Cervantes llegó de la mano de Francisco Nieva, con unos Baños de Argel en el que se incluían pasajes de El trato de Argel. Un espectáculo en el que la escenografía tomó gran protagonismo.
Las trescientas páginas de El retrato de Dorian Gray, la novela de Oscar Wilde, que requieren muchas horas de lectura, han sido convertidas en un espectáculo teatral de poco más de dos.
Vuelve Matarile a explorar sus temas y obsesiones preferidas. Y lo hace desde el humor y el lirismo habituales y con un acentuado tono festivo que dejan sólo entrever la mirada irónica sobre algunos aspectos inquietantes de la convivencia humana.
Crítica aparecida en la Revista Reseña. Este año de 1973 el grupo de Miguel Narros, director de este montaje, ya llevaba unos años interesándose por nuevas líneas teatrales de contenido y de forma.