Una nave espacial viaja a Marte para colonizar el planeta rojo. Pero el capitán y su androide Trasto descubrirán que el planeta ya está habitado cuando llegan a la ciudad de Martid, donde los vecinos mutantes celebran una verbena popular castiza ante los alienígenas terrestres. Para colmo de males, el capitán se enamora de una chulapa marciana postinera de ojos hechiceros (ocho en concreto) y pretende huir con ella rumbo a Venus…
El espacio escénico es un gran cráter y una plaza de un pueblo. A ello se añade, según el director Yayo Cáceres un gran juego de colores con las estampas plásticas, con la luz, con un fondo que va cambiando de acuerdo al momento de la obra. Es un único espacio cuya base es un «trust» de metal que, plásticamente, se va transformando de acuerdo la momento escénico que sucede. EL CASTIZO TEATRO BREVE ESPAÑOL Álvaro Tato es el responsable del texto de este género chico muy peculiar porque se aclimata a Marte.
La idea surge del mundo del género chico y del sainete, que, en esta ocasión, pretendemos homenajear, y buscar sus referentes a la manera de como hemos jugado con el teatro clásico. Es prolongar esa búsqueda de todos esos géneros breves y humorísticos del teatro español. Si en los Entremeses de Juan Rana (CLICK) nos habíamos acercado al entremés barroco, en la Cervantina a los entremeses y comedias de Cervantes, y en el teatro del siglo de oro las jácaras y los entremeses o mojigangas. No hacemos otra cosa que prolongar ese juego, pero en este caso es, digamos, la desembocadura del teatro clásico, que es el sainete y el género chico. Para nosotros son los mismos códigos y personajes, pero ya convertidos en castizo, pasando por el callejón del Gato y esas calles castizas. ACERCARTE AL GÉNERO CHICO El otro ingrediente es algo familiar para la generación de los ronlonianos: el mundo de otros planetas. Pensamos que mezclando el género chico, el sainete, al género ínfimo, el teatro por horas, toda esa corriente festiva, carnavalesca, crítica, zumbona, iconoclasta y semicallejera que convirtió los teatros madrileños (y españoles) en una fiesta del teatro y la música popular durante los últimos años del siglo XIX y principios del XX, con los planetas podría dar algo interesante: ¿Qué pasaría si todo lo castizo ha quedado dentro de un cráter en el planeta Marte? Lo castizo es el centro a través La Gran Vía, El año pasado por agua y Agua, azucarillos y aguardiente de Chueca y Valverde, La Verbena de la Paloma de Bretón o La Revoltosa de Chapí. Otros referentes son Crónicas marcianas de Ray Bradbury, Guía del autoestopista galáctico de Adams o Marte rojo de Robinson. Nuestro sainete lírico Villa y Marte plantea un cruce de caminos, de siglos, de corrientes, que pretende apostar por el humor, la música en directo y la carcajada para reflexionar sobre nuestro pasado reciente y nuestro futuro probable.
El texto escrito por Álvaro Tato es en verso en homenaje a La Revoltosa. Está compuesto en romance redondillas, décimas y alguna seguidilla popular, pero está todo trazado en verso. Un verso popular y sabroso que heredan los libretistas del género chico de Ramón de la Cruz, que a su vez lo hereda de los grandes del entremés como Quiñones de Benavente o el propio Calderón de la Barca. Por eso acercarte al género chico te redescubre también los clásicos, porque no dejan de ser clásicos populares de otra manera. Esa es la línea que queremos redescubrir con este espectáculo. SIN LA ÓPERA, EL SAINETE,
Los números musicales de Villa y Marte no reproducen las melodías tradicionales del género chico. Yayo Cáceres, director de la puesta en escena y creador de la música junto a Juan Cañas, Miguel Magdalena y Daniel Rovalher aclara que son originales de Ron Lalá, y no necesariamente imitan el estilo de aquellas melodías. Nos acercamos como siempre, de una manera libre, sin hacer historicismo y además – yo tengo una teoría y esto es mi opinión – que sin la ópera, el sainete, la revista, la zarzuela no existiría la música Pop. Me baso en que no hay mejor autor de musicales que Puccini. Sus arias podrían ser perfectamente de un musical inglés. De todo aquello proviene la música moderna. No podría existir una cosa sin la otra. Miguel Magdalena – músico, compositor, arreglista, productor musical y actor – corrobora la teoría de Yayo sobre los ancestros del Pop. Hay una Historia del Pop moderno de Bob Stanley que es un libro muy interesante. Entiende la palabra Pop apócope de «popular«. Entonces habla de la música popular no como estilo o género, sino la incidencia que tienen los creadores musicales en el