Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real de Madrid, califica de «bombazo» presentar Los maestros cantores de Núremberg. La obra se estrena en 1868 en el Teatro de la Corte de Múnich y a Madrid llega en 1893.Fue una de las primeras óperas de Wagner que llegó al Teatro Real. En sucesivas representaciones siempre fueron pocas las funciones, alrededor de unas cuatro. Esta nueva producción cuenta con 9 funciones y con lleno de público, lo cual Joan lo define como «un gran acontecimiento». La historia transcurre en la ciudad de Núremberg, durante la noche y el día de San Juan en el siglo XVI, coincidiendo con la vida real del poeta, músico y zapatero Hans Sachs (1494-1576), cuya estatua preside hoy la plaza que lleva su nombre en la ciudad. Los protagonistas son miembros artesanos burgueses que compaginan sus oficios con el arte de crear canciones bajo reglas muy estrictas y minuciosas. La llegada de un forastero que, por amor, intenta participar en uno de sus severos concursos de canto con una arrebatadora e inspirada canción fuera de todos los cánones establecidos, genera entre los Maestros cantores un encendido debate estético y filosófico entre lo transgresor y lo normativo en la creación artística, que va creciendo en complejidad a lo largo de toda la ópera, evocando las grandes corrientes de pensamiento del Romanticismo centroeuropeo.
PABLO HERAS-CASADO, director musical Al frente de la dirección musical se planta Pablo Heras-Casado. Este es su sexto título wagneriano después de El holandés errante (CLICK) (2017) y la Tetralogía – El oro del Rin (CLICK) (2019), La valquiria (CLICK) (2020), Siegfried (CLICK)(2021) y El ocaso de los dioses (CLICK)(2022) en el Teatro Real. Ante este nuevo título el agradecimiento es ingente por parte de Pablo, pues se enfrenta a un «proyecto tan grande, tan importante, tan histórico», lo cual le hace sentirse privilegiado. Después de estar en contacto con la producción wagneriana, Los maestros cantores, por el registro musical y por el propio poema – en el que no existe drama o tragedia, donde no hay ningún personaje malvado, no hay dioses, no hay acontecimientos sobrenaturales – todo es profundamente humano, honesto y sincero. La escritura musical lo es también. Esta ópera la empezó a esbozar antes de Tristán e Isolda, y antes de comenzar El anillo de los Nibelungos. Cuando uno piensa en el poder creativo y la capacidad de poder disociar registros a mitad de la composición de El anillo de los Nibelungos y acaba de componer Tristán e Isolda y termina una obra como esta que es diáfana en su escritura, que es absolutamente genial, pero que para poder expresar este carácter humano, que hasta en el aspecto más sarcástico y ridículo de algunos personajes, o más naif o simples de personajes con pocas pretensiones, pero luego lo transforma en algo milagroso que es capaz de soportar y mantener un drama musical de cuatro horas y media e música, en cual cada nota, cada compás, cada momento de la ópera es un regalo y es necesario. IMPORTANCIA SOCIAL Y CULTURAL Pablo advierte que siempre se habla de la extrema duración de la obra pero para él esa duración
es algo que se necesita todo ese tiempo para ser contada. En esta escritura Wagner vuelve a las raíces de la tradición musical alemana, que habla de la importancia del arte, de la música, de la sociedad, de la cultura desde un aspecto muy básico: un pueblecito, en la mitad del siglo XVI, Núremberg en que el artes, la poesía, es uno de los centros vitales de aquella sociedad. Wagner recurre a Bach, a la música polifónica de los coros luteranos polifónicos del s. XVI. Se sienten las texturas de Mozart para poder, con su propio leguaje también, transmitir este mensaje de la importancia social y cultural que tiene la música en cualquier pueblo. Este es el tema absoluto de esta obra. Eso se refleja maravillosamente. Cada personaje tiene su propio lenguaje musical: desde una música sincera y sencilla hasta enfrentarse con otra compleja, intrincada, tortuosa, y pretendidamente irregular en todo momento y a la vez muy cómica musicalmente. Aunque un no entienda lo que están diciendo, es una música absolutamente cómica. Aunque cada personaje tiene su «leif motiv», aquí Wagner lo hace de una manera mucho más abierta, más humana. En Wagner, como sucede en los grandes compositores de ópera como Monteverdi, Mozart…, la orquesta es un personaje principal en cuanto que el flujo de emociones es la orquesta; en ella se sustentan y se narran todos los personajes. La orquesta cambia desena, color, iluminación… Es la fuente de inspiración del escenógrafo, y del director de escena. En