Anne ha construido una vida alrededor de su hijo Nicolás y, ahora que se ha ido, debe enfrentarse a la pérdida, al nido vacío y al verdadero vínculo con su marido. ¿Ha vivido para ella o para los demás? ¿Ha valido la pena? ¿Hay algún sentido para lo que queda? Las decisiones que ha tomado la atormentan y hay tanto que quiere decir ahora… JUAN CARLOS FISHER, director de escena La madre del dramaturgo Florian Zeller pertenece a una Trilogía formada por La madre, El padre (CLICK) y El hijo. La versión cinematográfica de El padre interpretada por Anthony Hopkings, ganador del Oscar. Juan Carlos Fisher, director de este montaje de La madre que llega a Madrid, considera esta Trilogía como una de las más interesantes que se ha escrito últimamente.
Trata de las complejas relaciones familiares en sus vínculos más cercanos. Desde que entré en contacto con La madre, me conmovió mucho. Me generó esa inquietud para promover un proyecto escénico. Para ello se necesitaba una actriz extraordinaria que personifique la ambigüedad, la complejidad, las sensibilidad de este personaje, y me siento muy honrado que nuestra querida Aitana sea esa Madre, y que haya aceptado dirigirla en un momento en que no había dirigido nada en Madrid. Fue un voto de confianza tanto de ella, como del resto de los actores: Juan Carlos, Álex y Júlia, y la productora Barco Pirata. Juan Carlos Fisher, renombrado director de teatro en Perú, ha dirigido casi 40 montajes, entre ellos Billy Elliot, Mamma Mia!, El Padre, Incendios, Full Monty, El Hombre Almohada, Agosto, Rojo, Las Brujas de Salem, Perfectos desconocidos, Bicho, La jaula de las locas, Corazón normal, Hasta las patas, La pulga en la oreja, Pantaleón y las visitadoras y muchos otros. Fisher ha recibido 9 premios por su trabajo como director. Desde 2021, Fisher reside en Madrid, donde ha estrenado una nueva producción de Mamma Mia! , y ha inaugurado la temporada de los Teatros del Canal con la multipremiada Prima Facie (CLICK), protagonizada por Vicky Luengo. No es la primera vez que se enfrenta a Zeller, pues en Perú ya había dirigido El Padre, texto que actualmente se ha estrenado en Madrid con José María Pou como protagonista y dirigida por Josep María Mestres (CLICK). La simultaneidad de ambos títulos en Madrid es pura «coincidencia». Me propuse hacer las tres de la Trilogía, en principio en Lima, pero las bonitas circunstancias de la vida me trajeron por aquí, y hacer este proyecto es muy especial. Madrid es una ciudad que recibe muy bien textos provocadores, y eso para alguien que no es de aquí es de agradecer como creador, como director, el poder tomar ciertos riesgos ante un público ávido de vivir experiencias diferentes, y creo que La madre va a sorprender. AITANA SÁNCHEZ GIJÓN, actriz Aitana Sánchez Gijón se embarcó en este proyecto a través de Nuria – Cruz Moreno, directora de la productora Barco Pirata. Juan Carlos Fisher propuso el texto a Barco Pirata y Nuria le pasó el texto.
