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REFUGIADOS. EL PROYECTO YOUKALI EXTRAÑOS EN EL PAÍS DE ACOGIDA |
Tres mujeres y un hombre explican en sendos monólogos las razones que les han empujado a abandonar sus respectivos países y buscar refugio en España. Una, jueza de profesión, instruía un caso de corrupción |
REFUGIADOS. EL PROYECTO YOUKALI EXTRAÑOS EN EL PAÍS DE ACOGIDA
Tres mujeres y un hombre explican en sendos monólogos las razones que les han empujado a abandonar sus respectivos países y buscar refugio en España. Una, jueza de profesión, instruía un caso de corrupción en el que los implicados eran altas personalidades políticas. A un fallido intento de soborno para que cerrara el caso, siguieron las amenazas verbales, la persecución de su familia y los intentos de asesinarla. Finalmente, hubo de fingir su propia muerte y tomar el camino del exilio. El mismo que emprendieron la mujer maltratada por un esposo que, para hacer su vida imposible, contó con la colaboración de sus colegas militares, y la lesbiana, despreciada por su entorno familiar y social. En cuanto al hombre, fotógrafo en un país africano, empeñado en denunciar los abusos que padecen sus compatriotas, se ve obligado a interrumpir su actividad y huir, porque lo que hace no gusta ni a los gobernantes de su país ni a las multinacionales que explotan los recursos naturales. Cuatro seres perseguidos, pues. Conocidos los motivos que les han traído a España, se nos ofrece la oportunidad de saber lo que ha sido de sus vidas en nuestro país. Ello es posible porque una cadena de televisión les invita a informar, en cada aniversario de su llegada y durante cuatro años, sobre su situación. El resultado es desalentador. No sólo porque sus expectativas no se han cumplido, sino porque el conductor del programa, ante su contenido crítico, eso sí, prudentemente edulcorado, ha de enfrentarse, primero, a la censura de los dueños de la empresa y, luego, a su despido, descalificación en el ámbito profesional y amenazas físicas. Convertido en un apestado al que se le cierran todas las puertas y cuya vida corre peligro, decide abandonar nuestro país y convertirse él mismo en un refugiado, en poco diferente a los protagonistas de su programa. No es gratuito el título elegido, que alude al de una canción de Kurt Weill en la de se habla de un imaginario y utópico lugar de acogida para los que sufren. El problema de esta propuesta desarrollada por Miguel del Arco es que nace de un encargo formulado por CEAR, siglas de La diferencia entre esta obra y aquellas manifestaciones teatrales del pasado es, además de la cuidada escritura, su envoltura. Si entonces no preocupaba la calidad de la puesta en escena, ahora sí. El resultado es un espectáculo brillante y estéticamente atractivo, en el que los recursos técnicos y humanos se integran bien. Hay momentos de gran belleza plástica y, otros, en los que la música, tanto la original como la tomada prestada para la ocasión, conmueve y añade emoción al duro testimonio ofrecido por el grupo de refugiados. Miguel de Arco, autor del texto y responsable del montaje, ha hecho un excelente trabajo, especialmente visible en la coreografía de algunas escenas de conjunto y en la dirección de actores. El trabajo de éstos es más que correcto, siendo su logro más destacable la fingida espontaneidad con la que se expresan.
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