público. Desde ese sentido lo que dice Yayo es y acertado. Estamos hablando de un género que dotó a la conciencia musical española de un montón de melodías, incluyendo la madrileña, que aún hoy conocemos muchos y muchas, por afición familiar como pueden ser nuestros padres, en mi caso mi abuela era una gran amante del género chico, de la zarzuela y del cuplé en particular… Eso se ha convertido en música popular y no podemos dejar de entenderla así. Toda esa música popular viene de la misma transformación de la música clásica, el llamado género culto como lo llamamos, muy malamente, ahora. Ese giro en el s. XIX está muy claro: hay músicos, como Brahms, que empezaron a componer en base a melodías populares de su tierra. En este sentido hablamos de ese género popular, que intentamos rescatar. Ron LaLá siempre ha tenido una vocación de música muy popular, acercándonos a lo que nos acerquemos. Además tenemos la suerte de trabajar la música sin prejuicios. De repente decidimos hacer un espectáculo basado en el género chico y el género ínfimo y lo primero que se nos ocurre es no hacerlo como habitualmente se haría. No por hacerlo de otra forma. Si suena la palabra «zarzuela», lo que se oye son cantantes líricos y una orquesta. Nosotros no somos cantantes líricos, ni tenemos dinero para tener una orquesta. Aunque lo tuviésemos nos apetecería darle una vuelta a eso. Lo que hemos hecho en Villa y Marte es buscar una vuelta a una música más electrónica, pero no cómo género. Lo que utilizamos son timbres electrónicos, sintetizadores…En todo el espectáculo casi no hay ningún instrumento acústico, sino todo proviene de la electrónica: las baterías, sintetizadores analógicos… Esto nos hizo casar el género chico con la ciencia ficción. Durante la primera y segunda mitad del siglo XX, mucha música del cine de ciencia ficción tuvo compositores contemporáneos. Todas esa música tuvo un renacimiento tímbrico con el tema de los sintetizadores. No es que hagamos música concreta, pero los timbres nos han servido para eso, siempre con el faro de lo popular, pues la música, que ni se ve, ni se huele, al ser inmediata toca los sentimientos de la gente. Sólo se escucha y ello genera con el público un puente que es mágico. Una energía irrepetible. NO HAY NADA PREVIAMENTE GRABADO, Yayo Cáceres añade un matiz en lo referente al tema musical
Quiero decir algo que los intérpretes no van a decir. Es lo que pasa cuando uno ve a Roger Federer jugando al tenis: parece fácil. Esta es una de las grandes virtudes del equipo que termina teniendo una factura musical muy alta y podría parecer que está grabado, sin embargo todos tocan en directo y no hay nada previamente grabado, con lo cual se puede fallar. El problema es que vivimos el error, cada vez más, como algo negativo y el error en general es un milagro. La primera vacuna no se hubiera descubierto si no hay un fallo. Partiendo de ahí hay que concebir el error como algo creativo, como un pequeño milagro y ponerlo a favor. Miguel Magdalena incide en la adrenalina que supone tanto en el teatro como en la música el directo, el aquí y el ahora. Esa adrenalina es parte del trabajo. Por otro lado como ha dicho Yayo se ha demonizado el error, pero antes hay que saber lo que es un error y lo que no es un error, lo cual es discutible, y luego el error te lleva a otras cosas. En los espectáculos de Ron Lalá es impensable trabajar con una banda sonora grabada, ya que el actor se tendría que acomodar a ella, lo cual va contra la libertad del propio actor. Otro tema es el grabar la música en un CD y ponerlo a la venta, pero nunca como elemento de la representación, la cual desde los inicios de Ron Lalá une texto y música en directo. NO HAY LUGAR A LA IMPROVISACIÓN
Daniel Rovalher – actor, músico y cantante – ante la idea que pueda parecer una música sin partitura precisa, aclara que todo está ensayado y preparado previamente. Igual que la interpretación del texto y la dramaturgia tiene una planificación previa, el libreto se respeta al máximo, salvo un error humano. No hay lugar a la improvisación ni en lo textual, ni en lo musical. Todo el espectáculo se construye así. Lo que no hay son temas musicales, sino que todo el tejido dramatúrgico cuenta mucho la entrada o salida de un personaje en las escenas. Todo está partiturizado para que acompañe y potencie el espectáculo. Juan Cañas insiste en el no sentirse con prejuicios sobre un estilo musical sino ser libres. Yayo deja patente en que no se trata de una zarzuela, sino de un sainete que es previo a la zarzuela. Además es algo que termina desembocando en América y tiene un gran arraigo sobre todo en Argentina y Uruguay. Eso desemboca en lo que es la Revista que en Argentina tiene una vigencia hasta los años ochenta del s. XX. La gran resistencia del proceso militar argentino fue la Revista. El sainete, a nivel argumental, suele ser una anécdota muy puntual sobre un hecho popular. En Villa y Marte es una sátira de la actualidad y también una historia de amor, en la que está imbricado un antiguo miembro de Ron Lalá y que ha vuelto: Diego Morales. 