yo sólo lo conocía por Mama Mía! que no estaba nada mal, pero La madre era un teatro de texto, aunque después supe que había dirigido de todo en Perú. Además tuve la oportunidad de sentarme a charlar con él antes de tomar la decisión definitiva y vi que es un hombre de teatro, no sólo como director sino que cada vez que tiene un día y medio libre, se coge un vuelo y se va a cualquier lugar de Europa a ver teatro. Esta semana ha estado en Amsterdam, la otra en Londres…, para ver el mejor teatro que se hace en Europa. Eso le da una visión, como director, muy moderna y estar muy al día de todo lo que se hace en el mundo. Tras leer el texto, Aitana se sintió atrapada Me arrebató, y me deshasosegó mucho. Al principio tuve un par de meses de dudas porque lo sentía tan próximo a mi situación personal, que me produjo vértigo. «¿Cómo me voy a meter en este pantano? ¿Cómo voy a vivir esto?» Me resultaba demasiado cercano, a pesar de que, afortunadamente, no tengo tantas cosas en común con esta madre, porque es una mujer vacía que no se tiene a sí misma. Una mujer que ha vivido a través de los hijos, su relación de pareja, el crear el hogar y esa familia. Ha vivido exclusivamente por y para eso. Mi caso es lo contrario. Soy una mujer con una profesión maravillosa, con una independencia, con una vida muy rica, y por lo tanto creo que no he desarrollado esa parte enferma – mis hijos dicen «No, mamá tranquila» -, esa parte enferma provocado por ese vacío interior, ese terror al abandono a la soledad, esa relación posesiva y asfixiante con el hijo. Esa necesidad de no ser abandonada por esa pareja ya gastada y acabada desde tanto tiempo, pero que ella se empeña en mantener por no quedarse sola. Entre Aitana y esa madre hay muchas diferencias, pero también hay muchos vasos comunicantes, y debido a esa proximidad le costó dar el Sí. Ahora estoy muy feliz de haber dado el Sí y de haber dado a luz entre todos este proyecto. Florian Zeller es muy original y posiblemente el heredero de Jazmina Reza, que hace 15 años fue el gran descubrimiento del teatro Europeo. Zeller ocupa ahora un poco ese lugar. Él mismo se reconoce como discípulo de Jazmina. Además escribe desde la psique de sus personajes protagonistas, por lo menos en esta Trilogía, y hace que el espectador tenga que participar activamente de lo que está contemplando. El espectador tiene que vivir, sentir, transitar por los mismos espacios psíquicos y emocionales por los que transitan estos personajes protagonistas, ya sea el padre, la madre o el hijo.
Referente a la madre se toma el momento en que está sufriendo una depresión profunda. Toma pastillas desde que se levanta hasta que se acuesta para poder vivir. Es una mujer llena de rencor, de frustración, y con una sensación de estafa abismal. Estafada por la vida y por todos. Eso hace que no sea nada simpática. Es una mujer muy tremenda. Asfixia a su hijo, dice barbaridades. Llega a ser de una crueldad, que, por cierto, genera mucha risa en el espectador hasta mitad de función, luego cambian las tornas. SOMOS HEREDERAS DE ESAS MADRES, La madre que nos presenta Zeller, es esa ama de casa entregada a sus hijos y a sus «labores«. Aitana precisa que es un tipo de mujer, que aunque ahora parezca que ha cambiado, de ella somos herederas, incluso las más emancipadas, porque tenemos incrustado en el ADN ese plus de cuidados, ese plus de servicio al otro, a los hijos, a la pareja. Yo misma, que soy una mujer muy emancipada desde muy pequeñita, hija de una madre feminista, trabajadora etc. etc… he heredado de ella y sus ancestros esa responsabilidad de tener el peso de la vida familiar, de los hijos y de todo. Yo, aunque no pertenezco a esa generación que no ha tenido otra vida más que esa, sin embargo, sí me siento reconocida en ese patrón. Hay, en este texto, como una comprensión muy profunda hacia este cabreo monumental que tiene esta mujer y que expresa, a veces, de una manera cruel y violenta. Al mismo tiempo nos presenta esa grandísima fragilidad y un estar al borde la muerte por su incapacidad de vivir con ese vacío. Dinamita un poco esto que celebramos tanto como es el Día de la madre: la santa madre, la madre buena, la madre generosa, la madre abnegada, la que hace todo por sus hijos, la que hace todo por, por, por… Florian Zeller dinamita ese concepto y nos muestra a una madre con toda la oscuridad que le ha generado ese «rol» al que se ha visto abocada, casi sin elegir. Dice: «Yo tenía 22 años, tan ingenua, cuando te conocí, pero ¿cómo podía saberlo yo en ese momento? Me siento estafada, porque aparentemente parecías un hombre decente, pero luego todo resultó un desastre.