este caso Wagner nos lo da todo. Ya de por sí la música te hace sonreír, te hace entrar en un registro de comedia, de ternura, de humanidad y de nobleza. Musicalmente, en un determinado momento, un cantante de ópera tiene que ser un gran actor, un gran cómico ES UNA CUESTIÓN NO TANTO Dirigir las grandes producciones de Wagner, y entre ellas, supone un considerable desgaste muy alto, confiesa Pablo, pero con la edad se va adquiere poso y madurez. Es una cuestión no tanto física sino de concentración, algo espiritual. Esto sí que es difícil. Cuanto más tienes la obra asumida y el detalle de lo que está pasando en el momento, y anticipar de lo que va a pasar, así como la curva musical de esa hora y media que dura el acto, es el secreto para poder llevar a fin una ópera como ésta. También tienes que ser capaz de motivar y sostener a nivel artístico y humano a todos los artistas que están en el escenario y en el foso de la orquesta. Es más una cuestión mental que física. Después, sí que es muy difícil conciliar el sueño, por eso no hay que hacer planes para la mañana siguiente. LAURENT PELLY, director de escena Laurent Pelly (Francia) director de escena, diseña el vestuario de todas sus producciones. Es un habitual en el Teatro Real. donde ha dirigido La fille du régiment (CLICK)(2014),Hänsel und Gretel (CLICK) (2015), El gallo de oro (CLICK)(2017), Falstaff (CLICK) (2019),Viva la mamma (CLICK) (2021) e Il turco in Italia (CLICK) (2023). Es la primera vez que se enfrenta a Wagner y considera que ha sido toda una aventura, para él.
Es un repertorio al que yo no estoy acostumbrado, así que ante lo que me he encontrado es de una absoluta fascinación, un completo «shock». Para mí ha sido todo un cambio de perspectiva en la forma en la que yo percibía esta obra. En primer lugar porque no me esperaba que fuera especialmente graciosa. Hablamos de una comedia humanista, es humana, pero, al final, hace que nos riamos de los propios personajes. En segundo lugar no me esperaba que la música contase tanto. Siempre digo que la música tiene que ir acompañando el cuerpo e los personajes, y, para mí, no se trata de abordarlo de una forma realista, siempre pienso en lo onírico. Precisamente esta música no deja, continuamente, de contarnos cosas, con lo cual es algo extremadamente teatral. Por lo tanto lo que más me sorprendió es que texto y música siempre fuesen de la mano, que nada se repitiese simplemente por repetirse. Hablamos de una obra que son cuatro horas y media de música, que es muchísimo tiempo, pero siempre se mantiene esa tensión dramática a lo largo de toda la obra. UNA OBRA EN LA QUE HAY CONTINUAMENTE Cuando Joan le propuso hacer Los maestros cantores de Núremberg, era cuando estaban haciendo Falstaff (CLICK) Al principio me dio mucho miedo, pero a lo largo de la obra fui viendo cómo es una obra en que cada uno puede apropiarse de los personajes. Todos se pueden ver reflejados en los personajes. Por ejemplo Hans Sachs, el personaje principal, es un personaje que puede sentir todo el mundo dentro de sí mismo. Hemos estado trabajando dos meses en esta obra, lo cual es muchísimo tiempo y no es lo normal, pero ha sido maravilloso. Es una obra en la que uno nunca puede aburrirse, y esto es algo que, a lo mejor, nos choca porque tradicionalmente se ha percibido la obra, a lo mejor, de un modo un poco falsa. Es una obra en la que hay continuamente emoción, risas y sentimientos. ESTA MÚSICA NO ES DECORATIVA,
Esta ha sido la primera impresión de Laurent sobre esta ópera de Wagner. En un segundo momento vino el trabajo de montaje, del cual destaca el trabajo con los cantantes. Ha sido estupendo. El reparto es absolutamente maravilloso, porque hablamos de una música que es extremadamente difícil y esto hace que todavía les admire más. Además de cantantes, son sobre, todo actores. Cada uno de estos intérpretes es un actor. Hemos trabajado mucho en la profundidad de la intención, del juego y todo entrelazándolo siempre con la música, que siempre nos está contando algo, porque Wagner también es el escenógrafo. Nos permite que esta música, teatralmente, proporcione el ritmo, la ironía, el humor, y esto a lo largo de toda la obra. Para mí, esta música no es decorativa, sino que siempre transmite emoción. Todo este trabajo ha sido posible, en palabras de Laurent, gracias a la colaboración Pablo, el director musical. Desde un principio hemos estado trabajando muy unidos y eso me ha ayudado mucho a lo largo de todos los ensayos. No sólo él, sino todo el equipo que es maravilloso, con el que hemos estado haciendo una serie de intercambios de experiencias. Ha sido completamente