16 PERSONAJES PECULIARES Esta historia un tanto esperpéntica cuenta con multitud de personajes que interpretan Daniel Rovalher, Juan Cañas, Miguel Magdalena, Fran García Y Diego Morales. Juan Cañas – músico, compositor y actor – se desdobla en Trasto, Pregonero y Novicia. Tal multiplicad de personajes es normal en los espectáculos ronlaneros, pero en Villa y Marte es menos desdoblamiento que en otros, y precisa: hay cinco personajes más estables que se mantienen durante toda la obra. Hay tres habitantes del planeta rojo y dos de fuera. Álvaro Tato aclara un tanto este enredo de personajes humanos y marcianos y la justificación de la chulapona: Daniel interpreta al capitán que junto a su androide Trasto (Juan Cañas) llegan al planeta Marte, que son los humanos. En el planeta Marte se encuentran entre varios personajes a Fran García que interpreta a Martín Corolado, que es un organillero y novio de Marta Martínez, la chulapona Martileña de ocho ojos que sueña con otro mundo. Ella mira a la estrella azul del cielo diciendo: «¿Quién llegara a ese planeta?», al igual que nosotros miramos la estrella roja de Marte. Marta Martínez es una Mari Pepa de mi vida, porque es una Revoltosa de rompe y rasga. Otro personaje es el opositor de todo el tema que es Don Rogelio Rojo (Miguel Magdalena) que es el alguacil de Martid, que se caracteriza por tener dos cabezas y por lo tanto dos personalidades. Es el poli bueno y el poli malo unidos. Es todo un enredo a partir de una anécdota pequeñita, propio del sainete. Para estos personajesTatiana de Sarabiaha creado un vestuario muy potente y que sea un personaje más, pero que no encorsete físicamente al actor, ya que una característica de los espectáculos de Ron la la es que son muy ágiles. DIEGO MORALES, Diego Morales interpreta a Marta Martínez, Novicia y Locutor. Yo me hago la chulapona martileña, pero hay que entender que estamos en un juego con unas premisas muy claras que son: un texto, una historia que hay que contar y unos personajes que se reparten. A partir de ahí tenemos la libertad total para jugar, para crear y para hacer lo que hacemos. Cuando me ofrecen hacer la chulapona, me da un vértigo tremendo. Hacía galanes, pasé a hacer graciosos y ahora marcianas. Me ha sorprendido mucho cómo lo he conseguido, porque es muy difícil para una persona como yo, con mis características físicas, interpretar un personaje como éste y enamorarme del capitán (Daniel Rovalher), aunque lo vamos consiguiendo (risas). La premisa del espectáculo es una historia de amor. Empieza con un personaje que va buscando otros planetas, otras civilizaciones porque en la que él se encuentra, la tierra, no está a gusto por cómo nos encontramos, y descubre una sociedad muy parecida a la nuestra: la de Martid, y se habla de su alcalde, lo cual es una coincidencia y el espectador en su imaginario hará o no comparaciones con el alcalde de Madrid, pero no es intencionado. La base del espectáculo es muy sencilla y clarísima: una historia de amor y una búsqueda. A partir de ahí nace todo lo que presentamos. Diego Morales, antiguo actor de Ron Lalá ha vuelto al redil, y ha encontrado a sus compañeros más mayores (risas). Estuve con ellos en el Ministerio del Interior hace 16 años haciendo una sustitución a Juan Cañas. De hecho lo estrenó y nos repartimos los bolos. Desde entonces yo he seguido mi carrera por otras compañías y ahora Íñigo Echevarría deja la profesión y han contado conmigo. Estoy muy contento. Trabajamos muy bien porque tenemos el mismo código y nos entendemos muy bien. Han sido muchos años viéndonos poco, pero al volver es como si hubiera sido la semana pasada. Hay muy buena comunión. Donde he tenido que ponerme las pilas ha sido en lo musical. Son todos uso bestias, y yo me quedo un poquito atrás: ayudo, canto, toco un poquito el teclado, hago alguna percusión… Interpretativamente no hay ningún problema pero musicalmente me tengo que poner un poco las pilas y trabajar. Ha sido un reto importante.
FUNCIÓN PRECIO
Título: Villa y Corte Intérpretes:
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