Según José Troncoso «somos muy lentos en crear«, pero lo llamativo es que de alguna manera el espectáculo tenía algo de profético, una vez que la realidad pandémica ha deshecho ilusiones o deseos de todo tipo. empezamos a maquinarlo y a hacernos preguntas hace más de dos años. Empezamos a conformar los personajes y esta pequeña historia. Cuando llegó la Pandemia nos dios cuenta incluso de qué absurdo era hacer un espectáculo. A mí me puso en una crisis absoluta. «¿Para qué hacemos nada?» Al principio era sólo un «thriller», pero a partir de la Pandemia se convirtió en un «thriller apocalíptico». Pensamos que ese tsunami que se nos viene, es un tsunami de conciencia. Es una revelación. De alguna manera nos ha recolocado en un sitio a unos y a otros los ha descolocado, pero sí el espectáculo sufrió una mutación, para mí muy interesante y muy viva con respecto a lo que había hace dos años. Era inevitable zafarse a la situación vivida, mucho más absurda que nunca. Algo que nos ha traído la función es incluso considerar absurda la situación de nosotros sobre el escenario y el público en el patio de butacas. ¿Por qué las comunicaciones son así…? Estamos en rotunda crisis. La abrazamos y vivimos con ella felices. Ante todo lo que está sucediendo José Troncoso se siente absolutamente soberbio al nombrar «tu trabajo», vendes tu trabajo, te vendes a ti mismo. Estamos señalando todo eso y de repente nos damos cuenta de que estamos en una jaula dorada de la que no podemos escaparnos. MÁS ALLA DE PERSONAJES AL USO Hay dos personajes con entidad propia como son Stella y Victoria que ansían intercambiar su identidad, Eugenia y un galería de personajes. Los intérpretes son Alicia Rodríguez, Belén Ponce de León, Ana Turpin y José Bustos. Cuando se da la conversión de Stella y Victoria en lo que creen que quieren ser se plantea un dilema: ¿en qué se convierten de verdad? Belén Ponce de León es Eugenia Soy Eugenia, pero también hago un coro, y una madre. Hay varios personajes en la función. Para nosotros el Coro es el pueblo que va hablando durante toda la función. Después están los personajes propiamente dichos. En el caso de Eugenia ha estado en la cresta de la ola, ahora no está, y ansía volver a estar o volver a ser Stella que es la protagonista de la función junto a Victoria. Stella-Victoria es un «tandem» unitario ya que se da el intercambio. Alicia Rodríguez presenta a los dos personajes con la misma identidad en cuanto que se plantean «qué somos, qué queremos ser» cuando nos convertimos en lo que creemos que queremos ser cuando nos convertimos de verdad. José Bustos precisa que cuando Belén ha hablado del Coro nosotros somos personajes, y los personajes forman parte del pueblo. Es algo más filosófica que la construcción de personajitos que van a conformar un espectáculo, sino que el todo es lo que cuenta. Lo que intentamos contar es un todo que forma el espectáculo. No son personajitos varios. Cada personaje está formado por muchos de nosotros.
DUDA HAMLETIANA EN EL ACTOR Una cosa que me encantaba durante el ensayo – añade José Troncoso – es la pregunta de los actores «pero ahora quién soy?». Entonces íbamos bien, porque no saber quién es uno, y qué lugar ocupo es el tema que nos aborda. Ese desconcierto, incluso actoral, a mí me interesaba. Hemos construido los personajes según cómo nos miran. Son personajes que reaccionan, más que accionan. Son como son mirados por los demás. Cómo nos vamos modificando según nos van autorizando los demás, ensalzándonos o hundiéndonos.
José da las gracias al Teatro de la Abadía por «la facilidad de trabajar aquí que ha sido una gozada». Gracias a Carlos Aladro y a Alberto Conejero por «reconfigurar el Festival – motivado por la Pandemia – que no ha sido nada fácil y darnos cabida, y ayudar a Compañías como nosotros». Gracias a los medios por ocuparse de esta información. Hay en ciernes un recorrido fuera de Madrid que aún no se puede revelar.
FUNCIÓN
Título: La cresta de la ola
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