fantástico, porque, a fin de cuentas, es una obra que es un Monstruo, un Monstruo amable, pero no deja de ser un Monstruo. LA COMEDIA ES INTERESANTE Es ya un tópico en el mundo del teatro de prosa que es más difícil la comedia que el drama. Según Laurent pasa lo mismo en el mundo de la ópera. Pero yo es algo que prefiero, pues me siento cómodo. La comedia es ritmo y es precisión. Además la comedia es interesante si tiene profundidad, humanidad, incluso si llegan a ser oscuras, porque el reír por reír, no es algo que me guste. Precisamente Los maestros cantores es una obra universal que habla cómo el arte influye en la sociedad, en el mundo. Es un tema que nos toca a todos y, sobre todo, en este mundo tan loco y caótico en el que vivimos. Las grandes comedias siempre son aquellas en las que hay una gran profundidad y podemos ver toda esa parte más oscura. Efectivamente la comedia operística es más difícil que el drama. LOS MAESTROS CANTORES SOBREVIVEN Ante Los maestros cantores surgió una pregunta: «¿Cómo contamos esta historia en el mundo de hoy?» No hay que olvidar que la historia puede parecer anticuada para un mundo de hoy. Pertenece a otra época. Hablamos de estos maestros cantores que siguen con mucho rigor todo su amor por el arte. Algo extremadamente lejos de lo que es la sociedad de hoy en día. Entonces junto a la escenógrafa Caroline Ginet, nos inventamos un mundo. Yo siempre trabajo un poco en lo onírico, y esta es la idea: trasladar este mundo, que es antiguo, pasado de moda, que no corresponde a lo que conocemos hoy en día. Podría ser el siglo XIX, pero, en cualquier caso, antes de la guerra del cuarenta – la Segunda Guerra Mundial. Un mundo que se encuentra completamente destruido, y los personajes buscan aferrarse a todas sus tradiciones. Vemos a estos maestros cantores en una escenografía completamente destruida, que hace que todo sea grotesco y sublime al mismo tiempo. Los maestros están actuando en espacio completamente derruido y lo necesitan para sobrevivir. Eso, precisamente, muestra todo esta lado profundo que me encanta. EL CORO, MÁS ALLA DE El Coro – 112 personas – aflora sobre todo en la última parte de la obra. Lauren Pelly ha evitado el estatismo siendo fiel a su concepción de operar con personajes de diferentes personalidades y no con una masa indefinida. Me encanta trabajar con el Coro. Ya conocía una gran parte de ellos, porque esta es la octava producción que dirijo en el Teatro Real. He de decir que los componentes del Coro son absolutamente magníficos, y además les encanta interpretar. La presencia del Coro en esta obra tiene algo de particular. Primero vemos un Coro más eclesiástico, y luego tenemos que esperar tres horas hasta volver a verlo, además es una escena de cinco minutos que es extremadamente violenta, desde el punto de vista musical. Tenemos a 120 personas – se incluyen actores y figurantes- formando un tumulto muy violento, pero a la vez es divertido y muy apasionante trabajar en este tipo de escenas. Otra cosa es que es muy difícil desde el punto de vista técnico. Para mí, el Coro tiene que tener un papel importante a nivel interpretativo. Más adelante vemos la escena de la Fiesta de San Juan, y aquí es muy importante que el Coro muestre esa vivacidad y que Concurso de Canto sea extremadamente importante para ellos. Laurent destaca que este es un trabajo de conjunto con Pablo y el director del Coro José Luis Basso. Tal colaboración es muy importante para conseguir esa vivacidad del Coro. WAGNER ESCRIBE CON LA PRECISIÓN Para obtener esta simbiosis de música y escena, el trabajo entre Pablo y Laurent ha sido conjunto. y, en eso, Laurent ha sido impresionante al tener que moldear individualmente no solamente a los muchos personajes de la obra, sino al coro, que es maravilloso, también hay que moldearlo individualmente con su psicología, su reacción, su personalidad. Eso forma parte de ese crear una verdadera comedia humana y una verdadera obra de arte. La orquesta apoya no sólo en la gran escena del plano general, sino en el detalle, en la precisión de pequeños motivos preciosistas; en el poder articular cada gesto cómico. Wagner, sobre todo en esta ópera, escribe con una precisión propia de los pintores flamencos de la época medieval, quienes pintan cabello a cabello. Hay que cuidar mucho este aspecto para que a lo largo de cuatro horas y media, todo brille, tenga frescura y carácter y así tenga personalidad.
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Título: Los maestros cantores de Núremberg (Die Meistersinger von Nürnberg) Intérpretes:
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