«¿En qué momento perdí yo las riendas de mi vida? ¿En qué momento claudiqué? ¿En qué momento me perdí en medio de todo esto?» Se da cuenta cuando ya es demasiado tarde. Ya no tiene herramientas para sobrevivir a esta gran crisis personal. Ante este cuadro, Aitana cree que la obra más que un homenaje a la madre, es darle la vuelta a ese homenaje y dinamitar los edulcorados homenajes que llevamos recibiendo las madres desde la historia de los tiempos. En El Padre (CLICK), hay un desencadenante, como es la enfermedad del Alzheimer para que surja la historia a través de la cabeza del propio paciente. En La madre hay un momento en que cae en la cuenta de su vida arrojada por la borda, lo que no está claro es el desencadenante para ese momento. Más que un desencadenante, es la consecuencia de una situación sostenida durante largo tiempo agudizada por la emancipación de este hijo que no le devuelve las llamadas, que nunca viene ya a casa, la amenaza de que va a ser abandonada al día siguiente porque su marido se va a un seminario, supuestamente, y ella está convencida de que va a ir para siempre… Es el resultado de una situación mantenida durante y un abandono progresivo de todas las personas que han conformado esa familia y ese núcleo familiar. UNA ESTRUCTURA DRAMÁTICA Entre los mil posibles tratamientos, ha habido que tomar decisiones en cada escena. La estructura dramática de La madre es similar a la de El Padre (CLICK): hay escenas que se repiten, pero aunque parece que son iguales, son distintas en el fondo. Hay escenas que sientes que son muy reales, y otras en las que hay un nivel de distorsión que no acabas de comprender. Se crea una confusión en el espectador, porque cree que le hemos dado una clave, que ya entiende lo que pasa, y, de repente, te vuelve a sumir en la confusión de nuevo. Lo que estamos viendo es el resultado de ese hundimiento personal que transcurre entre momentos reales, que el público va a ir identificando, y momentos que son su pensamiento obsesivo. Por ejemplo de la rabia que acumula y no es capaz de expresar en la vida real: la primera escena entre el marido y ella, se desarrolla dentro de una gran violencia verbal. Está llena de reproches y de amargura por parte de ella. Le dice cosas tremendas. Él también me dice unas cuantas, llenas de condescendencia, y ella reacciona con muchísima agresividad. Sin embargo la segunda escena que se repite, es la misma situación y ella está tranquilísima, afable, dulce, comprensiva, y profundamente triste, triste, triste… Esa, probablemente, sea la mujer real del día a día: la que lidia con la soledad casi en silencio, la que no se atreve a verbalizar lo que siente y lo que le pasa, que es lo que le hace hundirse más en la tristeza y en la depresión, porque cuando te sostiene la ira, que es lo que vemos en la primera escena, eso es una tabla de salvación. Es un infierno para todos, pero la ira te puede llegar a salvar. Cuando ya la ira te sostiene, échate a temblar porque ahí puedes llegar a estar perdido. Eso es lo que vamos vislumbrando en el texto a medida que avanza la función.
EL ESPACIO ESCÉNICO El espacio escénico huye de lo concreto y prefiere la sugerencia para que el público lo complete con «sus propias experiencias». Se recurre a un lienzo blanco que, a veces, es un no espacio de peligro que le viene encima; otras veces separa a los personajes. El no trabajar con un realismo, pretende resaltar nuestra propuesta hiperrealista a nivel interpretativo.Me parecía una combinación interesante, y trabajar con Alessio Meloni, que es extraordinario, me entendió y supo traducirme del peruano para encontrar este universo. FUNCIÓN PRECIO
Título: La madre
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